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Burbujas sociales, ¿una alternativa al futuro de la interacción social?
- 09/07/2020 00:00
“El hombre es un ser social por naturaleza”, sentenció alguna vez el filósofo Aristóteles, abriendo una ventana a la comprensión de cómo se dimensionan la individualidad y el rol de la coexistencia humana entre las masas.
En efecto, algunos teóricos recogen que el proceso de sociabilización implica un conjunto de aprendizajes que el ser humano precisa para relacionarse con autonomía, autorrealización y autorregulación dentro de una sociedad, mejorando además la capacidad de comunicación y de establecer lazos y dinámicas en comunidad.
Una reciente publicación en The New York Times llamó poderosamente mi atención. El planteamiento de una 'burbuja de cuarentena' para propiciar una interacción segura sin romper por completo el distanciamiento ha sido motivo de análisis por algunos expertos. Lo interesante radica en extrapolar esta posibilidad al futuro de la 'nueva normalidad' en Panamá, analizando la complejidad del distanciamiento social necesario por la pandemia.
Lo que plantea Melinda Wenner, en el rotativo estadounidense, es que la idea considerada por algunas familias “y que los epidemiólogos de enfermedades infecciosas creen que podría ser una forma inteligente de equilibrar las necesidades de la salud mental con la seguridad física” se refiere a crear “núcleos” o “burbujas” de cuarentena, en las que “dos o tres familias acuerdan socializar entre sí, pero con nadie más”.
Se trata de que en una 'burbuja', “las familias pasan el rato juntas, a menudo sin tener en cuenta el distanciamiento social, pero fuera de su núcleo, siguen las reglas de distanciamiento social recomendadas”.
“Si la otra familia de por sí está cuidando de su vecino y jugando de vez en cuando con sus primos, entonces hay varias maneras en las que podría comenzar una cadena de infecciones”, aseguró al diario Stefan Flasche, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, por lo que el planteamiento gira alrededor de crear un círculo cerrado en el que ninguna familia dentro de la 'burbuja' tiene contacto con personas.
Augusto Méndez, psicólogo, comentó a La Estrella de Panamá que aunque es un tema interesante, hay que tomar en cuenta el contexto cultural.
“La cultura es primordial para establecer indicadores de éxito o fracaso en este tipo de intervenciones. Desde mantener las reglas hasta establecer acuerdos con otras familias, son aspectos cruciales para que este modelo tenga utilidad”, explicó, entendiendo que en el escenario panameño actual, los protocolos establecidos por el Ministerio de Salud para evitar el avance del SARS-CoV-2 no contemplan aún reuniones sociales.
De acuerdo con Méndez, “hay que recordar que un aspecto crítico son los pacientes asintomáticos y esto podría generar casos sin ser detectados. Habría que tener un seguimiento férreo y que cada familia sea consciente de todos sus movimientos y de todos sus integrantes para asegurar una sana relación con otros y evitar el contagio”.

Si se trata de la población infantil, puntualiza que “los niños en general no han aprendido a inhibir sus impulsos y lo primero que harán al ver a otro será correr, abrazarse y revolcarse en el piso”.
Sin embargo, Méndez sustenta la tesis de que definitivamente el ser humano es un ser social y las herramientas tecnológicas “son un paliativo, pero no la cura”.
“Necesitamos sentir a otros y tener ese vínculo social que nos ha convertido en lo que somos en la actualidad; la opción de las 'burbujas' no es descabellada, pero en un contexto como el de Panamá podría ser negativa en esta época, a menos que pongamos de nuestra parte y cuidemos la salud de los demás, como si fuera la nuestra”.
José Lasso, sociólogo, explicó que la naturaleza social del ser “está unida a nuestros instintos como especie” y al carácter eminentemente humano de creación de instituciones “que nos convierten en individuos con reglas que debemos cumplir, para jugar diferentes roles en cada espacio de interacción”.
“La interacción permite el desarrollo del proceso de adaptación e integración de los individuos a los grupos, a través del aprendizaje de las reglas sociales y culturales del espacio donde se desarrolla. Se trata de un proceso que empieza con el nacimiento y termina con la muerte, y que permite adquirir la cultura, las normas, los valores, tradiciones y costumbres”, argumentó.
En medio de la pandemia, “el cambio de patrones será traumático en la medida de las necesidades sociales y psicológicas de los individuos, y adaptarse a la nueva realidad requiere de estrategias personales para satisfacer las necesidades de interacción donde la tecnología juega un papel fundamental hoy”, añadió el sociólogo.
Un aspecto al que consideró que es necesario dar especial atención es a las necesidades de la población infantil y la tercera edad, “los peligros en la ruptura de la socialización se ven en mayor medida en niños y adultos mayores. Los niños necesitan de un aprendizaje constante que solo se logra con otros niños. Lenguaje, aptitudes, pensamientos, son posibles en la interacción con sus pares, y esto se ve trastocado ahora. También surge el peligro de los excesos en el uso de las tecnologías”.
En el caso de los adultos mayores, las necesidades emocionales se multiplican y las visitas son importantes “para el sostenimiento emocional”.
Pero, entonces ¿qué hay de las burbujas? Para el sociólogo, estas podrían ser un alivio a futuro “siempre y cuando puedan suplirse algunas necesidades emocionales por el momento. Desde mi perspectiva, no deberían ser permanentes”.
Una publicación de la epidemióloga Julia Marcus para la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard reseña que la salud es más que solo prevención de enfermedades; para muchos, estar saludable requiere interacciones sociales con amigos y familiares, pasar tiempo al aire libre, hacer ejercicio, intimidad física y otros placeres de la vida, así que “al tomar decisiones sobre el contacto social durante la pandemia de coronavirus, es necesario sopesar el riesgo de la interacción”, todo un desafío en este escenario.
De hecho, el mismo artículo de Harvard pone en perspectiva que varias provincias de Canadá han emitido una guía sobre 'burbujas dobles', en el que dos hogares acuerdan socializar exclusivamente entre sí sin la necesidad de distanciamiento físico.
Para Marcus, si bien es cierto que cada interacción social adicional aumenta el riesgo, “con el distanciamiento social continuo de otras personas y hogares, los enfoques de reducción de daños pueden ayudar a las personas a renunciar a actividades de mayor riesgo, como fiestas en casas abarrotadas, a largo plazo. Al comenzar el cuarto mes de esta pandemia, con muchos más meses por delante, es hora de comenzar a pensar en la sostenibilidad”.
Yasmicelis González, psicólogo, compartió con este diario que, a futuro, establecer las 'burbujas' podría representar un alivio a la salud mental, para reducir los trastornos de ansiedad y depresión con los que la sociedad se está viendo afectada.
“Estas 'burbujas' surgieron en Nueva Zelanda como un control para regular el distanciamiento. Sin embargo, hay que considerar que este país está aislado geográficamente, la forma de convivencia, cultura y manejo poblacional es distinto al nuestro; la cultura panameña es más social, el individuo tiende a relacionarse más de manera interpersonal y habría que considerar oportunamente varios elementos. Lo que se busca es minimizar los contagios, pero no es una garantía”, añadió.
En efecto, cuando Nueva Zelanda anunció el descenso en su nivel de alarma por la pandemia, el gobierno indicó que las 'burbujas' podrían extenderse a otras familias como una manera de ayudar incluso, a personas aisladas, como una forma de relajar restricciones de una manera viable sin aumentar los contagios.
Y mientras que el caso neozelandés no establece un número fijo de individuos por unidad, otros gobiernos han evaluado la posibilidad de incorporar la estrategia estableciendo una cantidad máxima de 10 personas, según explica BBC.
González remarcó que el método está sujeto a que cada miembro de las 'burbujas' respete las normas de distanciamiento social, y “podría ser un paliativo, siempre que haya satisfacción en las partes o grupos involucrados”. El futuro estará por verse, así como el comportamiento epidemiológico en Panamá, mientras el gobierno lucha por contener el incremento de casos.