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- 25/08/2011 02:00
Arnulfo Arias, el revolucionario y el doctor, era constantemente asediado con muestras de afecto y admiración. Ya era un héroe. Años más tarde, él mismo revivió las muestras de afecto que le llovieron tras la revolución de 1931. Poco después de la jornada del 2 de enero de 1931, --dijo en un discurso-- se encontraba una noche de paso por la ciudad de Chitré, en el Hotel de Casimiro Martín. Allí dormía, ajeno a cualquier sorpresa, cuando lo despertaron las aclamaciones de sus amigos chitreanos. Ellos interrumpieron su sueño para ofrecerle una serenata y para colgar en su pecho, una sencilla condecoración alusiva al valor y al patriotismo. Arnulfo nunca olvidó ese gesto: ‘Esta improvisada, espontánea y entusiasta manifestación de nobles hijos de Chitré, me llenó de emoción, de satisfacción y de regocijo’, celebró años después.
Por esos tiempos también en Colón fue noticia. Tras la revolución del 31, durante el breve gobierno de Alfaro (1931-32), Arnulfo sufrió la embestida de un atentado contra su vida, que lo catapultó más en la arena de los asuntos públicos. Como jefe de Salud Pública había visitado reiteradamente Colón y en una de ellas (15 de agosto), con motivo de su cumpleaños, un agasajo lo esperaba. Casi a ruego clamaron por un discurso que, modestamente declinó alegando que esas inmerecidas muestras de afecto, se debían a la simpatía que sentía el pueblo por su hermano Harmodio. Cuatro días más tarde, sus seguidores lo desmintieron; la simpatía también era hacia él, Arnulfo. El 19 de agosto se conmemoró el octavo aniversario de la fundación de Acción Comunal y se le designó como orador oficial. En el evento, al que asistió el propio Presidente Ricardo J. Alfaro, Arnulfo proyectó consideraciones que, viéndolas después a la distancia, se anticipaban como parte integral de la Constitución de 1941. Si ya Arnulfo opacaba la figura del Presidente con su presencia y sus discursos, lo que le ocurrió poco después, lo hizo aún más. Unos días después volvió a visitar Colón y, al acudir al seno de la cámara edilicia, su cuerpo fue albergue de tres balas que diezmaron su vida en trance de peligro mortal; enseguida fue conducido al Hospital; fue herido en el abdomen, en la región lumbar y en el cuello, próximo a las cuerdas vocales. Otra vez Arnulfo estaba en boca de todos. Esto reafirmaba una realidad: el 2 de enero de 1931, Arnulfo partió en un viaje sin retorno, donde el camino sería marcado por un pueblo reclamándolo como su líder. Pero también, poderosos enemigos, urdían su muerte. Entonces llegó la hora del Partido.
Adolfo Benedetti sostiene que ‘el Dr. Arnulfo Arias visualizó en la realidad la confirmación de todas las teorías viabilizadas por el 2 de enero’ y por ello, junto con Ezequiel Fernández y José Pezet fundó la Coalición Nacional Revolucionaria (CNR) el 30 de agosto de 1934. Se emprendían los primeros pasos hacia un Partido. La CNR lanza al país (el 5 de octubre de 1934) un vibrante manifiesto en que se plantean la socialización de los servicios de puertos libres de gran calado, el impedimento de la fuga hacia el exterior de los capitales, el fomento de una inmigración positiva para la nación, el desarrollo de la educación nacional en todas sus facetas, y otros puntos de igual impacto doctrinal. Después de una intensa labor explicativa a lo largo del país, la CNR se convierte (en 1935) en el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Luego en magna convención electoral, el 22 de diciembre de 1935, se postula para la presidencia de la República, al Dr. Juan Demóstenes Arosemena. Para Alvin Weeden, cuya esposa guarda vínculos familiares con Juan Demóstenes Arosemena, ‘en el 36, quien lleva a la Presidencia a Juan Demóstenes Arosemena fue Arnulfo Arias’. El favor le fue devuelto. Bajo este gobierno Arnulfo Arias viaja al viejo Continente, ‘investido de los cargos de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante los Gobiernos de Inglaterra, Francia, Suecia y Dinamarca, desempeñando igualmente el cargo de delegado a la Liga de Naciones y enviado especial a la Coronación de Jorge VI, Monarca Británico’, reseña Benedetti.
Durante su permanencia allá, acontecen dos cosas importantes. Una es que Arnulfo Arias ‘tomó contacto con las doctrinas nacionalistas que imperaban en el viejo Continente en vísperas de la II Guerra Mundial’, como dicen los historiadores Araúz y Pizurno y la otra, es que el Dr. Juan Demóstenes Arosemena, en su carácter de Presidente, cumplía el programa de gobierno trazado por el PNR. En ese marco, el Dr. Ezequiel Fernández Jaén, máximo dirigente de dicha agrupación política, organizó lo que vino a llamarse después como los ‘Partidos Coaligados’. El 21 de octubre de 1939 estos núcleos se reunieron en Santiago de Veraguas, para postular como candidato a la Presidencia al Dr. Arnulfo Arias para el periodo de 1940 a 1944. Nace así otra leyenda. El 22 de diciembre de 1939, Arias regresa Panamá y proclama su visión de gobierno que denominó ‘Panameñismo’.