La crisis de los zapatos

Actualizado
  • 13/07/2014 02:00
Creado
  • 13/07/2014 02:00
Héctor Blake, el limpiacalzados de la Asamblea Nacional, cuenta que su oficio está en peligro de desaparecer

Héctor Blake, el limpiacalzados de la Asamblea Nacional, cuenta que su oficio está en peligro de desaparecer; mas la crisis no se limita a los lustradores. También los zapateros están en extinción.

Hace unos meses, ‘La Decana’ publicó un reportaje sobre el tema.

En el texto se cita a José Macías, zapatero, quien comentaba: ‘Somos la última generación. Después de nosotros ya no queda nadie’.

Los números del sector son preocupantes, destaca la noticia: ‘Las cifras de la Contraloría General de la República confirman la situación. Entre el primer semestre de 2012 y el mismo período del 2013 el volumen de los calzados disminuyó 16.2%. El valor cayó 14.6%. Por su parte, el precio se incrementó solo 1.8%. Varias manufacturas relacionadas como el curtido de cuero, la talabartería y la fabricación de bolsos de mano también sufrieron pérdidas. En total la pérdida en estos rubros fue de 33.2%’.

Jonathan Lloyd, zapatero con más de 50 años de experiencia, comentó en un reportaje que se le hizo en octubre de 2013 que ‘La suela antes costaba $2.50 y ahora sale el doble, $5. El galón de goma antes costaba $8 y ahora está en $18; eso sin contar los impuestos. No hay forma de mantener los precios si todo sube’.

Así como Blake, los zapateros lamentan que no hay nuevas generaciones que se interesen por aprender estos oficios.

Sólo el 4.1% de la población en edad laboral está desempleada. El resto, es decir, el 95.9% de los trabajadores, forman parte del pleno empleo que anuncian las autoridades.

Empero, de esa fuerza laboral con trabajo, el 37% entra dentro de la categoría ‘‘trabajadores informales”, clasificación que se le da a aquellos que no tienen un contrato formal, que no cotizan en el Seguro Social ni pagan impuestos y que no cumplen con una jornada fija de ocho horas.

Para encontrarlos, solo hay que mirar en cualquier avenida principal de la ciudad de Panamá. Donde haya un semáforo, ahí estarán. No importa la hora, siempre habrá uno por ahí: desde el que vende frutas y legumbres, hasta el que vende agua y sodas, sin olvidar a los vendedores ‘‘piratas” y el que ofrece rosas...

El empleo informal no solo se limita a los ciudadanos panameños. Muchos extranjeros llegan al istmo y se suman a este sector. Oficialmente, 8,593 permisos de trabajo se otorgaron en los primeros 10 meses del 2013. Además, en el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral, hasta principio de año, había 11 mil contratos entre extranjeros y diversas empresas. Sin embargo, no hay un conteo de los foráneos que trabajan en este territorio y no tienen sus papeles en regla ni los permisos necesarios para ejercer alguna profesión.

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