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- 06/02/2011 01:00
- 06/02/2011 01:00
PANAMÁ. Con extrañeza y preocupación, no pocos residentes de la isla de Taboga han notado que en las últimas temporadas la cantidad de pelícanos que suelen arribar a la zona, con motivo de su temporada de apareo y anidamiento, está disminuyendo significativamente. Y es que en la que fuera considerada por ornitólogos de prestigio internacional como una de las mayores colonias de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis) en el mundo —puesto que llegó a contabilizar en su mejor momento hasta 100 mil aves— hoy día la ausencia de éstos pájaros resulta más que evidente hasta para el forastero que, atraído por los relatos de guías de turismo, visitan la isla.
Durante una gira al área realizada recientemente por La Estrella, un reportero gráfico constató en el sitio que, en efecto, los taboganos perciben como un misterio la ausencia de estas aves de mar y pese a sus elucubraciones sobre las posibles causas de este fenómeno, no terminan de comprender qué está ocasionando su desaparición, o peor aún, cómo este fenómeno puede ser una señal de algo peor.
‘Las cosas ya no son como antes, cada vez son menos las aves marinas que anidan en las costas de Taboga’, relató visiblemente consternado Faustino Bustamante, un pescador tabogano para quien los responsables del problema son las grandes embarcaciones de pesca frente a la isla, por quitarles el alimento a los pelícanos. ‘Ellos se ven obligados a migrar a otros sitios donde hayan peces para saciar su apetito’, dice resignado, mientras guía su panga con destino a la pequeña isla de Urabá, contigua a Taboga, y señala una punta rocosa donde tiempo atrás los pelícanos pardos solían posarse y anidar, entre enero y junio de cada año.
Igual preocupación expresa Rosabel Miró, de la Sociedad Audubon, una organización de prestigio internacional dedicada a la conservación y estudio de las aves, para quien actualmente la ausencia de pelícanos en estas islas es notoria si se compara con otros años. Y es que, de acuerdo con los cálculos de su organización, afirma Miró, en el censo realizado en 1979 al menos unos 14 mil ejemplares de estas aves llegaron a reproducirse en dicha zona; sin embargo, la población se ha ido reduciendo con los años.
REFUGIO DE VIDA SILVESTRE
Sustentada en argumentos científicos, mediante el Decreto Ejecutivo N° 76 de 1984, la entonces Dirección de Recursos Naturales Renovables del MIDA (RENARE) declaró la parte oeste de la isla de Taboga y toda la isla de Urabá, al sureste, como un área protegida de 258 hectáreas, bajo la condición de refugio de vida silvestre, con el fin de proveer la protección necesaria a un hábitat específico para la existencia y bienestar sostenido de una especie, en este caso, de fauna migratoria de importancia nacional y global: la gran colonia de pelícanos pardos.
¿POR QUÉ ESTÁN DESAPARECIENDO LOS PELÍCANOS?
Consultado sobre las posibles causas que pueden estar provocando la desaparición de la colonia, el especialista en ecosistemas marinos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, Héctor Guzmán, señaló que puede tratarse de varios factores que simultáneamente podrían estar incidiendo, entre los que destacó: ‘la falta de alimento (peces), ya sea por sobrepesca o escasez asociada a los fenómenos de El Niño y la Niña’.
Posiblemente lo que estamos viendo ‘es una población inferior o caída en la productividad de la colonia de anidación, no debido a algo actual, sino en respuesta a años anteriores. El Niño último duró casi dos años; es decir, dos ciclos reproductivos, que si bien no fue un evento fuerte, podría haber afectado a peces de los cuales se alimentan los pelícanos. En consecuencia, el número de huevos y crías que sobrevivieron los dos últimos años posiblemente fueron bajos’, se atrevió a especular Guzmán, haciendo la salvedad de que ese mismo argumento podría pasar con la sobrepesca. ‘Pero es difícil de saberlo por falta de observaciones en otras colonias. Es interesante saber si esa baja poblacional o en la productividad es igual en otras colonias del archipiélago de Las Perlas’, planteó.
Adicionalmente, el científico señaló que si la situación es única de la colonia de pelícanos en Taboga, se estaría ante un escenario más local (no El Niño), por lo que podría existir un estresor en la propia isla, tales como malos vecinos, perros, ratas, construcciones cercanas, etc. ‘Pero es bueno además averiguar cuál es el posible impacto de las actividades en Taboguilla, donde se maneja combustible excesivamente’, sugirió Guzmán.
De forma similar opina el director del Centro de Ciencias del Mar de la UP, Aramís Averza, quien relató que el año pasado, el agua no se enfrió suficiente durante el verano (fenómeno de afloramiento), por lo que la productividad de las aguas del golfo disminuyó y eso trajo como consecuencia la falta de alimento. ‘Por ello, los dorados que se capturaron eran grandes pero flacos (la pesca no tuvo que ver absolutamente nada con esto), hoy día me comentan que las aguas van a enfriar muchísimo, lo que augura un fuerte afloramiento y, por consiguiente, gran cantidad de alimento para todos los organismos del golfo de Panamá. Tradicionalmente, las poblaciones de aves marinas están directamente relacionadas con las poblaciones de peces de los que se alimentan; si no se producen bastante sardinas, no se reproducen muchas aves o la cantidad de ellas que terminan para emigrar, es reducida’, detalló.
SOLUCIONES E IMPACTO
Si bien no se ha podido determinar la severidad en la disminución de la colonia de pelícanos, ya los boteros taboganos perciben los impactos negativos que la escasez de aves provoca en los visitantes, los cuales ven frustrados sus deseos de admirar una de las principales atracciones de la llamada Isla de las Flores.
Sobre el tema, así como sus posibles repercusiones y soluciones, en la Dirección Nacional de Áreas Protegidas y Vida Silvestre de la Autoridad Nacional del Ambiente se limitaron a informar que en la estación que la entidad mantiene en la isla de Taboga cuentan con dos funcionarios y que si bien el refugio de vida silvestre como tal no dispone de un plan de manejo, las actividades que ahí se desarrollan —mismas que no especificaron— están contempladas en el plan operativo anual de la entidad. Las repercusiones que la disminución o eventual desaparición de la colonia de pelícanos pardos pueda ocasionar al equilibrio del ecosistema son una incógnita, mayor aún que las mismas causas, pero lo que sí es previsible es que —al menos en esta temporada— en el radiante firmamento del horizonte del Refugio de Vida Silvestre Taboga – Urabá, ya no predominarán esas miles de aves marrones de enormes picos y patas negras. Con información y fotos de Adriano Duff