A tiro de sol y rodeo en Soná, Veraguas

A pocos kilómetros es posible observar como una polvareda se levanta de entre los árboles. El rodeo se apodera de la calurosa tarde sonaeña. Debajo de los árboles que rodean el campo de corridas resuenan los aplausos y las risas.

El viento corre, pero solo se materializa cuando los caballos salen al encuentro de los terneros, desatando la polvareda. El polvo cubre a jornaleros, peones y empresarios por igual. No distingue a las clases sociales. En el rodeo todos son iguales, todos van en busca de un buen rato que los haga olvidar el estrés de la vida diaria.

En un ambiente de sano entretenimiento familiar (y que en el interior se encuentra como en ningún otro lado) los padres pasean a sus críos, quienes practican su puntería con el lazo.

Me quedo quieto, sosteniendo mi cámara en una esquina. Por doquier hay cuadros que captar, fotos posibles que aparecen incesantemente.

Tengo mi opinión en contra de estas tradiciones... pero solo me queda ser testigo de algo que lleva mucho tiempo dándole vida al pueblo y que forma parte de la rutina de sus habitantes.