Representantes de las diferentes actividades económicas del país alertaron sobre las consecuencias que se avecinan si los cierres continúan. Hicieron un...
- 21/02/2021 00:00
Arde Troya
Los que me conocen se han extrañado de mi silencio respecto al caso de los albergues y de los niños en ellos encarcelados.
Los que me conocen saben que en mi caso es preferible dejar que me calme antes de hacerme preguntas acerca de determinados temas.
Los que me conocen saben que ante algo tan asqueroso en este aullido va a arder Troya.
Los que me conocen saben que esta columna no va a ser amable, así que aquellos que se estomagan ante el lenguaje soez, los que opinan que debemos ser comedidos ante la reiterada violación de un infante, ante el conocimiento de que a los niños recluidos en esos infiernos los alimentaban con comida de perro, ante las barbaridades que se han filtrado, abusos, torturas, horrores que no creíamos posibles en un país como el nuestro, los que creen que aún hay que andar con paños calientes y buenas palabras, esos, pueden dejar de leer ahora mismo e irse a la misma mierda, porque lo que viene bajando de aquí en adelante son maldiciones patibularias. La que aúlla avisando no puede ser llamada malhablada.
“Solo lo que grita es pecado”, a esto se han debido aferrar los canallas que durante años han usado y abusado de los niños, ¿qué les metían en la boca para que las pobres criaturas no gritasen, hijos de la gran puta? Durante siglos la Iglesia ha seguido la consigna de Alejandro dos palitos, “Lo que sucede en secreto solo lo sabe Dios, que es quien tiene que considerar si es pecado”.
Y estos cabrones seguro que se dan golpes de pecho. Seguro que son de los que van a oficio dominical. Seguro que todos los involucrados se creen buenos ciudadanos y ciudadanas, hacen invocación religiosa y caminan por la calle con la cabeza muy alta. Seguro que estas escorias humanas, estas heces bípedas son de los que ponen en sus redes sociales fotos con sus niños, bien cuidados, bien alimentados, y sonrientes.
No quiero saber si la justicia va a tomar cartas en el asunto, ya he aprendido que en este país confiar en el sistema es en balde. No me importa si prospera el caso o no porque desde aquí lanzo mi maldición (los creyentes creen en las bendiciones, ¿verdad?, pues que conste que mis maldiciones están deseadas de corazón y con todas mis fuerzas, para lo que puedan servir).
Todos los que hayan tenido algo que ver con este horror, todos, desde los que manejaban los coches para ir a buscar los sacos de pienso para perros y los dejaban en los albergues, hasta los administrativos que no hacían bien su trabajo pero bien que cobraban su sueldo, los que debían supervisar y no supervisaban, los curas que recibían secretos de confesión y callaban como putas, los que perpetraban los desmanes y los que lo ocultaban, todos, ojalá sufran los tormentos de aquello que más temen en el mundo. ¿Ver morir a sus hijos? ¿Sufrir enfermedades largas y dolorosísimas sin posibilidad de cuidados paliativos? ¿Caer en pozos llenos de aquella alimaña que más teman y sufrir hasta la muerte el pánico más intenso que puedan imaginar? Cualquiera de estos deseos se me hace poco.
A todos. Sí, a usted también, a usted que chupando las canonjías de un puesto se conformaba con ser el mamacallos de los facinerosos que les destrozaron las vidas a decenas de inocentes.
Porque se peca de pensamiento, acción u omisión, y el 'yo no podía hacer nada' en este caso es igual que haber sostenido a los niños para que no se revolvieran mientras el cabrón los violaba una vez tras otra.