El mundo pudo anticipar la pandemia del Covid-19

Actualizado
  • 26/03/2020 06:00
Creado
  • 26/03/2020 06:00
Investigaciones científicas sostienen que tanto el SARS como el MERS y posiblemente, el coronavirus, están asociados al murciélago como su reservorio natural. Sin embargo, la intervención humana a través de su comercialización en mercados ha fomentado la transmisión

La pandemia del Covid-19 ha marcado un punto de inflexión en la historia moderna. El puñetazo de una crisis que ha puesto en jaque la capacidad de los servicios sanitarios del mundo y la afectación de los mercados con la que algunos ya pronostican una recesión global, ha generado señalamientos hacia el gobierno de China en busca de causas y culpabilidades.

Se cree que el coronavirus se originó en un mercado de Wuhan que vendía mariscos y carne de animales salvajes. Aunque durante el brote de SARS (2003), las autoridades prohibieron la venta de civetas, seis meses después, levantó la prohibición y permitió que los centros de cría continuaran con la actividad.

Pero, lejos de los señalamientos o posturas que divagan, es oportuno establecer con claridad ¿qué hay detrás de este virus y cuál es su génesis? ¿por qué se le vincula a la venta de animales salvajes?

En efecto, en China puede comerciarse legalmente unas 54 especies de animales para el consumo humano y el brote de coronavirus ha puesto esta realidad en el foco de la opinión pública internacional.

A finales de 2019, China dio a conocer la existencia de un brote de neumonía presuntamente causado por una nueva cepa de coronavirus, cuyo epicentro, según las autoridades de ese país, se cree que fue el mercado de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei.

Este sitio es un mercado de venta al mayoreo donde se comerciaba legalmente con animales vivos en condiciones de hacinamiento. Hasta hace dos meses, el mercado de Wuhan vendía mariscos y carne de animales salvajes, incluyendo a murciélagos y víboras. Poco después de que fuera identificado como la fuente probable del brote, las autoridades lo cerraron, aunque no se esclareció qué destino tuvieron los animales que estaban a la venta. El 22 de enero los funcionarios anunciaron la prohibición de la venta de animales salvajes en toda la provincia y el 26 de enero, China comunicó que prohibiría el comercio de animales salvajes hasta el fin de la crisis.

Animales, ¿la amenaza?

Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué animal es el vector del brote de coronavirus, a mediados de la década de 2010, los murciélagos fueron la causa de otra enfermedad respiratoria similar al SARS: el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés), que afectó a menos población (unas 2,500) pero fue más letal, matando a más de 850 personas.

De acuerdo con un artículo reseñado en The New York Times, en aquel entonces, el SARS fue rastreado a un coronavirus que saltó de los murciélagos a las civetas (mamífero carnívoro de la familia Viverridae) que se distribuye ampliamente por la India, el sur de China e Indochina) de las palmeras, un plato de consumo frecuente en el sur de China, y luego saltó a los humanos.

Las transmisiones suceden cuando el hombre invade su hábitat y cuando estos animales son cazados, ya sea para comer o para comercializarlos, lo que parece ser el caso de Wuhan.

Por otra parte, a finales de enero, el mismo rotativo estadounidense publicó un informe escrito por el periodista científico James Gorman, sugiriendo que el murciélago grande de herradura chino (Rhinolophus ferrumequinum) podría ser el principal detonante de la pesadilla. En la publicación, destaca el hecho de que los murciélagos son capaces de vivir con diferentes virus, sin enfermarse.

La comunidad internacional ha exhortado al gobierno chino a prohibir la venta de fauna silvestre en los mercados.
Lo que dice la ciencia

Ya en 2007, un artículo de la American Society for Microbiology (Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection) argumentaba que “los hallazgos de que los murciélagos de herradura son el reservorio natural del virus similar al SARS-CoV y que las civetas son el anfitrión de la amplificación, destacan la importancia de la vida silvestre y la bioseguridad en las granjas y los mercados húmedos, que pueden servir como fuente y centros de amplificación para infecciones emergentes”.

De acuerdo con esta publicación científica de Vincent C. C. Cheng, Susanna K. P. Lau, Patrick C. Y. Woo y Kwok Yung Yuen, el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) (SARS-CoV) es un virus nuevo que causó la primera pandemia importante del nuevo milenio y “el rápido crecimiento económico en el sur de China ha llevado a una demanda creciente de proteínas animales, incluidas las de animales de caza exóticos, como las civetas”.

Según amplía la publicación sobre el SARS, “grandes cantidades y variedades de estos mamíferos salvajes en jaulas superpobladas y la falta de medidas de bioseguridad en mercados húmedos permitieron el salto de este nuevo virus de animales a humanos; su capacidad de transmisión de persona a persona, la falta de conciencia en el control de infecciones hospitalarias y los viajes aéreos internacionales facilitaron la rápida difusión global de este agente”.

Más de 8,000 personas fueron afectadas, con una tasa bruta de mortalidad del 10% y con un impacto dramático en los sistemas de atención de salud y en las economías, aunado a que el pequeño resurgimiento del SARS a fines de 2003 “después de la reanudación del mercado de vida silvestre en el sur de China y el reciente descubrimiento de un virus muy similar en los murciélagos de herradura o murciélago SARS-CoV, sugirió que el SARS puede regresar si las condiciones son adecuadas para la introducción, mutación , amplificación y transmisión de este virus peligroso”, datos científicos que ya sentenciaban una problemática de magnitudes catastróficas cuya ocurrencia pudo evitarse con acciones gubernamentales tempranas y contundentes.

Según Christian Walzer, veterinario jefe de la Wildlife Conservation Society de Estados Unidos, quién fue contactado por National Geographic, “el caos del comercio permite la propagación de enfermedades zoonóticas, que se extienden de animales a humanos” y los animales salvajes “pueden portar virus que en un mundo normal, no entrarían en contacto con los humanos. Los portadores no están enfermos, sino que simplemente son depósitos presentes”, pero las acciones indiscriminadas del hombre, aumentan los riesgos a la exposición.

Tras la avalancha del coronavirus y el 'despertar' mundial, algunas manifestaciones de la sociedad china contra la venta de animales vivos se han llevado a cabo; como ejemplo de ello, la campaña en la red social Weibo, con el hashtag #RejectGameMeat (#RechazaLaCarneDeCaza), que captó 45 millones de vistas según medios del gigante asiático.

Antecedentes en Asia

Tras la aparición del coronavirus, el mundo ha tenido tiempo de recordar otras pandemias del pasado. Mucho se ha hablado del letal SARS que infectó a más de 8,000 personas en el mundo y cobró la vida de otras mil en Asia, iniciando en Hong Kong, entre 2002 y 2003; pero, con los síntomas del nuevo coronavirus se hace relevante conocer de otras afecciones que han nacido en el Oriente.

El Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV, por sus siglas en inglés) es un tipo de coronavirus que fue detectado originalmente en Arabia Saudita en el 2012, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre los síntomas que presenta este virus se encuentran la tos, la fiebre y dificultad respiratoria, neumonía —aunque no siempre está presente—, y problemas gastrointestinales como diarrea.

El 35% de las personas infectadas por este virus han muerto hasta la fecha. A diferencia del Covid-19, el MERS-Cov es un virus que se transmite de animal a persona, por un contacto regular. También se puede contagiar por el aire y la cercanía de las personas infectadas; de hecho, el primer brote en Corea del Sur fue por un pasajero árabe que llegó en un vuelo y se extendió en diversos hospitales rápidamente.

Aunque los países donde se encontraron los primeros casos son Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Catar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Yemen, en luares como Argelia, Austria, China, Egipto, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Malasia, Holanda, Filipinas, República de Corea, Túnez, Reino Unido y EE UU. se detectaron infectados extranjeros.

A pesar de que el virus estuvo presente en estas naciones, organismos internacionales como la OMS o el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) no desaconsejaban visitarlas.

Alerta

Desde 2015, la OMS lleva a cabo una lista de 'enfermedades prioritarias' que podrían ocasionar una epidemia dado que los médicos no cuentan con los recursos necesarios —vacunas o fármacos—, para combatir su propagación.

Entre estas están el virus Nipah, identificado en un pueblo de su mismo nombre en Malasia en 1998. Su transmisión se debe a los murciélagos frugívoros que muerden al ganado y de estos se pueden traspasar a los humanos. En el brote inicial se identificaron 300 infectados y más de 100 murieron por el virus, cuyos síntomas son vómitos, fiebre y dolor de cabeza y además puede producir una encefalitis.

Los cambios bruscos en la vida de los pobladores de Asia también tienen mucho que ver con la aparición de estas enfermedades. La migración desde tierras rurales hacia zonas urbanas, ha originado la destrucción de áreas forestales, obligando a la fauna a establecerse en zonas más próximas al ser humano y a establecer incluso, contacto con animales domésticos, así lo explicó Suresh V. Kuchipudi, virólogo y director asociado del Laboratorio de Diagnóstico de Animales de la Universidad Estatal de Pensilvania, a la BBC.

Aunque estas enfermedades no alcanzaron a propagarse como el Covid-19, organismos internacionales de la salud han hecho hincapié en la necesidad respetar las medidas de sanidad para evitar eventos de mayor escala que pongan en riesgo la vida humana.

Aunque durante el brote de SARS (2003), las autoridades vetaron la comercialización de civetas, seis meses después, levantaron la prohibición permitiendo que los centros de cría continuaran con la actividad. Por ahora, como sociedad, resta clavar la mirada en las próximas acciones que el gobierno de la potencia asiática pueda tomar, como resultado de la presión social. ¿Adoptará prohibiciones permanentes?

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