Fútbol, poder y globalización

  • 01/07/2018 02:01
El béisbol profesional fue funcional a la dominación oligárquica; el boxeo, al régimen militar y a la lucha nacionalista; y ahora, el fútbol, a esta etapa de globalización neoliberal

Como evento deportivo, el fútbol es uno de los más grandes fenómenos civilizatorios. No solo por su gran capacidad de socializar valores e identidades, como por su cobertura e integración simbólica planetaria. Existen aproximadamente 1,7 millones de equipos de fútbol, organizados por cerca de 300.000 clubes alrededor del mundo. Más o menos 264 millones de personas de alguna forma juegan este deporte. El evento cumbre de esta integración deportiva es la Copa del Mundo, que se convierte en estos días en el evento mediático con mayor audiencia en el planeta. La magnitud de este acontecimiento es tal, que la FIFA cuenta con más asociaciones nacionales afiliadas (208 países) que la misma Naciones Unidas (192 países miembros). (Erriest y Ullmann).

Al inundar todos los espacios de la vida pública y privada, el fútbol se trasforma en una colosal mercancía de los medios de comunicación de masas, integrándose a la industria cultural y deportiva como la actividad planetaria de mayor rentabilidad. Al ser convertida en un espectáculo de masas —inédito en la historia, a excepción de las olimpíadas—, el fútbol se nos presenta como un claro exponente cultural de la globalización: por su conexión con el mercado mundial, por sus relaciones de poder, por su capacidad de convocatoria y por activar y estimular intereses y pasiones a nivel de la economía –mundo.

EL GRAN ESPECTÁCULO

Un fenómeno de esta magnitud requiere una mirada sociológica. Desde esta perspectiva, el deporte —y en especial el fútbol—, contribuye a la construcción de identidades, constituyendo subjetividades que son clave en los procesos de socialización de nuestras sociedades. En este sentido, el fútbol hoy sobrescribe identidades, no sólo en las definiciones de género —la masculinidad que conlleva su práctica, por ejemplo—; también impone en la cotidianidad conversaciones y autorreferencias comunitarias. Sin embargo, no hay nada más rentable en este fútbol globalizado que la manipulación de las identidades nacionales.

El enfoque sociológico le interesa el deporte y, ahora el fútbol, por su capacidad para integrar social y culturalmente formas de relaciones fundadas en la competencia, reglas y respeto. También por su potencial para producir sociabilidad al crear conexión simbólica y comunicativa entre etnias, grupos, clases sociales, y hoy – lo vemos en el mundial—, entre naciones. Importancia tiene eso que Bourdieu llama ‘la construcción social del espectáculo', construcción que tiene como soporte un conjunto de manifestaciones: discursos, imágenes televisadas, cuñas comerciales, empresas patrocinadoras y políticas comerciales de gobierno y de Estado. Ejemplo de esto último es el lema de gobierno, ‘construir un país mundialista', articulada a la presencia de nuestra selección de fútbol en la Copa del Mundo.

Con todo, cada telespectador y fanático ve el espectáculo deportivo desde una subjetividad que lo conecta con otros telespectadores—fanáticos, creando la visión compartida de un evento que goza de interés en sí mismo, el fútbol de ídolos, competencia y disciplina física. No obstante, la sociología tiene otro interés, ver las diversas funciones sociales que posee el deporte en la sociedad y en particular el fútbol en esta era de globalización comercial y financiera. El interés científico reside también en identificar el papel que el deporte y ahora el fútbol esconde en el entramado comercial y político de nuestro país.

DEPORTE Y ESTADO-NACIÓN

La premisa que subyace a este interés es que el fútbol, como deporte espectáculo rebasa el ámbito meramente del placer audiovisual del entretenimiento y se inserta en una lógica de mercado, pero también en una lógica política. La relación entre sociedad y deporte en la sociedad panameña es compleja. En lo social, el deporte interviene en la construcción de tres identidades deportivas históricamente cruciales en su referencia nacional: el béisbol, el boxeo y el fútbol, que constituyen en sus diversas tradiciones, formas y procesos de socialización y de creación institucional. También el básquetbol tuvo su momento nacional. Sin embargo, estas tres identidades deportivas tienen en lo político una funcionalidad estratégica.

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.

El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

En lo político, Panamá como en otras sociedades, el deporte forma parte de hegemonías y de bloques históricos que afirman identidades vinculadas al dominio cultural de determinado proyectos nacionales. Dentro de la sociología política se denomina bloque histórico como estructura de poder, al conjunto de sectores sociales que logra imponer sus intereses y visión particular del mundo como si fuese una visión general de la sociedad.

Papel crucial tienen los sistemas simbólicos y culturales que garantizan la producción de sentido y la circulación de las emociones en torno a eso que llamamos Estado—Nación. Este sistema que produce y manipula emociones opera a favor de los intereses de un determinado orden económico y político. Es lo que se denomina hegemonía dentro de una determinada estructura de poder, donde históricamente el béisbol, Durán o la Sele, nos unifica y todos somos Panamá sin distingo de clases e intereses. Es aquí donde el deporte hace su aporte a esta función hegemónica de dominio, tanto político como económico.

En Panamá, estos tres deportes juegan ese papel de funcionalidad cultural-hegemónica a lo largo de nuestra historia (el béisbol, el boxeo y ahora el fútbol). El béisbol tuvo su inicio profesional en la década 1940 y termina su ciclo en 1971. Durante la realización de sus temporadas, contó con la participación y soporte de empresas vinculadas a la insipiente actividad industrial de la época.

El béisbol profesional se articuló funcionalmente a esta etapa económica denominada de ‘sustitución de importaciones' y contó con la participación decidida de industrias vinculadas la producción de cerveza, refrescos, tabaco, azúcar, ron.

Comparable en funcionalidad al béisbol, el boxeo se constituyó en la década de los 70 en agenda de Estado al formar parte central del proyecto político nacionalista del régimen militar. Se proyectó para la época —junto a la imagen del país potencia hípica ‘Cuna de los Mejores Jinetes del Mundo'—, como el país ‘Tierra de Campeones' (Durán, Frazer, Marcel, Pinder, Amores) ( La Estrella de Panamá 29/3/2011). Iconografía boxística que recrea el combate de David contra Goliat, en analogía a lucha soberana de recuperación del Canal. Recordemos el documental de Pituca de Heilbron, ‘Los Puños de una Nación' y su referencia a la carrera de Durán que corre en paralelo a la lucha nacionalista.

COROLARIO FUTBOLÍSTICO

No hay duda de que el fútbol se inserta hoy en una visión de mercado mundial, ‘jugando' en estas nuevas relaciones globalizadas de poder, un papel que pretende correr en paralelo al proyecto comercial y financiero de ser país-plataforma de inversiones en esta etapa globalizante y neoliberal de nuestro desarrollo.

En este sentido, el fútbol— al igual que el béisbol y el boxeo— forma parte de procesos cuyas relaciones económicas y culturales en un sentido amplio sirven de factor de cohesión y regulación del sistema político y económico (bloque histórico). El fútbol-club satisfaciendo necesidades similares a las de los partidos políticos, gremios profesionales y de clase, será funcional como se espera a un esquema de poder. No hay ingenuidad en ello.

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