La vuelta del Teatro Colón

Actualizado
  • 11/07/2010 02:00
Creado
  • 11/07/2010 02:00
La música y el arte volvieron al Teatro Colón en un espectáculo de animaciones 3D para todos afuera y una gala exclusiva para pocos aden...

La música y el arte volvieron al Teatro Colón en un espectáculo de animaciones 3D para todos afuera y una gala exclusiva para pocos adentro. Después de más de tres años de trabajos de restauración y modernización, el 24 de mayo pasado como parte de los festejos del bicentenario argentino, se volvió a alzar el telón.

La casa de ópera más importante y prestigiosa de Latinoamérica cumplió 100 años en 2008 pero sus puertas permanecían cerradas. Dentro, sin embargo, la actividad era incesante y ningún detalle era dejado al azar, cada esquina era protagonista y cada una de sus salas estaban siendo recuperadas. La reapertura había sido planeada para el 25 de mayo de ese mismo año pero demoras en las obras prolongaron su silencio. Finalmente, dos años después, el ‘Plan Maestro’ y un presupuesto casi incalculable devolvieron todo su esplendor al majestuoso edificio.

Veinte años, el talento de tres arquitectos (Francesco Tamburini, Vittorio Meano y Jules Dormal) y las manos de miles de trabajadores, se necesitaron para construir el edificio que -en palabras de Meano- tiene "los caracteres generales del Renacimiento italiano, la buena distribución y la solidez propias de la arquitectura alemana y la gracia, variedad y bizarría de ornamentación asociadas a la arquitectura francesa". Todo estuvo listo el 25 de mayo de 1908 y se escuchó por primera vez, en su sala principal, la ópera Aida de Giuseppe Verdi, en un país que hervía de progreso y europeización.

Desde entonces se han sucedido épocas de crisis y de grandeza para el teatro, vinculadas a los cambios administrativos y el entorno político que incluso para el tan admirado Colón son ineludibles. Pero entre ambas no se puso nunca en duda ni por un momento su gran valor artístico y arquitectónico. Una acústica casi perfecta que no tiene nada que envidiarle y es incluso comparable a la de La Scala de Milán, de la Wiener Staatsoper austriaca, del Gran Teatro del Liceo barcelonés y de la Ópera de París, ha atraído a grades compositores, cantantes líricos y primeros bailarines clásicos. Artistas de la talla de Plácido Domingo, Luciano Pavarotti y María Callas se han presentado en su escenario. También presentaron sus creaciones Richard Strauss, Manuel de Falla y Aaron Copland. Tampoco han faltado las principales orquestas del mundo: la Filarmónica de Viena, la Sinfónica de Filadelfia, la Sinfónica de Nueva York, la Filarmónica de Berlín y la Philarmonia de Londres que tuvieron el privilegio de tocar en el Colón.

El Teatro Colón es sin lugar a dudas una visita ineludible para los amantes de la música. Cada uno de sus rincones quita el aliento. Desde el foyer de la entrada principal con su vitral en forma de cúpula que da la sensación de haber viajado en el tiempo hasta la sala principal, ésa que tiene por recuerdos los aplausos y por compañía la elegancia. En forma de herradura, con resonancia italiana y claridad francesa puede albergar hasta 4,000 pares de ojos y oídos, sentados y de pie. No solo el escenario, todo en su conjunto es fuente de elogios. Con mayor razón aún los que inspiran los más de 700 focos de una araña coronada con el fresco del argentino Raúl Soldi, que ilumina al público. Y para arrancar más suspiros están la Galería de los Bustos, el Salón Blanco, con su estilo renacentista francés y el Salón Dorado, que ostenta vitrales de Gaudin con imágenes de Homero y Safo y muebles que no podrían ser más refinados. Cada escalera, cada silla, cada lámpara es una muestra del más exquisito gusto y el esplendor de una época que sigue viva dentro de él.

Pero el teatro no es sólo eso, es también un taller de producción, de maquinaria, de escenografía, de utilería, de sastrería, de zapatería, de tapicería, de mecánica escénica, de escultura, de fotografía, de maquillaje y peluquería, de audio, video y luminotecnia, y de efectos especiales electromecánicos. Es también una escuela, el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y es un museo. No podríamos imaginar otro destino que el que le fue concedido en 1989 cuando fue declarado Monumento Histórico Nacional. Un monumento de 58.000 metros cuadrados que hoy vuelve a brillar con todas sus luces.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus