Humanización, el alivio para la cultura de violencia

Actualizado
  • 05/02/2012 01:00
Creado
  • 05/02/2012 01:00
Las políticas de represión para erradicar la delincuencia en cualquier parte del mundo están condenadas al fracaso.

Las políticas de represión para erradicar la delincuencia en cualquier parte del mundo están condenadas al fracaso.

No sólo ciudadanos comunes y corrientes, sino encumbrados especialistas por lo general perciben la pobreza (en el sentido de carencias materiales) como el factor determinante de la violencia, la delincuencia y la criminalidad. De igual manera, asumen como causa la práctica de valores negativos, fanatismos religiosos, corrupción, ignorancia, desempleo, deterioro de las instituciones del Estado, influencia nociva de algunos medios de comunicación. La tendencia es confundir las taras sociales con lo que las provoca.

Suponen que estas taras originan la estructura social depredadora sin detenerse a pensar que es la estructura social depredadora la que origina las taras sociales.

Entiéndase de una vez por todas que la pobreza no crea el sistema, sino todo lo contrario: el sistema crea la pobreza.

VIOLENCIA GLOBAL

Es imposible analizar algunos temas sin considerar el tejido sociocultural planetario. Según el ‘efecto mariposa’ si algo huele feo en Dinamarca te pica un alacrán en Panamá. Lo que equivale a decir que todo afecta a todo. Por esa razón la raíz de cuanto acontece en el planeta debe explorarse en un contexto de trasfondo darwinista, rectorado por el agresivo instinto de supervivencia, según el cual sólo sobreviven los más fuertes.

VIOLENCIA CAVERNARIA

Situado en la época de las cavernas, en escenarios más reducidos es fácil percibir la relación violencia-supervivencia. En esos micro laboratorios cavernícolas los primeros hombres disputaban a garrotazo limpio los frutos de la naturaleza, controlaban cotos de caza, procreaban y defendían a sus descendencias genéticas, jerarquizaban los roles sociales, establecían alianzas entre ellos, exterminaban a sus semejantes de acuerdo con intereses vitales. Igualito que ahora.

En disputa por alimentos, territorios y óvulos para la reproducción, ganaba el más fuerte o más inteligente. Tenía ventajas aquel que controlara el fuego, que tuviese más fuerza corporal o más astucia, o que fabricara herramientas y armas más sofisticadas. (David venció a Goliat no por ser más hábil sino porque manejaba una tecnología más avanzada: la honda, un misil devastador si se lo compara con piedras arrojadas con la mano). La sujeción a las leyes de la naturaleza estaba mucho más clara en esas micro-sociedades humanas. Igualito que ahora.

EL PLANETA: COTO DE CAZA

¿Cómo se refleja el darwinismo en la sociedad actual? Lo reflejan las desigualdades de los centros de poder hegemónico respecto a las periferias subordinadas. En otras palabras: concentración de la riqueza en pocas manos, usura bancaria globalizada con exclusivos fines de lucro, usufructo de recursos naturales de las regiones más vulnerables, exacerbación del poderío militar disuasivo-ofensivo de las superpotencias, circulación masiva de armas convencionales en zonas marginales de países empobrecidos, monopolio de las armas de destrucción masiva, terrorismo de Estado, manipulación de los organismos internacionales, tráfico de drogas como negocio y estrategia de dominación, sistemática depredación del hábitat humano, desdén por la naturaleza y la vida de las especies, incluyendo a la que se pertenece. Igualito que antes.

Todas estas ‘aberraciones’ históricas, identificadas como coloniales y neo-coloniales, desde el punto de vista de los valores de la civilización, al amparo del neoliberalismo actual, deben ser entendidas como consecuencias de un darwinismo evolucionado. No hay que olvidar que el hombre de hoy es el mismo cromañón de la época de las cavernas.

VIOLENCIA EN PAÍSES POBRES

Las consecuencias de este moderno sistema de vida darwinista se reflejan en las colonias y neocolonias como pobreza, subdesarrollo, dependencia económica, dictaduras, partidocracias, autocracias, familias disfuncionales, crecimiento acelerado de la criminalidad, pandillas juveniles depredadoras, reyertas políticas, terrorismo internacional, discriminación de minorías étnicas, destrucción del ecosistema, extinción de especies, cambio climático, corrupción generalizada, aniquilación pueblos indefensos en nombre de la libertad y la democracia.

CULTURA ENFERMA

Debe tenerse muy claro que la conducta marginal agresiva es una enfermedad social que se configura durante la infancia en ambientes más indefensos. Es sabido que nada es tan maleable como la mente de los niños. En edades tempranas, entre los uno y los diez años se forma el carácter de los seres humanos. La agresividad natural, particularmente en los humanos, se acentúa en ambientes que la propician.

(Nada tienen de casual las escenas registradas por los medios de comunicación en los últimos días en el hemiciclo parlamentario. Tampoco es casual el transfuguismo político que, por su magnitud, no sería extraño que se incluyera en el libro de récords Guinness).

LA MARGINALIDAD

Los comportamientos marginales, incluyendo los violentos, no nacen de un día para otro.

Se incuban a lo largo de procesos de vida marginalizada, cuyos modos de sobrevivir en condiciones adversas son transmitidos de generación en generación.

Hace tres décadas el juego de la muerte entre niños y adolescentes se jugaba con revólveres de palo, agua y papelillo. En los tiempos actuales un porcentaje de niños y adolescentes de los barrios juegan el juego de la muerte en serio, con revólveres y balas de verdad. Dejaron de jugar ‘guacho’, guerrilla bate, canicas, yaks.

No es el hambre sino la cultura de las armas lo que hace la diferencia. En estos escenarios matar a otro es una prueba de ‘hombría’, una demostración de que se tiene agallas. Es galardón de los más ‘berracos’. Conducta aprendida con sustento en la agresividad inmanente del ser humano.

LA UTOPÍA: NUEVO HOMBRE

La única alternativa de éxito en la lucha contra la violencia y la criminalidad es el cambio de la base cultural de los panameños, fundamentalmente en las periferias marginales. No hay otro camino.

La propuesta sería que el Estado destinara millones de balboas en la creación de ‘centros integrales de orientación infantil’, tantos como niños existan en los barrios. Es la única manera de atacar las raíces del problema.

Más importante que invertir en infraestructura es invertir en el hombre. Todo niño de los barrios marginales sin excepción deberá incorporarse a estos centros desde los 2 o 3 años.

Grupos no mayores de 30 deben ser atendidos por maestros altamente especializados, que no incurran en el error de repetir los modelos culturales de la marginalidad (tipo ‘ahora o nunca’) como hasta ahora.

Este proyecto de reingeniería debe coordinarse con programas estatales, comunitarios, deportivos, artísticos, moralizadores. Sin esta integralidad será muy difícil alcanzar los objetivos esperados. Es el único camino para crear un país viable.

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