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- 24/11/2015 01:00
El ejemplo más común podría ser el de la música electrónica. La pista se ramifica en distintos sonidos, luego puede volver al inicio o irse difuminando en un silencio. De súbito, explota el bajo. Y todos entendemos que es el clímax de la canción.
La semana pasada, The Verge publicó un video en el que intentaba desmenuzar la ciencia detrás de esta fascinación por el bajo en las canciones. Una radiografía de lo que pasa en el cerebro justo antes de empezar a agitar la cabeza al ritmo de un track .
‘Durante décadas todos hemos compartido reacciones similares a los sonidos de baja frecuencia, más allá de nuestras preferencias particulares en la música', dice la voz en off de Arielle Duhaime-Ross en el clip. ‘Más allá de las culturas y los géneros, ¿qué hay en el bajo que le envía paz a nuestra alma y le da tanto poder a la música?'.
El portal advierte que nosotros los humanos estamos profundamente enraizados con el ritmo incluso desde antes de haber nacido.
El científico cognitivo Karim Stromswold de la Rutgers Univsersity explica que la parte del cerebro que percibe los sonidos empieza a funcionar a las 24 semanas de gestación. El feto escucha en su mayoría sonidos de baja frecuencia como los latidos del corazón de la madre o el ritmo y la melodía de su voz al hablar. En cambio, los sonidos agudos o de alta frecuencia se dispersan antes de atravesar el vientre.
DESDE LA EDAD DE PIEDRA
Después de nacer —continúa la autora del artículo— el bajo y la música tienen un impacto único en el cuerpo del humano: puede ocasionar cambios en nuestra adrenalina y palpitaciones.
‘Cuando escuchamos música, nuestro cerebro sigue el ritmo en un proceso llamado ‘arrastre neuronal”, explica. ‘Las notas altas y bajas de un bajo van más o menos desde los 32 hasta los 512 Hz, y estos sonidos dirigen nuestra interpretación del beat '.
¿Por qué el beat es tan importante para una canción? —plantea en el video— Porque es la estructura. Y el bajo es la base de la que cuelga la melodía. Un estudio sobre la importancia crítica del sonido de baja frecuencia, hecho por el McMaster Institute for Music & the Mind de Canadá, respalda esta afirmación.
El experimento consistió en tocar notas en registros bajos y altos con un piano. Cuando se tocaban algunas de las notas 55 milisegundos fuera de ritmo, los participantes eran más propensos a detectar el error de la nota grave (frecuencia baja). Es decir, el cerebro humano es más sensible a reconocer os cambios en el ritmo a partir de una frecuencia baja.
Por eso casi siempre los instrumentos de bajo interpretan las partes rítmicas. Ha sido así ‘desde la edad de piedra'. Mientras que los de alta frecuencia se encargan de la melodía. Un fenómeno que no es exclusivo del rock, funk, jazz, dance o hip hop.
‘La música en diversas culturas está compuesta de esta forma', dice Laurel Trainor, director del instituto canadiense. ‘Desde la música clásica del Este de India hasta la música Gamelan de Java y Bali, por sugerir algunas de origen innato'.
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‘Las notas altas y bajas de un bajo van más o menos desde los 32 hasta los 512 Hz, y estos sonidos de baja frecuencia dirigen nuestra interpretación del beat'
ARIELLE DUHAIME-ROSS
AUTORA EN ‘THE VERGE'