He sido una imbécil

Actualizado
  • 22/05/2016 02:00
Creado
  • 22/05/2016 02:00
No hago ni más ni menos que toda la clase media de este país: la lucha de los honrados por vivir

He hecho tantas y tantas cosas mal en mi vida que ahora, justo en la mitad, y viendo ya la vaina que va cuesta abajo en la rodada, me pregunto como habrían sido mis días de no haber tenido la educación que tuve.

Llevo estudiando más de la mitad de mi vida. Y sin beca universal. Trabajo como una mula. Pongo la basura siempre en su lugar. Recojo bichos por las calles y me preocupo de cuidarlos y encontrarles acomodo. Trato de pagar mis cuentas. Peleo por no tener deudas. Hago malabares para llegar a fin de mes con los precios de la comida, de los seguros del carro, de salud, de la gasolina. Intento ahorrar y la mayor parte de los meses veo que las cuentas no me dan. No hago ni más ni menos que toda la clase media de este país y del resto de los países del mundo: la lucha de los honrados por vivir. Trato de comportarme cívicamente, respeto las leyes, a sus agentes, no me salto los semáforos en rojo, no conduzco por el hombro y no doy coimas. Nunca.

Y entonces me entero de las protestas en Curundú y toda la compasión y la solidaridad con el género humano se va a la mierda. No quiero ser solidaria con esa gente. Lo siento. Siento si pagan algunos justos por todos los pecadores. Si algún Lot hay en ese rimero de vagos y sinvergüenzas, que escape. ¿Con qué cara les digo yo a mis hijos que tienen que estudiar para poder trabajar y vivir dignamente del sudor de su frente el resto de su vida si ellos ven que hay gentuza que se la pasa rascándose las pelotas y gobierno tras gobierno los subvencionan? Se subvenciona el gas, la luz, los estudios, la salud, exigen el mantenimiento gratis de la casa gratuita que se les dio, ¿algo más? ¿Con qué cara les digo yo a mis hijos que tengan cuidado con preñar a nadie, que yo no mantengo hijos ajenos si luego ven que una mujer de menos de treinta años tiene cinco comearroces, cada uno de un padre, y encima exige que el gobierno la ayude? ¿Qué estoy en contra de la gente? Puede ser, sí, estoy en contra de las rémoras que creen que por haber nacido se lo merecen todo. (Inserto aquí un llamado a la legalización del aborto: aborto libre y gratuito. Nos evitaríamos miles de embarazos adolescentes, miles de hijos no deseados, miles de complicaciones por intentos de aborto clandestinos. Aborto, mujeres, piénsenlo)

Llámenme lo que gusten, pero así ningún país puede llegar a ningún sitio. Hay que empezar a educar a la gente, sí. Hay que proveer herramientas para que aquellos que quieran y valgan puedan medrar, sí. Hay que sostener entre todos a los más desfavorecidos. Sí. Pero esa mujer (y tantos y tantas otros y otras como ella) no es desfavorecida, es una caradura que sabe que si grita lo suficientemente alto, manotea lo suficientemente deprisa o se revuelca suficientemente por el suelo, papá estado le va a volver a sacar las castañas del fuego. Me importa un pito si es negra, blanca o china. Tampoco me hubiera importado que fuera un hombre. Simplemente me parece que se aprovechan de la demagogia politiquera para pasarse otros cinco años viviendo sin pagar nada. Y el resto, que nos jodamos.

Señores de la clase media panameña, unámonos, cerremos calles, exijamos. Invoquemos nuestros derechos. Manifestémonos, nosotros también queremos que nos sufraguen nuestras necesidades. Una vez más, demostremos que el que no llora no mama.

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