El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
'Panamá', un caso fallido de representación histórica
- 31/03/2022 00:00
- 31/03/2022 00:00
Una nueva cinta llegó a las carteleras americanas desde la cesta cinematográfica de Hollywood, que narra eventos dentro de la escena del narcotráfico en Centroamérica antes de la invasión estadounidense a Panamá aquel 20 de diciembre de 1989. La película, que presenta a Mel Gibson y al director Mark Neveldine (Crank, Ghost Rider), Panamá, se centra en los asuntos internos de la CIA, en una época en que las alianzas de la institución en Centroamérica eran confusas e impredecibles, mientras un agente encubierto, Stark (Mel Gibson) trata de lidiar con un acuerdo de venta y compra de armas en la región para una misión ultrasecreta.
La cinta, estrenada este mes en EE.UU. y otros países, ha recibido críticas mixtas, apuntando principalmente a la falta de profundidad en los temas geopolíticos e históricos contados, y una holgadez en los efectos de los diálogos dentro del guion –escrito por William Barber y Daniel Adams–, que se asemejan más al estilo de las clásicas películas de acción y hombres “machotes” de finales de la década de 1980. “No hay nada más rock'n'roll que atrapar a los chicos malos por la roja, blanca y azul”, comenta Gibson en la cinta, haciendo evidente el uso de clichés empleados por sentido cómico.
Si bien la película utiliza el nombre Panamá en letras mayúsculas, la dirección de la historia se mantiene alejada de la premisa de utilizar la invasión de EE.UU. a Panamá en busca del exdictador Manuel Antonio Noriega, sino que deriva en ramas de narración diferentes: búsqueda de armas, drogas, corrupción institucional, guerras internas, y desnudez, entre otros.
Lo que pudo haber resultado en una cinta inesperada para posicionar a Panamá a los ojos del mundo fílmico internacional, con un tema tan sensible para panameños y estadounidenses, terminó siendo opacado por una variedad de cortes editados de forma apresurada –quizá con el objetivo de asemejar una “cámara en mano” durante los momentos de más intensidad–, una actuación forzada y diálogos que se quedaron a mitad de camino. Además de momentos de desnudez casi agresiva.
Como protagonista, y quien salva a la cinta de las interpretaciones cortas y esporádicas de Gibson, se encuentra Cole Hauser interpretando al agente Becker, un militar naval retirado que ahora se dedica a hacer trabajos independientes para la CIA. Es Becker quien, utilizando su carisma, mirada intimidante y manejo autoritario, lidera el resto de la cinta; y lleva consigo un poco de la atención del espectador, al menos hasta que otra serie de cortes inmediatos distraen la mirada.
Becker, cuya involuntaria disposición para apoyar a Gibson es impulsada por la pérdida de su esposa y una salida de la caída en espiral hacia el alcoholismo, realiza un trabajo ejemplar al mostrarse como el “chico fuerte” de la cinta, aunque a veces opacado por un veterano Gibson ante las cámaras. Aún así, la narrativa sigue a Becker y Stark mientras buscan la forma de comprar un helicóptero soviético antes de que sea alcanzado por los estadounidenses para lanzar la operación Causa Justa contra Noriega.
A la vez, mientras eso sucede, la CIA intenta crear nuevas variables “baratas y creativas” para dar apoyo económico a los contras, dentro de la campaña de guerrilla (ilegal) para derrocar la Revolución Sandinista en Nicaragua a finales de 1980. En esta guerra se encuentra Becker, siendo arrastrado a escenas de acción que no cumplen un propósito establecido y teniendo suficientes escenas visibles de relaciones sexuales para ser comparado con algún episodio de Juego de Tronos.
“Panamá debería ser más divertida, dado que Neveldine fue un guionista y director de la serie de filmes Crank, que realizó junto a Brian Taylor. Pero en esta ocasión no es más que una serie de escenas editadas frenéticamente, con intentos y fallos de sacar el mayor jugo posible a la interpretación seca de Hauser”, comentó la crítica de The New York Times Amy Nicholson.
La película fue filmada mayormente en Puerto Rico, que hace tanto de Panamá como de otras locaciones nombradas en la narrativa desordenada de la película. En sus fallos dentro de género de acción y thriller político –a los que apunta–, las críticas de Joe Leydon para la revista Variety señalan: “Un cinismo forzado en el uso de efectos visuales rápidos como herramienta distractora, un uso de la cultura del macho en una época donde los hombres eran pintados como brutos y las mujeres eran pintadas como objetos sexuales o peones, y el sentido de dependencia de Hauser en la aparición de Gibson”.
Pese a otras cintas de Gibson que han resultado exitosas y optimistas, sin dejar de mencionar el trabajo sin reproches de Neveldine en Crank (2006-2009) y Ghost Rider (2011), con Panamá se deja sentir un trabajo apresurado y sin atención al detalle (cabe destacar que la fuente utilizada para los títulos asemeja a Crank y la banda sonora depende de sonidos fuertes del rock para atraer la atención), lo que deja una historia con lagunas históricas, y personajes sin profundidad.
Aún así, Panamá sirve como una hoja de ruta para no replicar errores en la implementación de la historia panameña (o de cualquier otro país) de forma débil y forzada en una narrativa cinematográfica.