Panamá reduce el embarazo adolescente, pero sigue cosechando pobreza

Según la rigurosa metodología MILENA aplicada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas , el costo de oportunidad asociado al embarazo y la maternidad temprana en Panamá asciende a una cifra asombrosa: $1.500 millones

Panamá exhibe una tendencia alentadora: el número de nacimientos registrados en mujeres menores de 20 años muestra un comportamiento descendente en las últimas dos décadas.

Según datos de Estadísticas Vitales, los nacimientos en este grupo etario alcanzaron su máximo en 2012 con 15.206 registros, disminuyendo a 9.531 nacimientos registrados en 2022.

La tasa de fecundidad adolescente (para mujeres entre 15 y 19 años) también descendió desde 2010, situándose en 68,5 nacimientos por cada 1.000 mujeres adolescentes en 2022.

Sin embargo, este descenso, aunque positivo, enmascara una realidad persistente y profundamente costosa que sigue lastrando el potencial humano y el desarrollo del país.

A pesar de la reducción, la tasa de fecundidad adolescente en Panamá sigue siendo superior al promedio regional de América Latina y el Caribe (aproximadamente 52,1 nacimientos) y al nivel mundial (41,8 nacimientos).

Más allá de las cifras de nacimientos anuales, el impacto socioeconómico acumulado del embarazo y la maternidad temprana impone una carga masiva que, lejos de disiparse con la tendencia descendente, sigue representando un costo de oportunidad monumental.

Según la rigurosa metodología MILENA (Metodología de Impactos del Embarazo Adolescente en América Latina y el Caribe) aplicada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), el costo de oportunidad asociado al embarazo y la maternidad temprana en Panamá asciende a una cifra asombrosa: $1.500 millones.

Esta cantidad equivale al 2% del producto interno bruto (PIB) del año 2022.

Los mensajes clave del estudio son contundentes: el embarazo adolescente conlleva un alto costo de oportunidad para el país.

Para comprender la magnitud de estos $1.500 millones perdidos anualmente, el estudio ofrece comparaciones impactantes: la cifra es comparable al costo inicial de la línea 1 del Metro de Panamá.

Esto implica que, si se lograran reducir los costos derivados del embarazo adolescente, Panamá podría liberar recursos suficientes para, por ejemplo, modernizar el Metro de Panamá con la adquisición de 50 nuevos trenes, capaces de movilizar a 100 millones de usuarios al año o 270.000 pasajeros diarios. Además, representa el valor de un mes de operaciones en la Zona Libre de Colón en reexportaciones.

Estos paralelismos subrayan que el embarazo adolescente no es un problema menor, sino un obstáculo económico de primer orden que detrae recursos que podrían destinarse a inversiones vitales en infraestructura y dinamización económica.

El elevado costo de oportunidad, estimado mediante la metodología MILENA 2.0 utilizando datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2023 y la Encuesta de Propósitos Múltiples 2022, se explica por la combinación de factores críticos: el significativo número de mujeres que fueron madres en la adolescencia, el profundo impacto de la maternidad temprana en su nivel educativo, y la fuerte correlación entre el logro educativo y los ingresos laborales de las mujeres.

El estudio analiza el efecto del embarazo y la maternidad temprana en el curso de vida de las mujeres, utilizando el concepto de potencial desaprovechado.

Las brechas socioeconómicas generadas por el embarazo adolescente son evidentes y lacerantes:

Logro educativo: existe una brecha educativa muy alta. Las mujeres que tuvieron hijos en la adolescencia alcanzan consistentemente niveles educativos inferiores en comparación con aquellas que postergaron la maternidad hasta la edad adulta. La diferencia es abismal: apenas el 14,4 % de las madres adolescentes alcanzó educación superior, mientras que 43.3 % de las mujeres que fueron madres en la edad adulta logró este nivel. Abandonar la escuela representa un costo de oportunidad laboral mayor en Panamá, donde la educación superior incrementa drásticamente los ingresos.

Participación laboral e ingresos: el fenómeno se traduce en una reducción de la participación de las mujeres en el mercado laboral remunerado. Las mujeres que fueron madres adolescentes presentan tasas de inactividad y desempleo más altas. La tasa de inactividad para madres adolescentes es 42,5 % frente al 36,3 % para madres adultas. La tasa de desempleo es 9,0 % frente al 6,9 %. Esta menor inserción laboral y la brecha educativa resultan en menores ingresos percibidos. Se estima una diferencia de más de 4.000 balboas en los ingresos anuales promedio, o una brecha salarial del 57 %, es decir, las madres adolescentes ganan, en promedio, 57 % menos anualmente que quienes fueron madres en la edad adulta. La pérdida estimada de ingresos por inactividad y desempleo fue de 229,6 millones de balboas en 2023, y la pérdida por la brecha salarial fue de 1.312,7 millones de balboas en 2023.

Costos de salud: el embarazo adolescente impone una carga significativa al sistema de salud. Los gastos de atención en salud para embarazos adolescentes se estimaron en $10,6 millones en 2022, cubriendo cuidados prenatales, partos, complicaciones y atención al recién nacido. Para 2023, la cifra estimada fue de 11,5 millones de balboas. Adicionalmente, existe una pérdida social por la mortalidad materna en adolescentes, estimada en $906.000 en 2022.

Impacto fiscal: el costo socioeconómico total se traduce directamente en una reducción de los ingresos fiscales para el Estado, principalmente por impuestos al consumo, estimada en $79 millones no percibidos.

Más allá de los fríos números económicos, existen impactos no monetarios que son igualmente devastadores. La maternidad temprana impone una sobrecarga de cuidados sobre las jóvenes y sus familias, llevándolas a la inactividad laboral o educativa para dedicarse al cuidado de los hijos y las tareas domésticas. Sus trayectorias de formación y desarrollo de habilidades se ven truncadas abruptamente por la necesidad de asumir responsabilidades o buscar ingresos para sobrevivir.

“Lo que se hace es seleccionar una serie de indicadores educativos de inserción al mercado laboral, de salarios, de atención a salud y de impuestos que tú pagas, por así decirlo, y hacer la comparación”, manifestó Paula Martes, doctora en Estudios de Población que trabajó en el estudio. “Es para mostrar las desigualdades que hay. Porque el hecho de que tú hayas tenido o experimentado por algún motivo una maternidad temprana no debería traducirse en tantas barreras para seguir tu carrera o tu proceso educativo o de poder entrar al mercado laboral de una forma productiva. Eso es lo que queremos mostrar, que hay una brecha, hay una desigualdad que está pesándole más a estas mujeres”, explicó.

Un hallazgo particularmente crítico y socialmente relevante del estudio es que la mayoría de los embarazos adolescentes en Panamá ocurren en el marco de una unión, y 9 de cada 10 madres adolescentes tienen su hijo/a con una pareja mayor que ellas.

En 2022, el 73 % de las madres adolescentes tenía una pareja con una diferencia de edad de más de 5 años, una tendencia que aumentó desde el 66 % en 2018. El estudio es explícito: esto expresa abiertamente que la sociedad panameña tolera parejas de hombres adultos con niñas y adolescentes, un problema arraigado en normas sociales y uniones inequitativas.

La educación es un elemento clave para prevenir los embarazos no deseados. Pero sigue siendo una deuda pendiente en Panamá.

El organismo internacional ha presentado guías de educación sexual al Estado panameño antes. En 2016, padres de familia y organizaciones religiosas se manifestaron en contra de las guías cuestionando su contenido, finalmente llevando al Ministerio de Educación (Meduca) a no acogerlas. En su lugar, fueron revisadas y finalmente se aprobó una nueva versión, aunque su ejecución en el grupo más vulnerable está en tela de duda.

“Naciones Unidas trabajó las guías integrales en sexualidad, que fue una iniciativa que se trabajó hace muchos años. Esas guías fueron parte de un proceso de discusión con distintos actores. Hoy por hoy tenemos las guías de sexualidad aprobadas por el Ministerio de Educación, que es un avance en el país, y en el caso de las recomendaciones que planteó el Fondo de Población, podemos decir que la mayoría de las recomendaciones están en las guías”, dijo la representa de Unfpa en Panamá, Edith Castillo. “Existen, pero no se están implementando. El periodo pasado, en las últimas sesiones, el personal del Meduca presentó un informe revelando avances en la implementación en la educación básica pero hay un gran desafío en la educación media. Ese es el sector que más las necesita y no sabemos qué tanto se están aplicando las guías”, lamentó.

El viceministro de Salud, Manuel Zambrano, coincidió en la necesidad de proporcionar educación sexual adecuada a los jóvenes. “A veces nos negamos a aceptar nuestros problemas, pero si no nos enteramos de qué es lo que está sucediendo, si no nos damos por enterados de cómo están las cosas, ¿cómo vamos a poder cambiarlas? Posiblemente, si hubiésemos hecho y tomado las precauciones en el momento que se propusieron, hubiera podido haber cambiado esto”, afirmó el viceministro. “Hay que dar educación sexual para nuestros jóvenes, porque el mundo ha cambiado. Ya no es el mismo mundo que teníamos nosotros hace 20, 30 años. Hay que formar a nuestros jóvenes en la parte sexual”, concluyó.

Panamá reduce el embarazo adolescente, pero sigue cosechando pobreza
Edith Castillo
Representante de Unfpa en Panamá
Meduca presentó un informe que revela avances en la implementación de la educación básica, pero hay un gran desafío en la educación media. Ese es el sector que más las necesita y no sabemos qué tanto se están aplicando las guías”.
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