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- 13/04/2012 02:00
PANAMÁ. El conflicto entre los madereros de Panamá Este y Darién que pedían esta semana que los dejaran transportar su materia prima a la ciudad capital; la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), que modificó recientemente su resolución del 28 de abril de 2011 por contener disposiciones contradictorias; y el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), que alegó recibir órdenes superiores para detener los camiones de madera, entre ellos, el codiciado cocobolo, parecieran resueltos.
Pero detrás de lo que parece una solución entre las partes, persiste la desconfianza de indígenas de la etnia emberá wounaan, ambientalistas y lugareños de esas áreas porque creen que detrás de estos arreglos persiste la corrupción en la que están involucrados algunos funcionarios, los propios madereros y comerciantes de origen chino que son los más interesados en la compra y venta de la madera.
De las voces de estas personas que prefieren mantenerse en anonimato saltan dos nombres: Jorge Cheng y Raymond Gao, señalados como los dueños del redondo negocio de vender la fina madera.
A juicio de Leonidas Quiróz, representante legal del Congreso Wounaan, y ambientalistas como Alida Spadafora, de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza, detrás del negocio de la madera se esconden intereses que buscan lucrar con el recurso natural de forma descontrolada.
OFERTAS ‘ON LINE’
Portales en la internet ofertaban grandes cantidades de madera mucho antes que existiera la resolución AG-0260- del 28 de abril deL 2011 ANAM, donde regula el aprovechamiento de la madera de las especies Dalbergia retusa y Dalbergia darienensis, conocida como cocobolo, ya que la explotación de la materia prima estaba en su mejor momento.
El especialista ambiental y consultor agroforestal Eduardo Esquivel Ríos señaló que los principales compradores del producto ahora son los chinos.
Esquivel indicó que estas personas compran la madera a través de contactos o intermediarios en Panamá, México y Colombia. ‘Hay unas empresas panameñas que también los compran, como Latin Sales Woods y Tropical Woods, y que se dedican a la exportación.
Intentamos contactar a estas empresas con nombres y teléfonos, pero respondían que no se dedican a ese tipo de negocios. Bernardo Ramos, presidente de la Fundación de Madereros de Panamá Este y Darién, defendió la resolución en la que por ningún lado prohíbe la extracción y tala del árbol. ‘Tenemos los permisos que nos dio Anam para sacar la madera, los madereros han pagado sus impuestos y han presentado sus informes técnicos’, dijo .
Ramos afirmó que muchos madereros han dejado de extraer otras especies como caoba, teca y roble, y desde hace tres años han empezado con el cocobolo porque es más rentable y se paga mejor. El dirigente, quien no quiso dar el nombre de su empresa, afirmó que hay intenciones de empresarios de construir un aserradero en Darién.
Mientras las autoridades del ambiente dejen pasar a aquellos camiones que cuenten con sus permisos, no se sabrá hasta cuánto dure el preciado árbol, del cual temen los ambientalistas pueda desaparecer pronto.
Y es que la nueva resolución de la ANAM por ningún lado deja claro que esta especie está en peligro de extinguirse; sin embargo, permite el uso de aquellos árboles secos y caídos de forma natural, verificados mediante inspección técnica, y de aquellas plantaciones forestales de Dalbergia retusa y Dalbergia darienensis que estén inscritas en el registro forestal de la Anam.
El Ministerio Público informó que la fiscal Quinta de Circuito en Delitos Ambientales, Ruth Morcillo, dio inicio a una investigación por establecer si hubo o no tráfico ilegal de madera, tanto en Chimán como en Darién.