Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 11/02/2018 01:02
¡ Ya viene, señores y señoras! ¡Que alcanzamos por fin la victoria! Llega aquello por lo que estamos esperando todo el año. Trescientos sesenta días sufriendo y al fin llegaron los cinco días por los que hemos suspirado tanto.
Cinco días en los que borramos el disco duro, en los que los litros de alcohol que correrán por nuestras venas nos harán olvidarnos de todo aquello que nos desvela.
Eso es lo que también están esperando como agua de mayo los políticos y demás gentualla que pulula por nuestros tres poderes. A saber, quieren que bebamos hasta perder el sentido y la vergüenza, que preñemos y nos dejemos preñar, que así, entre los días que tardaremos en pasar los resabios de la resaca, las preocupaciones para pagar los préstamos que hemos pedido para poder alquilar el tabuco donde hemos convivido en cercana familiaridad con personas con las que quizás no pasaríamos ni dos horas en circunstancias etílicas normales, y los quebraderos de cabeza para tratar de convencer a nuestros respectivos cónyuges que la gonorrea que les hemos pegado la hemos contraído meando en la estatua de Porras, o viendo a ver cómo lidiamos con la perspectiva de pasar noviembre en la sala de partos de un hospital, se nos pasará casi el año y nos olvidaremos de ellos y sus malandrerías.
Así fue desde el inicio de los tiempos, ya que, en algún momento, los poderosos entendieron que, para mantener el statu quo debían permitir a la plebe soltar vapor de vez en cuando. Debían dejarles creer que eran libres, que podían beber y reír y bailar, que podían burlarse de los que tenían el cetro, la mitra o la espada y salir impunes, y los que tienen la sartén por el mango, desde el balcón de sus superioridad nos observan como los entomólogos estudian a las hormigas, cagándose de la risa con cada resbalón, arrojadera, pelea y melopea que ven.
Pero tranquilos todos, ¿eh? No os preocupéis, venga, animaos, todo el mundo a lanzarse a la carretera, a disfrutar del primer topón: el de vuestro parachoques con el del carro de delante. Aguantad horas y horas en una procesión, con paradas de viacrucis, para llegar a vuestro destino, idílico y repleto de miles y miles de contertulios. Venga, a meteros en cuchitriles apenas aptos para el uso humano, haced uso escaso del agua corriente, así no notaréis su sempiterna falta, que total, la que sale de los camiones cisterna ya lleva olor a queroseno y eso iguala los hedores. Hala, chicos y chicas, asolead vuestras pieles como si el melanoma no tuviera un mañana, freíd vuestros hígados como si hubiese repuesto, comed carne en palito como el manjar que es amerita, y dadles un respiro a los que, con vuestros impuestos, pagan las camisetas que os lanzan desde las tarimas. Dejad de criticar a los que os ofrecerán todos esos objetos de mala calidad que pasado mañana ya serán inservibles y quedarán en la quebrada, inundando las playas de chancletas rotas, gorras, protectores de celulares, y vasos térmicos en una marea de mierda promocional, logos y nombres de politicastros de quinta categoría.
Pero, ¡quia!, es maravilloso pensar que todos vamos a ser felices durante cinco largos días, que podemos aparcar nuestros problemas, que el alcohol diluirá nuestras preocupaciones, que la entrada a la escuela aún queda muy lejos… Que podemos imaginar, en nuestra fantasía beoda, que vivimos en el mejor de los países posibles y que cuando despertemos de la curda no vamos a encontrar asesinos de niñas en la calle, ni violadores de menores sueltos, ni corruptos... Ups.
COLUMNISTA