En plena Guerra Fría: la histórica visita de Juan Pablo II a Panamá

Actualizado
  • 27/03/2016 01:00
Creado
  • 27/03/2016 01:00
En 1983, el país que recibía a Juan Pablo II era un oasis de paz en una Centroamérica plagada por el conflicto

E ran las 9 de la mañana del sábado 5 de marzo de 1983. Los implacables rayos del sol panameño se estrellaban contra la pista de cemento del Aeropuerto Internacional Omar Torrijos Herrera, provocando un calor sofocante a los cientos de personas trajeadas que se habían acercado a los terrenos contiguos al edificio principal del complejo aeroportuario.

Allí se encontraba la plana mayor del gobierno nacional, que había querido presenciar la histórica llegada de uno de los más carismáticos e influyentes líderes del siglo XX.

Entre los cientos de presentes, ocupaban un lugar prominente en el espacio asignado a las ceremonias protocolares el presidente de la República, Ricardo de La Espriella, el general Rubén Darío Paredes, el coronel Manuel Antonio Noriega, el coronel Roberto Diaz Herrera y sus esposas, quienes como cualquier otra persona más, habían querido observar, tocar o hasta intercambiar palabras con el visitante.

Después de minutos interminables de espera, por fin, a las 9:30 am se vio venir, a la distancia, acercándose a través de azul panameño, el avión de Alitalia con la enseña del Vaticano.

La expectativa aumentaba a medida que la nave tocaba tierra y se delizaba suavemente sobre la pista hasta detenerse frente a los presentes.

Todos los ojos se concentraban ahora en la puerta del avión, que se abría para dejar ver la familiar figura, todavía robusta, del papa Juan Pablo II, quien tan solo bajar las escalerillas y pisar tierra, se arrodillaba para estampar un beso al suelo patrio, dando oficial inicio a una de las visitas más ansiadas y mejor recibidas que haya tenido Panamá en su historia Republicana.

Le esperaba una maratónica jornada de 10 horas, que comprendía, como había anunciado días antes el padre Fernando Guardia, la visita a la Presidencia de la República, una misa en la Catedral Metropolitana, otra en Albrook, un paseo por la ciudad y una reunión multitudinaria en el Estadio Revolución con los campesinos y representantes de los pueblos originarios.

Los panameños lo esperaban con el ánimo alborozado, como daba cuenta La Estrella de Panamá , que, desde días antes había iniciado un conteo regresivo en sus primeras planas: ‘Faltan 10 días para la visita del papa Juan Pablo II'. ‘Faltan nueve días...'... así, hasta ese día 5 de marzo, en que se podía leer sobre aquella ‘visita trascendental, que constituiría el acontecimiento del siglo en la historia' del país.

‘La visita papal ayudará a la paz', había dicho el jefe de las fuerzas armadas de la República, el general Paredes, según otro titular del diario, ese mismo día.

Los anuncios comerciales daban también muestras del entusiasmo de los empresarios, que no querían dejar pasar la oportunidad de llevar mensajes a sus clientes.

‘Un hecho que sucede solo una vez en la vida. Atesórelo con películas Kodak', decía uno de los anuncios de página entera.

‘Acérquese al papa con binoculares Pentax. Modelo 7SX, a solo $16.50', decía otro, también de página entera, de AudioFoto.

El diario también daba cuenta de las delegaciones que partían desde el día anterior de todas partes de la República rumbo a la capital, ancianos, enfermos y afligidos que abrigaban la esperanza de que el representante de Cristo hiciera un milagro en sus vidas.

EL PAPA

‘No son pocas las personas, tanto religiosos como laicos, que han buscado explicación al insólito fervor multitudinario que despierta en todas partes la figura del papa', decía el editorial de La Estrella de Panamá , días antes.

‘Hay en su noble figura algo muy especial y muy profundo, algo inmaterial y místico que conmueve y estremece a los muchos de millones de creyentes que se congregan afanosamente para verle oficiar la santa misa y escuchar sus homilías y consejos paternales con una emoción incontenible', seguía la edición.

A menos de 5 años de su largo papado de 27 años (fue designado papa el 16 de octubre de 1978), Juan Pablo II se perfilaba como un líder diferente para la Iglesia católica.

El camino lo habían abierto Juan XXIII y Paulo VI, pero pero este, el primer papa procedente del mundo comunista, ofrecía algo más. Era su cercanía a la gente, el uso de los gestos y miradas, que conmovían a los ciudadanos del mundo a través de los medios de comunicación ya globalizados.

El papa había sido actor en su juventud, sabía moverse sobre un escenario, proyectarse ante la televisión.

Además, su vida rica y plagada de tragedias alentaba la identificación con su figura.

Había nacido en Polonia, el 18 de mayo de 1920. Su padre era obrero. Su madre había muerto cuando él tenía apenas 9 años de edad. Su único hermano falleció tres años después. De joven, había sufrido la muerte de uno de cada cinco de sus compatriotas polacos durante la Segunda Guerra Mundial, la persecución religiosa de los comunistas.

Pero su historia personal daba cuenta de una fe superior, que siempre lo había sostenido y levantado por encima de sus dificultades.

Sus posturas eran tradicionales en cuanto al aborto y los anticonceptivos y el rol de la mujer en la iglesia, sin embargo, se levantaba como un gran defensor de la justicia social y económica, abogando por la mejora de las condiciones de vida en los países más pobres del mundo.

El papa condenaba la guerrilla y el terrorismo, pero entendía que muchos de los que se sentían tentados a participar en estas actividades provenían de los grupos marginados, cuyos derechos humanos habían sido mancillados.

Antes de su viaje de 10 días a ocho países centroamericanos y del Caribe en 1983, (casi un país por día) el papa ya había visitado América Latina. En 1979, había ido a República Dominicana. En 1980, a Brasil,. En 1982, a Brasil y Argentina.

Tenía muchas solicitudes de otros países iberoamericanos mucho más poblados como Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivía, pero había preferido viajar en esta ocasión a ese istmo donde ‘se extiende el dolor de los pueblos que sufren'.

Centroamérica atravesaba una época de grandes dificultades, en momentos en que ‘el odio y la venganza, como fieras insaciables no cesan de provocar víctimas', decía.

Tras décadas de dictaduras e intervenciones norteamericanas, a inicios de la décad a de 1980, los territorios desde el sur de México hasta Nicaragua se habían convertido en uno de los frentes de batalla de la Guerra Fría. Casi empezaba el periodo del presidente estadounidense Ronald Regan, cuyo gobierno en muchas ocasiones mostraría dificultades para distinguir los justos reclamos de la población de las amenazas comunistas.

En Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional había derrotado al presidente Anastasio Somoza en 1979 y desde 1981 gobernaba bajo la amenaza de ‘la Contra', milicia financiada y entrenada por la CIA de Estados Unidos. El Salvador, entraba en un breve receso en medio de una guerra que cobraría 75 mil muertos. En Guatemala, un fuerte movimiento de contraguerrilla cometía todo tipo de abusos contra las poblaciones más desprotegidas. Honduras era un campo de maniobras encubiertas para el Ejército Americano.

En ese panorama, Panamá parecía un oasis de paz. Sin embargo, estaban latentes muchos problemas que, de hecho, desembocarían más tarde en una de las peores crisis de la historia republicana y la invasón de Estados Unidos, en 1989.

El general Omar Torrijos había muerto dos años antes, dando paso a una sucesión de generales que asumía las riendas del país. El presidente De La Espriella y el general Paredes habían anunciado, para 1984, las primeras elecciones presidenciales en 14 años, pero corrían rumores de que los militares maniobrarían para continuar al mando del país (El episodio del ‘buen salto Rubén' ocurriría en agosto de ese mismo año).

En ese ambiente, Panamá esperaba ansiosamente el mensaje del papa, que se suponía significativo y cuidadosamente planificado en conjunto con la iglesia local, entonces dirigida por el arzobispo Marcos Gregorio MacGrath.

AEROPUERTO

Después de bajar a tierra y besar el suelo panameño, el papa se dirigió al Campo Industrial Simón Bolívar, en Albrook, donde bajo el sol sofocante, a pleno medio día, tendría lugar su primer encuentro con 30 mil panameños.

Tras saludar a los presentes, el papa dio una misa campal cuyo sermón se concentró básicamente en una defensa de la familia y de la alianza matrimonial.

‘El matrimonio, dijo, es una historia de amor mutuo, un camino de madurez humana y cristiana. Solo en el progresivo revelarse de las personas se puede consolidar una relación de amor que envuelve una visión sobrenatural de los dolores y limitaciones que sufrís en vuestra vida y que valen tanto para la iglesia, unidos así , a los sufrimientos de Cristo, participáos en su obra redentora del mundo'.

VISITA A LA CATEDRAL

Posteriormente, llegaría a la Iglesia de la Catedral, donde lo esperaban centenares de personas más, especialmente sacerdotes, seminaristas, enfermos y ancianos, algunos con maletas, otros en silla de ruedas o llevados de la mano por otros más jóvenes, quienes desde horas antes hacían fila en una de las entradas laterales del templo para recibir la bendición papal.

En la Catedral pidió por las vocaciones, porque ‘la iglesia panameña necesita ver incrementado vuestro número; por eso, en vosotros me dirijo a los jóvenes de vuestra misma edad y condición para que piensen en la posibilidad de una entrega a Dios y a los demás, en el sacerdocio y en la vida religiosa'.

Tras visitar la Presidencia y tomar unos minutos para descansar, el Papa se dirigiría en horas de la tarde a la Nunciatura para dar comienzo a un recorrido por las calles de la ciudad de Panama, desde la Embajada del Vaticano, en la Avenida Balboa, hasta el Estadio Revolución, donde la gente se abarrotaba en las aceras, en los árboles, los edificos y las casas para verlo pasar .

El papa hizo un recorrido de 16 kilómetros en su llamado papamovil, sin dejar de recibir los vítores o flores, y ver ondear las banderas, pañuelos blancnos, globos y afiches que se agitaban a su paso.

Mensaje del papa

Llegó al Estadio Revolución a las 5 de la tarde, en medio de los gritos de ‘Tú eres Pedro, confirma a tus hermanos', y luego de saludar a los presentes se sentó en un bello sillón de cuero para presenciar un espectáculo folklórico, cultural, preparado por una comisión especial a cargo de José Sarsanedas y funcionarios del Inac.

En el espectáculo participaban 500 polleras blancas y un coro de 150 voces, dirigido por el maestro Luis Vergara, que entonaba una canción dedicada al papa, respaldada por el órgano del maestro Lucho Azcárraga.

Luego de los actos culturales, los campesinos , los niños y los indígenas iniciaron la entrega de presentes. Al papa le llamó la atención una pareja indígena que le obsequió un chaquira, que este se puso inmediatamente, a la vez que comentaba en el micrófono: ‘En Panamá se ha instituido una nueva vestimenta papal', riendo con visible satisfacción mientras el estadio rugía de aplausos.

Tras el intercambio, el papa dio inicio a su discurso, centrado en torno a las necesidades del campesinado y la importancia de que la sociedad le diera el lugar que le corresondía en dignidad y en oportunidades.

‘El desarrollo económico y social ha sido desigual en América Central, y en este país la población campesina ha sido frecuentemente abandonada en un innoble nivel de vida y no rara vez tratada y explotada duramente', dijo.

‘Sé que sois conscientes de la inferioridad de vuestas condiciones sociales y de que estáis impacientes por alcanzar una distribución más justa de los bienes y un mejor reconocimiento de la importancia que merecéis y del puesto que os compete en una nueva sociedad más participativa', dijo, haciendo un llamado para que, no obstante, el sector campesino e indígena panameño no se dejara envolver en las luchas fatricidas y la violencia y que, en su lugar, coadyuvara en favor de la justicia, del amor al hombre y la paz.

‘Hay que poner en práctica transformaciones audaces profundamente innovadoras, hay que emprender, sin esperar más, reformas urgentes', a través de un esfuerzo conjunto y una efectiva concertación de todas las fuerzas vivas de cada país', advirtió. En varias ocasiones, el papa Juan Pablo II rompió el programa establecido para dar demostraciones de afecto al pueblo panameño. Alrededor de las 8 de la noche, acababa la jornada, el papa partió rumbó a Costa Rica. Al día siguiente, todo volvía a la normalidad en el país. La Estrella de Panamá anunciaba un programa de actividades de las reinas del Carnaval esa semana. Un artículo de Victor Urrutia daba cuenta de los peligros que se cernían sobre las finanzas de la Caja de Seguro Social. Sin embargo, entre los papeles dejados por la visita del papa llamaba la atención el mensaje de una página entera pagada por la Cámara de Comercio Industrias y Agricultura, publicada el mismo día de la llegada del papa. En este se podía entender un presagio de los peligros que se cernían sobre el país. ‘Luego de una trayectoria evolutiva desprovista de mayores turbulencias, vislumbramos hoy una encrucijada en el camino. Nos circunda un ambiente de violencia de diversa intensidad que nos crea sensación de ansiedad. No hay certeza de que mantendremos nuestro rumbo por la mejor vía. Puede envolvernos esa actitud hostil y mortal que acelere lo que se observa cerca de nuestras fronteras. Debemos preveer lo que es un peligro real y proponernos a contrarrestarlo con entereza y buena fe'. ‘La misión de paz y buena voluntad que trae a Panamá su santidad el papa Juan Pablo II debe ser nuestra inspiración para tener presentes sus buenos consejos como pueblo de tradición c ristiana. Sus llamados a la paz y a la consolidación de nuestra democracia debemos acogerlos con convicción y entusiasmo.' ‘Es imprescindible que nuestras leyes sean justas y se apliquen con igualdad; que impere siempre la razón y la honestidad, que los ciudadanos que dirigen la cosa pública, los trabajadores y empresarios hagan un verdadero esfuerzo por llevar al país hacia un progreso continuado en un clima de equidad, paz y trabajo'. Por delante, se cernía un camino de dificultades, que daría comienzo en las elecciones de 1984,y proseguiría con las acusaciones de fraude... el derrocamiento de Nicolás Ardito Barletta, posteriormente, de Eric Arturo del Valle; las denuncias de Roberto Díaz Herrera, la determinación del general Manuel Antonio Noriega de mantenerse en el poder. Juan Pablo II tendría el segundo más largo papado de la historia, sin embargo, durante este se gestaría, igualmente, una de los mayores crisis jamás vistas por la iglesia, que alcanzaría su punto álgido en el año 2010. La vida continúa, y la historia sigue su curso inexorable, como decía Hegel, movido por el hilo de la conciencia de la libertad.

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‘Hay que poner en práctica transformaciones audaces sin esperar más',

DISCURSO DEL PAPA

ESTADIO REVOLUCIÓN

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‘Un hecho que solo acontece una vez en la vida. Atesórelo con películas Kodak',

ANUNCIO PUBLICADO POR KODAK

EN LA ESTRELLA DE PANAMÁ EL DÍA 5 DE MARZO DE 1983

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HISTÓRICA VISITA

COMERCIO LOCAL DIO BIENVENIDA AL PAPA

Algunos de los anuncios publicados en La Estrella de Panamá, el día 5 de marzo, cuando llegó a tierras panameñas el papa Juan Pablo II,durante su gira por 10 países centroamericanos y del Caribe. El hecho se dio antes de que el prelado cumpliera sus 5 años al frente de la Iglesia Católica.

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