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- 11/06/2016 02:00
Desde la antigüedad la institución familiar ha sido tratada como la génesis de las sociedades humanas. Por ejemplo para el filósofo griego Aristóteles, la familia es el resultado de un ‘orden natural' y dicha tesis fue defendida durante mucho tiempo por otros pensadores.
Este orden implica que dentro de la estructura familiar hay una asignación de tareas que le es natural a cada uno de sus miembros. La asignación de roles más conocidos es que las mujeres son por naturaleza más dadas a la crianza y están más pendientes de las relaciones con otros, son las más aptas para las tareas del hogar; mientras que los hombres tienen otros roles, generalmente relacionado con el mando del hogar.
Ya lo decía Homero hace muchos siglos atrás, ‘cada uno por separado gobierna como señor a sus mujeres y a sus hijos'. Está división de tareas ‘natural' ha sido principalmente criticada por el pensamiento feminista, el cual argumenta que detrás de esta supuesto orden se justificaba estructuras sociales que dejan a las mujeres vulnerables a la pobreza, al pago desigual o la violencia doméstica, entre otros.
Una corriente feminista, que se nutre del constructivismo social señala que no existen dichas diferencias -entre hombres y mujeres- y añade que no tienen nada de natural. Por el contrario, argumentan que la familia ha sido moldeada por la cultura, la religión y las clases sociales, es decir, no es un producto que aconteció sin manipulación e interferencia alguna.
Otros pensadores señalan que las circunstancias de la justicia -conflictos de interés, poder y escasez- no forman parte de la institución familiar. Sin embargo, feministas como Deborah Rhode van un paso más allá y señalan que la discusión en torno a como las diferencias biológicas y psicológicas entre hombres y mujeres justifican o no roles dentro de la familia, oscurece el problema que subyace a todo esto, y es si dicha división es justa o no para las mujeres en general.
El asunto radica en si el Estado -el poder- ha metido o no su ‘mano peluda' en la vida familiar.
Sabemos que hay leyes que regulan quienes se pueden casar, el divorcio, los términos de este y la herencia. Por ejemplo, en Panamá y en la mayoría de los países del mundo las parejas homosexuales no tienen derecho a casarse o adoptar hijos. Es decir, el Estado antepone como debe estar conformada una familia.
Otros elementos como la religión o convenciones sociales influyen en nuestra visión ideal de la familia, la más común: un padre, una madre e hijos.
Por ende, no podemos suponer que dicha institución es un producto natural, cuando la historia nos da pistas de que se parece más a una construcción.
AMANTES DE SOFÍA