Las elecciones en Costa Rica: sorpresa o realidad

Actualizado
  • 11/03/2018 01:00
Creado
  • 11/03/2018 01:00
Las organizaciones partidarias y la clase política tradicional no han logrado hacer los cambios necesarios para mantener la confianza ciudadana

El resultado electoral de la primera ronda en Costa Rica sorprendió a algunos sobre todo, por los antecedentes de una nación cuya democracia centenaria y estabilidad política ha sido ejemplar en América Latina. Sin embargo, para otros como este servidor, lo sucedido el pasado 4 de febrero, no representa ninguna sorpresa, sino más bien la confirmación de una realidad que se ha venido concretando a lo largo de estos años.

LA CRISIS DE CONFIANZA CIUDADANA

‘Se confirma el signo de los tiempos en que el surgimiento de los neopopulismos se mezcla con los fundamentalismos de corte religioso frente a la incapacidad manifiesta de las fuerzas políticas tradicionales'.

Lo acontecido en Costa Rica, al igual que lo sucedido en otros países, es resultado de la llamada crisis de la política o crisis de confianza ciudadana en las formas tradicionales de hacer política. El modelo de desarrollo vigente desde finales de los años 80 ha impactado en las sociedades no solo en los aspectos económicos y sociales, sino también en los aspectos políticos y de articulación entre los intereses y expectativas de los ciudadanos y sus líderes. La llamada crisis de desconfianza política que estremece al mundo —con sus particularidades— tiene como causas fundamentales a factores externos propios del modelo de desarrollo y a factores internos propios de la praxis política de los partidos y sus dirigentes. En este nuevo contexto, las organizaciones partidarias y la clase política tradicional no han logrado hacer los ajustes y los cambios necesarios para mantener la confianza ciudadana y seguir siendo una alternativa real frente a las necesidades y los intereses colectivos. Vista así las cosas, se ha producido una especie de ruptura entre las nuevas generaciones influidas por la tecnología, el conocimiento acelerado y cambiante y las nuevas formas de comunicación abierta (redes sociales) respecto a las estructuras políticas partidarias que a través de sus líderes siguen manteniendo posiciones distantes de estos nuevos factores y de las expectativas de las generaciones que hoy asumen un rol cada vez más protagónico en el quehacer de sus países. Pareciera que la máxima común de estos fenómenos de recomposición es… ‘el mundo cambia constantemente pero las estructuras partidarias y de alguna manera también las estructuras gubernamentales, se mantienen ancladas en un pasado cada vez más distante de la realidad actual'.

EL ESCENARIO DE LA SEGUNDA VUELTA

El próximo 1 de abril, Costa Rica va a la segunda vuelta electoral enfrentando la disyuntiva de escoger entre dos candidatos que no necesariamente son iguales, aunque tienen elementos comunes, entre los que sobresale el hecho de que ambos representan factores de cambio estructural en la vida política partidaria de los costarricenses. Carlos Alvarado, joven politólogo y diputado representa al partido de Gobierno que a pesar de las fuertes críticas recibidas, logra desplazar del segundo lugar en la primera ronda, al más importante e histórico partido político del país, me refiero a Liberación Nacional que a partir de la segunda mitad del siglo XX ha gobernado la Nación en 9 ocasiones. Y por el otro lado, tenemos a Fabricio Alvarado que representa un partido emergente de corte cristiano con algunos rasgos de fundamentalismo religioso que no podemos considerarlo como un fenómeno exclusivo del país.

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.

El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

Esta singular disputa se dará en el marco de algunas realidades que me permito enumerar. En primer lugar parece confirmarse el rompimiento del bipartidismo que se había mantenido por más de 60 años. En segundo lugar, se consolida el papel de nuevos partidos políticos con signos distintos a las organizaciones tradicionales. Adicionalmente, evidenciamos una reacción anti política de una parte de la ciudadanía frente a la clase política tradicional. También se reafirma la desconexión de los partidos tradicionales con las expectativas de las nuevas generaciones. Un aspecto adicional lo constituye el abstencionismo que se mantuvo alto, superando el 34% en esta elección, lo que puede interpretarse como una evidencia más del escepticismo de los ciudadanos. El triunfo del candidato proveniente del Partido Restauración Nacional está directamente asociado a la posición asumida por éste, frente a la resolución de la CIDH sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo, sin desconocer los antecedentes legislativos que han acumulado. Un hecho más destacado es que se confirma el signo de los tiempos en que el surgimiento de los neopopulismos se mezcla con los fundamentalismos de corte religioso frente a la incapacidad manifiesta de las fuerzas políticas tradicionales. Y finalmente, es importante reconocer el clamor nacional que subyace entre una parte de los costarricenses que exigen formas distintas de gobernabilidad y de relacionamiento entre los ciudadanos y sus líderes políticos acompañadas de un cambio en el actuar de los dirigentes.

¿QUÉ SE PUEDE ESPERAR FRENTE A ESTE ESCENARIO?

Es de esperar que tendremos una segunda ronda electoral donde el candidato ganador Fabricio Alvarado que emergido de manera coyuntural en las últimas tres semanas carece de experiencia y de un equipo de gobierno y por el otro lado, Carlos Alvarado que representa la continuidad del partido de gobierno a pesar del desgaste por estos años de gestión. En general, el escenario se muestra atomizado y confuso, pero al mismo tiempo, ofrece al país la posibilidad de una alianza nacional al mejor estilo Europeo. Una oportunidad para alcanzar una concertación nacional que ofrezca al país de manera diáfana, transparente y comprometida, una agenda que incluya los aspectos sensitivos que reclaman una atención seria e inmediata y que incorpora soluciones a los problemas que amenazan la estabilidad. Un acuerdo sin componendas para repartir puestos en una especie de piñata, sin pretender privilegios personales o sectoriales mezquinos, sin acuerdos por debajo de la mesa y sin dobles discursos. Es hora de plantearle al país un compromiso sincero que implique un llamado patriótico como lo hacen los hombres y mujeres que se atreven a grandes cosas. Todo de frente y de cara a los ciudadanos. Que el candidato ganador, sea cual sea, asuma con la más alta responsabilidad, el liderazgo para encabezar la fundación de una nueva República.

Espero que este análisis de lo sucedido en Costa Rica, pueda servir de ejemplo para otros países que están a tiempo de evitar estas radicalizaciones y esos momentos de tanta angustia e incertidumbre que atentan contra la paz y la estabilidad política, económica y social de nuestros pueblos.

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