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- 31/08/2024 00:00
- 30/08/2024 19:24
Al salir de una discoteca en el Casco Antiguo, José (seudónimo) nunca imaginó que el taxi que tomó para regresar a El Cangrejo, donde residía, sería el escenario de un robo agravado, que lo dejó varado a su suerte en la oscuridad de la Avenida la Amistad la madrugada del 18 de agosto de 2024.
Quizás por salir bien arreglado esa noche o por la apariencia ‘de hijo de papi y mami’ que le caracteriza, los ladrones lo eligieron como presa.
Nada estaba más alejado de la realidad. José es oriundo de un humilde barrio de pueblo en Panamá Oeste y trabaja desde que cumplió 18 años. Producto del esfuerzo, logró alquilar un cuarto en un viejo edificio de El Cangrejo.
De alguna forma, seguía acostumbrado al transporte de su pueblo. Diablos rojos o taxis, cualquiera parecía cercano y confiable a cualquier hora; pero en la ciudad, las cosas son diferentes.
Hasta julio de 2024, el Ministerio Público reportó un incremento del 20% en los casos de robo en la provincia de Panamá, respecto al año 2023. En tanto, de los 2.975 casos de robo registrados, 1.679 han sido por robo agravado, en que participan dos o más delincuentes o se retiene a la víctima; como en el caso de José.
“Al salir de la discoteca, a eso de las 3:30 a.m., pensé en tomar un Uber, pero como el precio era excesivo decidimos caminar en grupo hasta la plaza 5 de Mayo’’, contó.
Sus amigos se dirigían a Panamá Oeste, así que José los acompañó a tomar el servicio de transporte alternativo (piratas), de la plaza 5 de Mayo, porque no hay otra opción a esa hora. En tanto, José tomó un taxi en la esquina de la estación del metro de la 5 de Mayo.
El taxista arrancó y avanzó con normalidad unos 50 metros por la Avenida Justo Arosemena, pero se detuvo para recoger a otro pasajero que se dirigía a San Miguelito y se sentó en la parte de atrás, junto a José.
Algo parecía extraño, pero “era una carrera corta’’, pensó José.
El conductor tomó la Vía Transístmica rumbo a El Cangrejo, pero se desvió a la altura del Hospital Santa Fe en dirección a la Vía Frangipani. En ese momento, el terror se apoderó de José, porque su cabeza activó todos los posibles escenarios trágicos en los que podría terminar la travesía.
De inmediato, el conductor dobló por la Calle Rubén Darío, en dirección al Domo de la Universidad de Panamá. Meses atrás en esa área había retenes policiales; “ni yo mismo me podía creer que los extrañaría alguna vez”, confesó José.
El conductor del taxi y el pasajero que viajaba en la parte de atrás escoltando a José, sin decir palabra alguna, lo habían privado de su libertad. Un silencio sepulcral se percibía en el vehículo y la tensión estaba a flor de piel. José pensó en tirarse del auto en movimiento cuando pasó por el Domo, pero no tuvo el coraje suficiente.
El taxi avanzó por la vía Ascanio Villalaz hasta el cruce de la Avenida de la Amistad, donde tomó dirección a El Dorado.
Sin embargo, el taxista se desvió hacia el Colegio Chino Panameño y la última esperanza de José de llegar a su destino se desvaneció. Allí tuvo el valor suficiente para decirle al conductor que ‘dejara de dar vueltas porque no había solicitado ir en esa dirección’.
Fue entonces cuando el otro pasajero tomó a José por el cuello exigiendo que le diera ‘todo lo que tenía’, mientras que el conductor hizo un hábil giro en ‘U’ y regresó el taxi hacia la parte más oscura de la Avenida la Amistad.
En la penumbra que impera en la vía, el ladrón arrancó el collar que José llevaba en el cuello, le despojó del dinero en efectivo y sus tarjetas bancarias. No satisfecho, amenazó con apuñalarlo si no desbloqueaba el celular.
José no podía recordar ni su propio nombre, la respiración se le entrecortaba y su mente estaba en estado de choque. Esos no podían ser sus últimos minutos de vida, ¿cuánto tiempo tardaría su familia en saber de él si los malhechores le hacían algún daño?
La cómplice oscuridad llegaba a su fin en Albrook, así que el taxi se detuvo a unos 700 metros de la Zona Franca de Albrook y allí dejaron a José a su suerte, despojado de sus pertenencias. No le quedó otro remedio que correr hacia la Zona Franca, donde un guardia de seguridad le brindó ayuda, llamó a la policía y a sus familiares.
Los únicos en llegar a la Zona Franca en el alba de la mañana fueron los familiares de José.
A pesar de que José sufrió el robo en un taxi, la delincuencia no discrimina el tipo de transporte selectivo, ni tampoco el asiento que se ocupe.
En plataformas digitales como Uber e InDrive se han reportado casos mucho menos afortunados, donde el desenlace es el homicidio de la víctima, que pueden ser tanto pasajeros como conductores.
Recientemente se denunciaron hasta ocho casos de robo y 2 homicidios de conductores de plataformas digitales.
En el Índice Global de Paz, que mide los niveles de criminalidad, homicidios y otros actos violentos en el mundo, Panamá figura como el segundo país más seguro de América Central. No obstante, José y las víctimas menos afortunadas que ha dejado la delincuencia en el transporte selectivo no tuvieron esa percepción de seguridad cuando vieron a la muerte de cerca.