Crisis del agua en el Canal de Panamá

Un grave error ha sido ignorar los estudios técnicos que advirtieron, previo a la ampliación del Canal, sobre la demanda de agua futura y los inconvenientes

Si el agua es el recurso vital para la vida, también es vital para el funcionamiento del Canal de Panamá, tal cual ha sido diseñado. Lo fundamental y prioritario aquí es el concepto de agua dulce de la cuenca hidrográfica del Canal que no sólo abastece al Canal, si no y más importante aún es el abastecimiento de agua a la creciente población urbana de la ciudad de Panamá y toda la franja urbana y periurbana en ambos lados del Canal. En pocas palabras, la prioridad suprema del Estado panameño debe ser la custodia celosa de la cuenca que captura toda esta agua dulce. Cualquier deficiencia es catastrófica. No hay excusas que valgan cuando se puede evitar un daño y no se hace nada serio para evitarlo.

La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) desde el año 2000 que tomó pleno control de la gestión y operación del Canal de Panamá ha tenido una política desastrosa en el manejo del principal recurso hídrico con el que funciona el Canal del Panamá. Evidentemente el problema ya viene desde la década previa y para ello sólo hay que aplicar los indicadores de sostenibilidad sobre el recurso hídrico para darnos cuenta de la magnitud del problema.

Dos indicadores obvios pueden ser evaluados de inmediato: ha mejorado o empeorado la calidad y la cantidad de agua de los tres principales lagos de la cuenca del Canal en función de los usos actuales de la cuenca? Otros indicadores claves a evaluar pueden ser invocados a manera de preguntas: ¿cuál es el índice de degradación ambiental de la cuenca? ¿Han aumentado los bosques naturales y los bosques plantados que protegen esta agua? ¿Hay un plan de restauración evidente y significativa que garantice que la calidad y cantidad del agua será protegida? ¿Hay un plan concreto de sostenibilidad y educación ambiental en toda la cuenca? Se tiene y se respeta estrictamente el ordenamiento territorial ecológico de la cuenca?

Un grave error, por no decir, una palabra peor, ha sido el haber ignorado los estudios técnicos que advirtieron previo a las obras de ampliación del Canal lo que hoy ocurre. Esos estudios eran muy sencillos, pero muy claros sobre la demanda de agua futura y los posibles inconvenientes al respecto, si no se consideraban esos hallazgos en un Canal ampliado. Uno de estos estudios es el de Montgomery Watson Harza (2001) que hizo un pronóstico a largo plazo de la demanda de agua municipal e industrial y consumo de agua cruda, por eso ellos hicieron un análisis detallado de las tendencias demográficas, del desarrollo y del uso del agua en las áreas urbanas y en las áreas en desarrollo que circundan el Canal de Panamá y con ello establecieron pronósticos confiables de los requisitos futuros generales en toda la región urbana a largo plazo y evaluaron alternativas para garantizar el agua ante tales demandas municipales e industriales y por supuesto en la operación del Canal.

El Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos también les hizo una consultoría sobre el mismo tema y llegaron a conclusiones similares. Ambos estudios claves y sus datos no fueron considerados como importantes para un Canal ampliado. Había mucho apuro en descartar cualquier tema que rompiera la narrativa de la ampliación como un proyecto perfecto. De seguro apostaron que luego que la ampliación fuera aprobada se aceptaría la propuesta que fuera con tal que el Canal no quede seco por la alta demanda de agua y salado por alta concentración de sal que está entrando por toneladas a los lagos Gatún y Miraflores.

EL 2 de septiembre de 2007 se realizó el foro del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de la Ampliación del Canal de Panamá, donde la presentación no incluyó la metodología, ni la identificación de los impactos ambientales. En ese momento la empresa consultora que le hizo el estudio a la ACP no pudo responder adecuadamente a ninguna pregunta, salvo las preguntas placebos y utilizaron la divagación para eludir los cuestionamientos. La Autoridad Nacional del Ambiente le aprobó el EIA, aún cuando recibieron serios cuestionamientos que indicaban que dicho estudio no había incluido impactos ambientales claves que no se podían soslayar como era el tema de la calidad y la cantidad de agua en un Canal ampliado. Sólo incluyeron que habría turbiedad de las aguas adyacentes en el periodo de construcción! O sea, el EIA fue una quimera. Fue una burla al país y ahora se hacen víctimas inocentes del Fenómeno del Niño como si fuera un evento climático desconocido en Panamá y completamente estocástico. El fraude fue hecho y nadie es responsable por tales fallos graves.

En este artículo he expuesto sólo la punta del iceberg de la irresponsabilidad institucional con el tema del agua por parte de la ACP. Ahora los errores graves de planificación y de gestión los pagaremos muy caro todos los panameños, especialmente los más pobres como siempre. El desarrollo sostenible en firme para el país hay que posponerlo por inversiones multimillonarias que se requieren para subsanarlas. Hay que exigir responsabilidades de esos fallos graves para que la impunidad no sea nuestra marca país. Hay que exigir acciones efectivas que restauren la cuenca canalera y de paso se garantiza un mejor desarrollo sostenible de la región interoceánica.

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