Civilistas en Obarrio vivieron una tarde de alta tensión

Actualizado
  • 12/12/2011 01:00
Creado
  • 12/12/2011 01:00
PANAMÁ. Sentimientos encontrados y un mar de dudas fue lo que se vivió en la tarde de ayer en el restaurante Manolo de Obarrio, lugar qu...

PANAMÁ. Sentimientos encontrados y un mar de dudas fue lo que se vivió en la tarde de ayer en el restaurante Manolo de Obarrio, lugar que sirvió como punto de encuentro para algunos representantes de la Cruzada Civilista.

Ellos abandonaron su bastión de lucha en Calle 50 y en la comodidad del mencionado restaurante esperaron con ansias la hora de llegada de Manuel Antonio Noriega.

A eso de las 6:30 p.m., con banderas blancas y entre tasas de café, sandwiches, papas y sancochos, hubo memoria y ojos llorosos para los relatos del Panamá de ayer. Estaban César Tribaldos, Eduardo Vallarino, Tomás Herrera, Carlos Guzmán Baúles hijo, Sandra Escorcia, Aurelio Barría, Angélica Guinard, Manuel Cambra, Carlos Abadía y Roberto Brenes.

Al ver en las imágenes de televisión cómo iba saliendo Noriega del avión que lo transportó de Francia a Panamá, el tiempo paró y los rostros quedaron atónitos: 22 años después el ex hombre fuerte regresaba en silencio, cabizbajo y tapado. Las reacciones fueron casi inmediatas. ‘¡Parece un mafioso! Mírenlo, el altivo, el mandamás hoy llega al país derrotado, callado, bien dicen que tongo sin uniforme no pone boleta’, exclamó Aurelio Barría.

Tras conocer que la salida del primer hombre no era más que un simulacro ‘por seguridad’, según confirmaciones oficiales, los civilistas se mostraron indignados. Esto provocó mayor repudio y nuevos pedidos al gobierno: ‘dejar tanto show y tratar a Noriega como lo que es: un reo’, así lo manifestó Roberto Brenes. Pero Eduardo Vallarino permaneció convencido de que a buen entendedor pocas palabras: ‘el gobierno está manejando esto políticamente, por eso le han dado el privilegio de llegar sin esposas y en silla de ruedas’.

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