La comunidad, guardiana de su sistema de energía eléctrica

  • 17/09/2025 18:16
Con la llegada de equipos fotovoltaicos que suministran la electricidad a El Guásimo, distrito de Donoso, crece la comunidad tanto en beneficios como en responsabilidades

La comunidad de El Guásimo, distrito de Donoso en Colón, fue dotada hace algunos meses de energía eléctrica gracias a la ejecución del proyecto El Guásimo, de la Oficina de Electrificación Rural (OER), que consta de sistemas individuales de generación fotovoltaica, que incluyen una planta con capacidad de 2240w pico, las estructuras para la debida instalación de la planta, sistema de almacenamiento de energía de 6.2kwh, con baterías de iones de litio-hierro-fosfato; Inversor off-grid de 5kw, sistema de monitoreo remoto e instalaciones eléctricas internas para 104 viviendas rurales, el colegio, el subcentro de salud, dos iglesias y la Junta Comunal.

El proyecto se llevó a cabo con una inversión de B/.1,196,288.95 provenientes del Fondo de Electrificación Rural, administrado por la OER. Esto ha representado un enorme cambio para toda la comunidad. El pueblo, que hasta ese momento dependía de generadores a base de combustibles fósiles o de placas solares de mínimo alcance, debía abastecerse de hielo en Miguel de la Borda, a unos 45 minutos en bote a través del río y realizar cualquier actividad resultaba complicada.

“La lavadora, si tú la conectabas al sistema viejo, rapidito se llevaba toda la carga”, comenta Modesto Terán, morador de la comunidad. El maestro se hizo de una planta ‘de buen tamaño’, pero si se lavaba dos o tres veces a la semana, representaba un gasto alto. “Estamos hablando de B/.40.00 en combustible para lavar. Claro, mientras estaba encendida se usaba el televisor o algún otro artefacto, pero no se compara en nada con lo que podemos hacer ahora”, dice con convicción.

“Ahora tenemos wifi, la nevera y otros accesorios como cafetera, microondas y un freezer que lo usamos nada más en el verano. Si en el día hay bastante sol, la batería carga hasta el 100%, se guarda esa energía y lo que se sigue generando es lo que se consume”, comenta.

Lo almacenado en la batería se utiliza en la noche para alumbrar la casa y sus predios, así como para entretenerse viendo algún programa de televisión antes de dormir. Recuerda el maestro que la mayoría de las viviendas tenían la suficiente energía para alumbrarse, pero no para algún equipo electrónico.

“Algunas familias de un poquito más ingreso compraban su planta y con eso resolvían su necesidad de energía eléctrica. Más o menos unas 15 familias”, calcula. Eso representaba solamente un 10% de las viviendas de la comunidad. Aun así, siempre quiso quedarse en el pueblo donde encontró a su esposa y, aunque por motivos de trabajo y también para poder ofrecerle una mejor educación a sus hijos se trasladó a la ciudad de Colón durante algunos años, siempre regresó a su casa, donde ahora vive a tiempo completo, luego de jubilarse. Sabino Valdés, también residente de El Guásimo, tiene eso en común con Terán.

Para favorecer la educación de sus hijos y para lograr un mejor empleo se trasladó a la ciudad de Colón por algunos años, pero “nunca he abandonado mi pueblo, venía todos los fines de semana. Siempre hemos convivido en el pueblo, mi papá tiene 80 años y ha vivido toda su vida en esta comunidad”, dice Valdés y recuerda cómo él fue criado con canecos de kerosene. “Años después fue que cambió el sistema y vinieron unas placas solares individuales de poco voltaje con las que por lo menos podíamos tener para alumbrar la vivienda, pero no teníamos los beneficios como los tenemos ahora”, afirma.

“Este pueblo ha cambiado bastante. Por lo menos, ya tenemos luz las 24 horas, tenemos nuestras neveras, tenemos la televisión, hay un sistema de wifi, ahora podemos comunicarnos con la familia todos los días a la hora que uno lo necesite”, a diferencia de hace un tiempo atrás, cuando para saber de alguien fuera del pueblo, se dependía de las radiocomunicaciones. “A través del CPR en Colón se enviaban mensajes en un horario y teníamos que estar pendientes para saber si algún familiar nos mandaba a decir algo”. Si no, esperar entre una o dos semanas cuando llegaba un mensaje en un papel gracias a un vecino. “Ahora tenemos comunicación en cualquier hora. Y todas las instalaciones públicas se han beneficiado también.

La escuela tiene su nevera para guardar la comida de los niños. El centro de salud ahora tiene su abanico y sus neveras para cuando los doctores vienen a atender. La Junta Comunal también está avanzando en la tecnología para la atención del pueblo. Aquí hay una iglesia católica que hace seminarios donde participa gente de toda la provincia y aquí vienen muchas personas por seminario y me siento agradecido verdaderamente de que esas personas se sientan cómodas con el desarrollo que tenemos nosotros aquí y que ha beneficiado bastante a nuestra comunidad”, declara Valdés. Terán ha puesto en venta su planta a base de combustible. Nadie ha estado interesado en comprarla. El proyecto El Guásimo ha representado un cambio considerable en la forma de vivir del pueblo, pero de la misma manera, trae consigo algunos deberes para sus beneficiarios.

Limpieza y mantenimiento

Modesto Terán recuerda que, durante la instalación del equipo, el personal de la empresa contratada para su instalación insistió en que los moradores no debían tocar nada. El mandato cambió cuando la instalación estuvo concluida. “Por su seguridad les pedimos que no tocaran durante la instalación, pero ahora ustedes tienen que conocer su equipo”.

Ipelsa Solar, contratista de AES Panamá, ofreció una capacitación a todos los usuarios del sistema pues cada familia es responsable de manejar su propio equipo. “Nos explicaron cómo limpiar todo, qué hacer si algo no funciona bien en el equipo o a quién llamar. También la forma correcta de encender y apagar todo”, relata el maestro.

Los usuarios han comprendido que deben cuidar el sistema, que se deben aprovechar los rayos solares y en días de pleno sol hacer la mayoría de las actividades, ya que al estar cargada la batería en su totalidad, la energía que se sigue generando no consume la almacenada en la batería, y así mismo evitarlas cuando el sol se encuentra nublado, pues las reservas se agotarán.

Además, del buen uso y mantenimiento que den a su equipo, dependerá su tiempo de vida. Los reemplazos o reparaciones correrán por cuenta de cada usuario. “Por ello es importante que la gente se concientice para podernos organizar y hacerle frente a las necesidades que vendrán en el futuro. Ahorita los daños de las baterías o las placas están cubiertos por una garantía, pero va a llegar el momento en que será asunto de cada uno”, advierte Terán. “El día que se te dañe la batería o el inversor ¿cómo vas a hacer frente a eso? ¿Cómo vas a traer a un técnico?”.

Un desafío como comunidad

Con una población que, si bien no corresponde al renglón de extrema pobreza, pero tiene grandes limitaciones económicas, es vital la organización en conjunto para hacer frente a futuros gastos de mantenimiento, reparaciones o el eventual reemplazo de alguno de los elementos del sistema. “Para muchas personas su entrada económica les permite sobrevivir. Entonces deben considerar hacer pequeños aportes a manera de ahorro para eventualmente poder contar con un fondo que les permita hacer frente a futuras situaciones”, sugiere Hernández Visuete.

Actualmente, con el apoyo del Instituto Panameño Autónomo cooperativo (Ipacoop), se busca fortalecer una cooperativa que se encargue de la administración de estos bienes aportados por el Estado, de manera que se garantice la sostenibilidad de este proyecto. “Las cooperativas están justamente para apoyar y resolver situaciones que afectan a toda la comunidad: el suministro de electricidad, de agua o para otras situaciones. Una comunidad que no responde a la necesidad de su pueblo no está velando por su futuro”, reflexiona Terán.

“Por eso, vamos con la cooperativa poco a poco para ir organizándonos bien y llevar una estructura de monitoreo del sistema eléctrico”, propone. La electricidad ha cambiado la manera de vivir en El Guásimo. No solo en cuanto a beneficios y comodidades, también en cuanto a responsabilidades. La comunidad está consciente y crecerá con ello. “Agradecemos al Estado, a AES, a la empresa contratista. Se acordaron de una comunidad pobre y van a cambiarle la vida para bien, eso es una bendición de Dios”, concluye el maestro Modesto Terán.

Lo Nuevo