Más que cuatro campeones

Actualizado
  • 19/12/2023 00:00
Creado
  • 18/12/2023 20:55

Roberto Durán era un muchacho de 14 años que presenciaba la pelea encaramado en un camión, cuando Ismael Laguna le ganó al puertorriqueño Carlos Ortiz el cinturón de peso ligero, el 10 de abril de 1965 en el estadio Juan Demóstenes Arosemena.

A la altura del décimo tercer asalto gritaron: “Puertas”, y estas se abrieron. En la desesperación por bajarse del camión e ingresar a la arena, la tabla donde estaba sentado se quebró. Durán quedó debajo de otros aficionados. Tuvo dificultades para levantarse, pero cuando lo logró y llegó corriendo a la arena, Laguna ya había ganado el campeonato.

Se sentó en el tinglado, llenó de orgullo, por la hazaña del ‘Tigre de Colón’: “Yo voy a ser como ese señor, y voy a ser más grande que él...”, se dijo a sí mismo. “Tres días después estaba entrenando”, recuerda Gabriel Cordero, periodista especializado en boxeo.

En esa misma cartilla, de aquella inédita noche, un joven de 18 años, Alfonso ‘Peppermint’ Frazer, iniciaba su carrera profesional ganando por nocaut, en el primer asalto, a ‘Baby’ Luis Carlos. Como coincidencia del destino, Enrique ‘La Maravilla’ Pinder, que para entonces tenía 17 años, estaba en el estadio vendiendo sodas (gaseosas).

Estos tres muchachos, sin saberlo, recorrerían el mismo camino de glorias y penas que les traería el boxeo profesional. Así lo recuerda Carlos Salazar, miembro de la Comisión de Boxeo de Panamá.

Siete años después -en 1972- Pinder, Frazer y Durán revivirán la gloria de Laguna en sus propias experiencias. El 10 de marzo de 1972, en el entonces gimnasio Nuevo Panamá, ‘Peppermint’ Frazer ganó por puntos el cetro del peso Junior Wélter al argentino Nicolino Locche ‘El Intocable’.

Habían transcurrido tres meses del triunfo de Frazer, cuando el invicto Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán empezaba a cumplir su promesa. En Nueva York derrotó -en 13 asaltos- al escocés Ken Buchanan, el 26 de junio, y conquistó la corona del peso ligero.

Un mes y cuatro días después de Durán -30 de julio- Enrique ‘La Maravilla’ Pinder se alzó con el campeonato mundial gallo al vencer por decisión unánime al mexicano Rafael Herrera, en el gimnasio Nuevo Panamá.

El 19 de agosto de 1972, en el Maestranza César Girón de Maracay, Venezuela, otro peleador que llegó a un gimnasio de Colón de la mano de Ismael Laguna, se convertía en el sexto campeón panameño. Con tan solo 24 años, Ernesto ‘Ñato’ Marcel le dio cátedra de boxeo al venezolano Antonio Gómez. Laguna quiso entrenarlo, pero la progenitora de Marcel lo impidió. Lo metió preso.

Los cuatro pugilistas completarían el primer póker de ases de la historia del boxeo y serían los protagonistas de una época de oro. Era algo sin precedentes, impensable para un país tan pequeño como Panamá, que tenía un poco más de un millón de habitantes

“Quienes querían ser campeones mundiales tenían que trabajar duro y cuidarse y, sobre todo, tener mucha disciplina”, señala Celso Chávez, un exboxeador que disputó un campeonato mundial, sobre el éxito de la generación de los años 70.

El deporte en la cúspide

En 1970, Panamá había sido sede de los XI Juegos Centroamericanos y del Caribe. Luego, en 1973, acogería la sede de la séptima edición de los Juegos Bolivarianos. Había una efervescencia por el deporte.

El boxeo alcanzó su auge como deporte principal en el país. Se realizaban constantes ligas internas, regionales y nacionales en las que participaban centenares de muchachos que soñaban con convertirse en campeones.

Todos los fines de semana había funciones de boxeo y los gimnasios registraban llenos completos. Incluso había mucha más gente fuera que dentro de los gimnasios. “Era fenomenal”, expresa Carlos Salazar. Así también lo registran las imágenes de la época. “Todos los muchachos queríamos ser deportistas, boxeadores. Todo el mundo quería ser Durán, Frazer, Pinder ...”, agrega Celso Chávez.

Pero en los años 70 había mucho más que buenos boxeadores tirando guantes. “Los entrenadores eran personas mayores que se hacían respetar e imponían su criterio”, afirma Harmodio Cedeño, árbitro local e internacional, con más de 60 peleas de campeonato.

Surgió una generación de comunicadores, profesionales e intelectuales, con poder de información. Víctor Raúl Vásquez, Arquimedes ‘Fat’ Fernández, Tomás Cupas, Harmodio Icaza, Rafael ‘Chéquele’ Samudio, Juan Carlos Tapia y Alfonso Castillo. “Castillo fue quien le puso el mote de ‘Mano de Piedra’ a Roberto Durán. Estos comunicadores influían en la sociedad y marcaban la diferencia con sus comentarios”, destaca Gabriel Cordero.

Había, además, una sólida estructura administrativa que potenciaba el desarrollo integral del boxeo. Uno de los nombres que sobresale y que está directamente ligado a la época de oro es el del médico Elías Córdoba.

Durante casi dos décadas (a partir de 1957), Córdoba dirigió la Comisión de Boxeo de Panamá. En menos de dos años promovió 12 peleas de campeonato mundial. La inolvidable noche en que Laguna se coronó campeón por primera vez, Córdoba ya presidía la organización.

En aquellos tiempos el país fue escenario de inéditas peleas. Hubo pugilistas panameños que incluso se coronaron como los primeros campeones del mundo de nuevas categorías.

El 23 de agosto de 1975, en el gimnasio Nuevo Panamá, Jaime ‘El Cieguito Maravilloso’ Ríos -apodado así por una deficiencia visual - derrotó al venezolano Rigoberto Marcano y se convirtió en el primer titular de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de la recién creada división de minimoscas (108 Libras). Ríos fue el máximo exponente del estilo “pai pai y no toy”, una técnica estilista basada en el poder de conectar y eludir al adversario, que caracteriza a la escuela panameña.

La misma hazaña la repetiría Rigoberto ‘El Pequeño Veneno’ Riasco, el 3 de abril de 1976, en el gimnasio Nuevo Panamá. Al ganarle -por retiro- al keniano radicado en Japón Phillepe Waringe Kakayam, en ocho asaltos, Riasco se convirtió en el primer monarca de la Comisión Mundial de Boxeo (CMB) de la categoría supergallo (126 libras).

Ese mismo año (1976), Alfonso ‘Piedrita’ López, el primer pugilista nacido en la provincia de Darién, se consagró titular de los pesos mosca al noquear en el último asalto al filipino Erbito Salabarría, en Manila.

Tiempo de grandes dirigentes

La admiración y el respeto por Elías Córdoba traspasó las fronteras. Fue coordinador internacional y vicepresidente de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). En 1974 sería escogido para dirigir la organización y reelecto en tres ocasiones; las dos primeras por aclamación.

Córdoba fue el primer latino en ocupar el más alto cargo del más antiguo organismo rector de boxeo mundial. La memorable noche en que Roberto Durán se coronó campeón superwélter al derrotar a Davey Moore en el Madison Square Gardens, Córdoba estaba allí. Lo sostuvo por la cintura cuando un emocionado ‘Cholo’ compartía con el público al grito de “Durán”, “Durán”, “Durán”. Aún con el peso de los años, Córdoba no faltaba a las funciones de boxeo y, así con su presencia, aportaba en los grandes eventos.

Otro de los dirigentes panameños con gran influencia y prestancia que ayudó al crecimiento y consolidación del boxeo en los años 70, fue Rodrigo Colón Sánchez. Al igual que Córdoba, llegó al boxeo en los 50. Dirigió la AMB entre 1979 y 1982.

En la historia de los 70 hay un nombre que no se puede obviar, Jesús Máster Gómez. Era detective del Departamento Nacional de Investigaciones (DENI) cuando le asignaron la seguridad de la familia Eleta. Un buen día, el empresario y apoderado Carlos Eleta le propuso encargarse de la promoción de las peleas.

La primera cartilla que promovió fue la de Roberto Durán vs. Luis Patiño, en el gimnasio ‘Neco’ de la Guardia. Alcanzó un lleno completo, con ello dio inicio a una exitosa carrera de más de tres décadas. Gómez tenía un extraordinario poder empresarial y de convocatoria. En sus cartillas hubo figuras estelares y dos grandes del siglo pasado: Wilfredo Gómez y Roberto Durán. El gimnasio de Barraza, en el corregimiento de El Chorrillo, lleva su nombre.

Los 70 son una gloriosa e irrepetible época; en ella Panamá llegó a tener dos veces cuatro campeones mundiales al mismo tiempo. En una era en la que solo había dos organismos (AMB y CMB), se lograron grandes proezas.

La enigmática vida de ‘El Rockero’

UN RECORRIDO FUGAZ

A Pedro Álcazar lo apodaron ‘El Rockero’ por vestir al estilo rockero y no por su inclinación hacia esa música. A su particular ‘look’ en el que usaba pantalones tres cuartos, con diseños pocos convencionales, y portando lentes oscuros en la parte de atrás de su cabeza, le sumaba cortes de cabello con diseños de estrellas y nombres escritos como “Panamá”.

De su afro salían dos rulitos que dejaba colgando sobre su frente. Registrado como Guillermo González –oficialmente nació el 29 de agosto de 1975, en la provincia de Darién–, fue un muchacho extrovertido y carismático, amante del vallenato, un género musical autóctono de Colombia; “de donde se cree era originario”, comenta Francisco Cornejo, periodista especializado en deportes. Las razones que lo motivaron a cambiar de nombre son un enigma.

Lo poco que se sabe es que su padrastro fue quien decidió llamarlo Pedro Álcazar. Antonio Pérez, periodista, quien por corto tiempo cubrió la carrera de ‘El Rockero’, lo escuchó en los gimnasios. Disfrutó del éxito al convertirse en campeón mundial Super Mosca de la Organización Mundial de Boxeo, con 25 años. Su apoderado Rogelio Espiño le regaló una casa en La Chorrera, cuando ganó el cinturón ante el nicaragüense Adonis Rivas, en la ciudad de Panamá el 16 de junio de 2001.

La muerte lo sorprendió el 23 de junio de 2002, 36 horas después de perder el título ante el mexicano Fernando Montiel, por nocaut en el sexto asalto, en el MGM Grand de Las Vegas, Nevada. Lo encontraron derrumbado en la habitación del hotel, donde se alistaba para regresar a Panamá.

Fue conducido a un hospital, donde se determinó su deceso debido a un traumatismo craneoencefálico (producto de los golpes de la pelea). Espiño, sin embargo, duda que fuese por la pelea. Cree que ‘El Rockero’ se resbaló en el baño, golpeándose. Francisco Cornejo, quien le acompañó durante su estancia en Las Vegas, Estados Unidos, explicó que un mes y medio antes de la pelea,

‘El Rockero’ sufrió un accidente en el que el auto donde viajaba dio varias vueltas. Nunca lo comunicó. Lo ocultó temeroso de que pudiese suspenderse la pelea, la bolsa con el mexicano era de $120.000, la más alta de su carrera y era, además, su primera pelea transmitida en una televisión estadounidense.

Aunque Alcázar tuvo una corta carrera, su nombre ha quedado escrito en la historia del boxeo panameño y en un gimnasio. Allí se forjan nuevos exponentes que construyen una trayectoria en esta disciplina deportiva.

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