Catar: ¿cómo era el gigante financiero antes del mundial?

Actualizado
  • 25/11/2022 00:00
Creado
  • 25/11/2022 00:00
El país con la cuarta economía más pujante del mundo no siempre fue un referente global. En esta edición se explora la historia de la nación sede de la Copa del Mundo 2022
Doha, capital de Catar

Con un producto interno bruto (PIB) per cápita de $179,6 miles de millones, el Estado de Catar se posiciona como una de las potencias globales en economía. Este territorio cuenta con una riqueza pujante sostenida por las reservas de petróleo y gas natural.

El descubrimiento de estos recursos fue hace más de 80 años, en 1939, cuando se hallaron los primeros pozos petroleros y se iniciaron los procesos de excavación. Desde entonces, la nación de medio oriente no ha hecho más que escalar financieramente con la exportación de petróleo y gas natural.

Debido a su estatus económico, este año la nación árabe se convirtió en la sede de la Copa Mundial, celebración futbolística que une a los mejores equipos del mundo y sus fanaticadas. Países como Inglaterra, España, Brasil, Argentina y Francia cuentan con fieles admiradores que se han movilizado al país para ver a su selección favorita, representando más ganancias para la cuarta economía mundial a nivel de turismo.

Lo que hay detrás
En las construcciones para las edificaciones necesarias en el Mundial murieron 6.500 empleados, según reportes.

Pero Catar no siempre fue un referente económico. De hecho, durante un tiempo la potencia financiera cayó en manos del imperio Otomano, en el siglo XIX.

Esto obligó a los cataríes a aliarse con Gran Bretaña, convirtiéndose en una colonia británica pero conservando su independencia política y económica. Hasta ese momento la economía de Catar se basaba en la recolección de perlas, así como la pesca y otro tipo de comercios que mantenían a la población empobrecida. Mientras tanto, quien se encontraba a cargo de la distribución de petróleo en el país era Iraq Petroleum Company (IPC), debido a sus conexiones con el Reino Unido.

Catar logra su independencia de la corona inglesa en 1971, lo que permitió anular la concesión de la IPC y otras compañías parecidas. Esto resultó en la fundación de lo que hoy se conoce como Qatar Petroleum, dando inicio al imperio catarí como potencia económica.

Las sombras del progreso

A pesar de contar con una economía excepcional, el país de medio oriente no escapa de las sombras del escándalo.

Antes del mundial, el kafala (sistema de patrocinio), era una figura importante dentro de las empresas y compañías del país, hasta 2016, cuando se inició la abolición del sistema esclavista que predominaba en Catar y el resto del golfo arábico.

Se trata de un sistema de apadrinamiento a menores de edad, especialmente aquellos que son inmigrantes, donde la explotación laboral y la negación de los derechos humanos es la norma, así lo detallan organizaciones como Human Rights Watch.

Muchos de los trabajadores pasaban por jornadas laborales extensas, accidentes e impagos salariales, todo esto con sus pasaportes confiscados que impedían a los abusados escapar.

En Catar, el 90% de la mano de obra es extranjera. La mayoría viene de países como India, Pakistán, Bangladesh, Nepal y Filipinas, y trabajan en el sector de construcción o servicio doméstico.

Aquellos que eran parte del sistema kafala en Catar, debían pedir permiso a sus empleadores para adquirir permisos de conducir, viviendas, cuentas bancarias, cambiar de trabajo e incluso salir del país a visitar a sus familias.

Cuando el Estado árabe fue escogido como sede del Mundial 2022, el sistema de patrocinio quedó en evidencia ante el mundo, obligando a Catar a hacer ajustes a su régimen laboral en 2020.

Primero, se abolió el Certificado de No Objeción que impedía a los colaboradores migrantes cambiar de lugar de trabajo sin permiso de sus empleadores y se hicieron modificaciones de salario en beneficio de los inmigrantes.

“Las nuevas reformas laborales de Catar son de las más importantes hasta la fecha. Si se efectúan de la manera correcta, podrían mejorar el nivel de vida de los trabajadores extranjeros”, señaló Michael Page, director de Human Rights Watch en medio oriente.

Sin embargo, las irregularidades persisten. Solamente en la construcción de las infraestructuras propicias para la Copa Mundial 2022, 6.500 trabajadores inmigrantes fallecieron, según reportó la organización de derechos humanos, Amnistía Internacional.

De acuerdo con datos del Gobierno catarí, la mayoría de las muertes se deben a causas naturales, sin embargo muchos de los empleados que siguen dentro del sistema dan testimonios de lo que tuvieron que pasar junto a sus compañeros: trabajar bajo temperaturas mayores a los 50° C, levantar rocas de más de 60 kilogramos y otras condiciones de trabajo inseguras que requieren un esfuerzo físico desmedido.

Voces ante la injusticia

“La Copa del Mundo atrae una inmensa atención de los medios de comunicación internacionales y de los aficionados, pero hay un lado oscuro del torneo que está eclipsando el fútbol”, fueron las declaraciones de Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch.

Y es que ni la fanaticada, que ha sido muy expresiva en redes sociales denotando enojo ante las normas pautadas por el Gobierno de Catar, ni los jugadores se han callado ante los abusos de la nación árabe.

Los brazaletes arcoíris que utilizarían algunos de los capitanes en sus partidos durante el Mundial son prueba de la intolerancia que tienen ante las restricciones de Catar, así como a las violaciones de derechos que ha cometido su gobierno junto a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).

La iniciativa llamada 'OneLove' era apoyada por naciones europeas como Inglaterra, Países Bajos, Dinamarca, Gales, Suiza y Alemania. Sin embargo, los países con capitanes que porten este tipo de objetos como mecanismo de protesta ya han sido amenazados por la FIFA, advirtiendo que serían sancionados con una tarjeta amarilla, obligando a los jugadores a desistir de esta iniciativa.

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