El lenguaje inclusivo: un nuevo género o moda pasajera

Actualizado
  • 13/11/2019 10:03
Creado
  • 13/11/2019 10:03
La Real Academia Española y otras instituciones internacionales de la lengua tachan de innecesario el uso de la 'e' en vez de la 'o' para distinguir a hombres y mujeres. Sin embargo, en Argentina se creó un manual para periodistas sobre el término

En los últimos dos años, la imposición del lenguaje inclusivo ha generado varias reacciones, tanto a favor como en contra. Este concepto nació como una propuesta para erradicar lo que es considerado como uso sexista de la lengua y propone erradicar la “marca” gramatical de género y el masculino universal, reemplazando la letra “o” y la “a” por el neutro “e”; es decir, que en vez de decir “todos” para catalogar a un hombre o “todas” para las mujeres, pasaría a ser “todes”.

A raíz de esta controversia, la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) publicó en 2018 el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Este primer manual de estilo de 504 páginas, del que se imprimió un primer tiro de 10,000 ejemplares, no sólo se dedica a rechazar el lenguaje inclusivo. También se refiere a dudas que surgen de una vida cotidiana cada vez más asociada a la tecnología: para eso, el libro incluye un glosario con términos como 'tuit', 'yutubero' o 'guasap'. Y hace recomendaciones tales como escribir 'pirata informático' en vez de hacker. O, en todo caso, apelar a la castellanización y tipear 'jáquer'. Algo parecido ocurre con el dispositivo de almacenamiento pen drive: la RAE invita a escribir 'memoria USB' o 'lápiz de memoria'. Este proyecto, que según explicaron directivos de la RAE, pretende servir para “una mejor manera de escribir y hablar”, describe la National Geographic en su portal.

En países como Argentina, cerca del 60% está en contra del lenguaje inclusivo, muy a pesar de que las universidades lo avalen.

Además, alegaron que este manual no es más que una especie de guía práctica para resolver las dudas ortográficas, fonéticas o gramaticales que se dan por la evolución del idioma en los últimos años. “El problema es confundir la gramática con el machismo”, dijo Darío Villanueva, exdirector de la RAE, ante la solicitud.

Muy a pesar, de la discusión con la RAE, Argentina preparó un manual de lenguaje inclusivo destinado a periodistas, titulado: Propuestas para una comunicación política equitativa y paritaria. El ejemplar consta de 28 páginas y fue realizado por el Ministerio del Interior y el Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) de Argentina.

“La generalización del discurso cotidiano, basado en prejuicios y en sentidos comunes ampliamente extendidos sobre el rol que ocupan varones y mujeres en la sociedad, es un reproductor de desigualdades”, se lee en el manual, que se encuentra en Internet.

Así mismo, la Facultad de Ciencias Sociales de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA) reconoce el lenguaje inclusivo en las producciones realizadas por sus alumnos de grado y posgrado, de acuerdo con una resolución aprobada por su Consejo Directivo, detalla la agencia de noticias AFP.

Ese modo de hablar, que no aprueba la Real Academia, está cada vez más difundido en Argentina, en particular entre los adolescentes y los jóvenes que naturalizan su uso, siendo aún resistido por muchos adultos que lo atribuyen a un capricho, señala la AFP.

La resolución firmada por la decana de la Facultad, Carolina Mera, y el secretario de Gestión Institucional, Javier Hermo, encomienda además a la Subsecretaría de Políticas de Género del centro educativo instrumentar acciones de capacitación y difusión “a fin de comprometer a la comunidad universitaria a comunicarse con un trato respetuoso de los derechos de las mujeres, la diversidad sexual y de género”.

Es la primera vez en Argentina que el lenguaje inclusivo es reconocido para su uso académico.

En el caso de Panamá, aún no se han dado controversias por el asunto, Sin embargo, el profesor de español Rodolfo Ábrego detalla que aceptar o no el lenguaje inclusivo responde más a una postura política que a una lógica gramatical proveniente del conocimiento profundo de la lengua castellana.

“Se trata de algo que las organizaciones feministas han puesto en el debate, y que se conoce como 'lenguaje inclusivo', un esfuerzo por paliar los rasgos del lenguaje que hoy se califican como sexistas”, comenta.

Por su parte, el periodista y reportero Demetrio Ríos reseña que el lenguaje de uso diario está aceptado de manera popular, institucional e incluso académica. Sin embargo, el uso de lenguaje inclusivo se puede integrar en todos estos ámbitos de forma natural y sin entrar en conflicto con el uso apropiado de las normas gramaticales, por lo que no existe una justificación para no emplearlo. Además, permite la ruptura de las nociones sexistas y patriarcales reforzadas habitualmente por el lenguaje no inclusivo.

Pero, ¿es o no el castellano una lengua sexista? Es una discusión que aún no se zanja y que abre interrogantes que permean en el quehacer del periodismo y la academia. ¿Deben estos espacios incorporar un lenguaje inclusivo? Ésta y otras opiniones son las que entregaron académicos y académicas de la Universidad de Chile.

“Yo creo que todos los espacios, la escuela, la educación superior, el área de investigación, el periodismo y todos, necesitan un lenguaje inclusivo donde se incorpore a quienes han estado excluidas del debate, del discurso y, por ende, de los imaginarios”, advierte Carolina Franch, directora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (CIEG) de la Facultad de Ciencias Sociales.

Franch apunta al recurso del masculino genérico que posee el castellano, donde se espera que en las palabras “profesores” o “vecinos” las mujeres se sientan incluidas. No obstante, esa es justamente la tensión: ¿es aquello sexista? Para la investigadora lo es. “Cuando dicen 'los alumnos' invisibilizas a todas las mujeres que están al interior de las aulas”, explica, agregando que “lo que tú crees que es neutro, es algo que está tan naturalizado que no se ve que es un privilegio de un solo actor social: el hombre”.

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