Made in China

Actualizado
  • 03/02/2018 01:01
Creado
  • 03/02/2018 01:01
Empezó a asistir a los cultos religiosos, dejó de cuestionar las disposiciones del gobierno, dejó las mañas raras

La cocina de la prisión esa es la última frontera. Es allí donde se prepara la comida para toda la población penal, lo que entra no sale, a excepción de uno que otro muslo de pollo o bistec escondido en el bolsillo de los cocineros (son presos por lo general). Allí adentro, estas rarezas culinarias están destinadas para el comedor de los obesos funcionarios y administradores de justicia, pero algunas terminan en el mercado negro interno.

El menú

Lunes sopa misteriosa: Debe tomarse con recelo tratando de encontrar un resto óseo aviar que brinde tranquilidad, tiene además el valor agregado de que las burbujas de grasa sobre la superficie traslúcida permiten el ensimismamiento esotérico tratando de encontrar en ellas formas y presagios.

De martes a sábado: Fusión de vegetales mixtos y otras cosas, que se amalgaman infinitamente en un collage que contribuye enormemente al crecimiento de la flora y fauna intestinal.

Domingos: Arroz con tímidos pedacitos de pollo (por cuestiones de imagen con la visita de todos los residentes).

A Muñecachocha lo educó la abuelita con dedicación y esmero, siempre atenta de que se sentara a la mesa con las manos limpias, peinado, bañado; en fin, le inculcó todas las buenas costumbres de que era capaz.

Lo instruyó con el tino con el que casi todas las abuelas educaban a sus nietos, se apoyó en los clásicos espantos (el Cuco, la Cegua, el Hombre sin cabeza y el Enano cabezón) para intentar contener el espíritu trasgresor de su nieto. Pero él venía ya vacunado contra eso.

Caminaba como bailando break dance , decía que era por culpa de una enfermedad que tenía nombre griego, movía la cabeza sin eje fijo. Así fue como se consiguió el apodo.

Fue creciendo, tomaba mucho, orinaba o le tiraba salivas a los carros desde los puentes elevados, empezó a fumar hierba y finalmente se afilió a la moda barbie (dramático enflaquecimiento de todo el cuerpo por exposición prolongada al crack).

En la prisión no le fue muy bien, nunca lo tomaron en serio, sobretodo después de haberse desmayado en medio de un concierto de rock que habían organizado en las instalaciones de aquel complejo residencial. Nadie le dio la oportunidad de explicar nada. Todos prefirieron creer que se desplomó por la emoción que le causaba el grupo de rockeros en apretadas ropas de cuero señalando siempre a la izquierda. Al mejor estilo de Barry White.

Después de todo esto se enteró de su error al escoger una carrera para la que no tenía vocación y ocurrió lo que ni la abuela ni los espantos lograron: se transformó en un ser socialmente aceptable.

Empezó a asistir a los cultos religiosos, dejó de cuestionar las disposiciones del gobierno, dejó las mañas raras, empezó a quererse más, se hizo famoso por el ritual que tenía a la hora de comer y que estuvo haciendo por largas temporadas.

Con dignidad hacía fila para recoger la comida, le agregaba siempre un enorme muslo de pollo, brillante jugoso, delicioso a la vista. Era impresionante. El pollo o cualquier carne es allí dentro sinónimo de poder adquisitivo. Se llegó a sospechar que había malversación de ofrendas, pero no, el hermano Muñecachocha realmente había cambiado.

Un día, una persona de las que siempre están viendo la vida ajena, notó que la pieza de pollo del hermano Muñecachocha era muy parecida a la del día anterior y reparó que debajo de aquel brillo deslumbrante, sutilmente asomaba una leyenda que rezaba lo siguiente: made in china. Aparentemente el hermano había buscado una forma de terapia oriental para la autoestima baja.

Morder aquella porción de pollo sintético hubiera sido tóxico, pero no lo sería más que la comida del sitio. De toda la población penal, afortunadamente solo la mitad sufre gastritis… el resto tiene ulcera estomacal.

ARTISTA Y ESCRITOR

‘Después de todo esto se enteró de su error al escoger una carrera para la que no tenía vocación y ocurrió lo que ni la abuela ni los espantos lograron: se transformó en un ser socialmente aceptable.

BIOGRAFÍA

Jhafis Quintero

Nació en La Chorrera, Panamá el 1 de marzo de 1973. Vive y trabaja en Verona, Italia. Es artista contemporáneo.

Paralelamente a su obra artística, que se desarrolla a partir de los años 90, trabajó en TEOR/éTica desde que participó activamente en el mega-proyecto Estrecho Dudoso.

Su propuesta artística está pues, construida desde su experiencia personal en el universo del encierro, del silencio, de la inseguridad pero también de la imaginación y la creatividad orientada hacia mecanismos de supervivencia.

Representó a Panamá en la 55° Bienal de Venecia. El cuento ‘Made in China' fue extraído del libro ‘Los dueños del mundo' (Fundación TEOR/éTica y Perro Azul, 2009).

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