'El desafío de Florencia'

Actualizado
  • 01/05/2020 00:00
Creado
  • 01/05/2020 00:00
La obra del español Alejandro Corral tiene como tema la gran rivalidad entre dos genios del arte: Miguel Ángel Buonarroti y Leonardo Da Vinci, en la ciudad cuna del Renacimiento, un lugar cargado también de intrigas y luchas de poder

En marzo del año pasado salió en España el libro El desafío de Florencia del joven escritor Alejandro Corral. Ese año se rendía homenaje en todo el mundo a los 500 años de la muerte de Leonardo Da Vinci, ocurrida el 2 de mayo de 1519. Uno de los más grandes genios del mundo, Leonardo, fue además de pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.

'El desafío de Florencia'

El libro causó tanto impacto, que fue uno de los más vendidos en las ferias del libro que se llevaron a cabo en España, posterior a su lanzamiento. Justo en abril de ese año vino a Panamá el destacado historiador aragonés José Luis Corral para participar en el primer Foro de Novela Histórica que se celebró en Panamá Viejo por el quinto centenario de la fundación de la primera ciudad en el océano Pacífico por parte de los conquistadores españoles. José Luis es el padre de Alejandro y me comentó del libro, que me interesó mucho, por lo que no descansé hasta conseguirlo y leerlo.

Aunque la historia empieza en 1504 en Florencia, va y viene de 1500 a 1507, y retrata en forma magistral la inmensa rivalidad que hubo entre Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti, también arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista y cómo, a punta de obras de arte que legaron para la posteridad, se baten ambos en una ciudad llena de intrigas palaciegas, luchas de poder y presiones familiares y religiosas. La familia de Miguel Ángel desaprobaba que se dedicara al arte; Leonardo tenía un séquito de jóvenes ayudantes, entre los que sobresalía su preferido, Salai, revelando así su homosexualidad.

La Mona Lisa, de Leonardo

Leonardo era el consentido de los poderes florentinos, estaba pintando la Mona Lisa y tenía otros encargos. A Miguel Ángel le dio la Ópera del Duomo un pedazo aparentemente inservible de mármol para que esculpiera una figura emblemática. De esa roca roñosa, abandonada por 25 años, emergió el hermoso David, que hoy se puede apreciar en la Galería de la Academia, de Florencia.

Estos dos artistas, los más importantes del arte universal, se distinguían, el uno, por la pulcritud y lo llamativo de su vestimenta, y el otro por lo estrafalario y descuidado. Ambos mantenían una relación de amor y odio entre ellos. Miguel Ángel veía en Leonardo la esencia del humanismo renacentista; Leonardo veía en Miguel Ángel la pasión, el tormento creativo que nacía desde dentro. Pero había una gran diferencia: Miguel Ángel estudiaba todo lo que fuera beneficioso para su expresión artística; Leonardo, consentido y engreído, hacía cualquier cosa.

El David, de Miguel Ángel

El desafío de Florencia es un “duelo de titanes magníficamente narrado”, según Santiago Posteguillo, y “una obra que bebe de la fascinación que las dos mentes más brillantes del Renacimiento aún ejercen sobre nosotros y que revitaliza el inmenso poder de sus respectivos mitos”, ha dicho el escritor Javier Sierra.

Para conocer un poco más al autor, le hice esta entrevista:

Estudiaste administración y finanzas, pero has publicado desde 2015. ¿Qué te motivó a cambiar de rumbo y de qué trata tu primer libro, “El cielo de Nueva York”, descrito como “una perspectiva urbana y noir, en que la que ficción y fantasía viven en un delicado equilibrio como si se tratase de dos universos paralelos”?

Desde muy pequeño crecí rodeado de libros: decenas y decenas de historias en las que me sumergía cada año. Siempre deseé escribir mis propias historias y fue a partir de 2015 cuando empecé a publicar. En ello tuvo algo que ver la crisis financiera mundial de 2008-2009. Al terminar mis estudios universitarios había una tasa de desempleo muy alta en España. Costaba mucho encontrar un trabajo. Fueron años difíciles e incluso algunos amigos tuvieron que emigrar a otros países. Yo decidí quedarme y puse en marcha mi viejo sueño de escribir. Así comenzó todo.

Mi primera novela, El cielo de Nueva York tuvo su origen en un viaje a Costa Rica con escala en Nueva York. Ambientada en la Gran Manzana trata de un financiero, Hank Williams, que sale de un hospital psiquiátrico tras haber permanecido ingresado a causa de una traumática experiencia personal. Fuera del centro médico se encontrará con los tipos más conflictivos de los bajos fondos de Nueva York: traficantes, mafiosos crueles... Dividido entre el amor de dos mujeres y sumido en un conflicto personal irresoluble, el protagonista vivirá una experiencia inquietante e insospechada hasta llegar a un final sorprendente.

Después escribiste a dos manos con tu padre, Batallador. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Te motivó a meterte de lleno en la historia para darnos “El desafío de Florencia”?

Escribir una novela junto a mi padre fue una experiencia maravillosa. Antes de empezar pensé que sería algo complicado. Pero no, todo lo contrario, desde un principio nos tratamos como iguales y supimos ajustar las necesidades de cada uno a la trama. De él aprendí cómo ha de documentarse una novela histórica. De ahí surgió la idea de escribir El desafío de Florencia.

Alejandro Corral
Con El desafío de Florencia te lanzaste, con solo 30 años, a ser un autor de referencia, puesto que te metiste con los dos genios más grandes que tuvo la pintura florentina. ¿Cómo fue ese proceso de investigación? Porque los que hemos estado en Florencia reconocemos muchos lugares, pero en tu novela hasta se huelen esas callejuelas y los bloques de mármol.

En la novela histórica, el proceso de documentación es tanto o más importante que el proceso de redacción. El desafío de Florencia transcurre entre los años 1500 y 1507, aproximadamente. Como Gutenberg inventó la imprenta hacia 1440, la documentación de la que se dispone a partir de la fecha es abundante para intentar recrear con la mayor precisión posible las calles, el vestuario, las costumbres, las festividades; en definitiva, captar el espíritu de una época.

La enemistad que hubo entre Leonardo da Vinci y Miguel Ángel es cierta. Fueron rivales artísticos y personales. Leonardo era 23 años mayor que Miguel Ángel y coincidieron en una ciudad, Florencia, en la que convivieron con multitud de artistas: Botticelli, Rafael... Este periodo es, en mi opinión, la época más apasionante de la historia del arte. En aquellos años, Leonardo comenzó a pintar su cuadro más popular: La Mona Lisa. Al mismo tiempo, Miguel Ángel esculpió su obra más célebre: el David.

Los gobernantes de Florencia, entre ellos Maquiavelo, se dieron cuenta de que tenían en la ciudad a los dos más grandes artistas del momento, y quizá de todos los tiempos, y les encargaron un trabajo en el corazón del palacio Vecchio. Leonardo y Miguel Ángel tendrían que pintar dos grandes murales, dos frescos de un tamaño descomunal, el uno frente al otro, que decorarían el Salón de los Quinientos. En esas dos pinturas la intensa rivalidad entre los dos artistas alcanzó su cenit, con dos obras que revolucionaron por completo el Renacimiento florentino.

¿En qué proyecto estás inmerso ahora mismo y cuáles son tus planes a futuro como escritor?

Mi próxima novela se publicará, previsiblemente, en la primavera de 2021. La trama transcurrirá en nuestros días, siglo XXI, en Madrid. El protagonista será un joven escritor e historiador del arte que se verá involucrado en varias tramas paralelas, entre ellas el descubrimiento de dos cadáveres de dos personas que desaparecieron hace 25 años. Por el momento prefiero no adelantar más datos. No obstante, el hilo conductor de la trama será una obra de arte: La Mona Lisa del Prado, la llamada Gioconda del taller de Leonardo da Vinci, una pintura de autor anónimo que se conserva en el museo del Prado de Madrid.

Aunque la trama transcurre principalmente en Madrid, aparecen algunos escenarios recurrentes de un inmenso interés: el museo del Prado de Madrid, el palacio Vecchio de Florencia...

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