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José Espinar y José de Obaldía: protagonistas de la cuarta separación frustrada de Panamá



- 28/09/2025 00:01
El siglo XIX fue, para Panamá, una época marcada por vaivenes políticos, tensiones sociales y ensayos de independencia. Antes de la separación definitiva de 1903, el istmo vivió al menos cuatro intentos de ruptura con la Nueva Granada (Colombia), algunos de ellos breves, otros con una organización más estructurada.
Entre esos episodios destaca la llamada Cuarta Separación de Panamá, ocurrida en septiembre de 1850.
Protagonizada por el general José Domingo Espinar y el doctor E. A. Teller, y contenida por el gobernador José de Obaldía, fue una demostración clara de cómo los intereses locales, las pasiones militares y las presiones internacionales se entrelazaban en un istmo que aún no encontraba su destino político definitivo.
La década de 1850 coincidió con la llamada fiebre del oro de California, fenómeno que convirtió al istmo de Panamá en un paso obligado para miles de buscadores de fortuna que viajaban desde la costa atlántica de Estados Unidos hacia el Pacífico.
El tránsito interoceánico, realizado por caminos rudimentarios y luego por el ferrocarril, generó riqueza y movimiento comercial, pero también tensiones.
Muchos panameños percibían que Bogotá —capital de la Nueva Granada— se beneficiaba de esos ingresos sin reinvertir lo suficiente en el desarrollo local. Esa sensación de abandono alimentaba sentimientos separatistas, que ya se habían manifestado en 1821, 1830 y 1840.
En ese contexto de descontento y efervescencia política, un grupo de líderes locales consideró que había llegado el momento de proclamar nuevamente la independencia.
El general José Domingo Espinar, militar panameño con amplia experiencia en las filas de la Nueva Granada, gozaba de prestigio entre las tropas del istmo.
Su carrera le había otorgado ascendencia sobre la guarnición local, lo que lo convertía en una figura clave para cualquier movimiento de fuerza.
De carácter decidido, Espinar encarnaba la vertiente militarista de los separatismos istmeños: confiaba en que una acción rápida y contundente bastaría para consumar la ruptura.
A su lado se encontraba el Dr. E. A. Teller, editor del periódico Panamá Echo. Teller aportaba la pluma y el discurso político que respaldaban la revuelta.
Desde su tribuna periodística había denunciado las falencias de la administración granadina y la necesidad de que el istmo tomara en sus manos su destino.
En la madrugada del 29 de septiembre de 1850, Espinar y Teller proclamaron la independencia del istmo.
El movimiento buscaba instalar un gobierno provisional y dar a Panamá una oportunidad de desarrollarse como república soberana. Era, en efecto, el cuarto intento de separarse de la Nueva Granada.
El gobernador del istmo en ese momento era José de Obaldía Orejuela, un político y abogado chiricano de sólida formación.
Con apenas 44 años, ya tenía amplia trayectoria en la administración granadina. Obaldía era visto como un hombre sereno, pragmático y profundamente consciente de las realidades geopolíticas que rodeaban al istmo.
Cuando recibió la noticia de la proclamación separatista, Obaldía no optó por la confrontación armada inmediata.
En lugar de ello, desplegó una estrategia de persuasión. Su argumento central era que el istmo aún no estaba preparado para sostener un Estado independiente.
Carecía de una estructura institucional robusta, de un ejército capaz de defender la soberanía y de una hacienda pública organizada.
Más allá de las limitaciones internas, Obaldía tenía presente el riesgo externo. El Tratado Mallarino-Bidlack, firmado en 1846, otorgaba a Estados Unidos el derecho de garantizar la neutralidad del tránsito por Panamá.
Una declaración de independencia podría interpretarse en Washington como un pretexto para intervenir militarmente.
Gran Bretaña, por su parte, también tenía intereses en la región, lo que aumentaba el peligro de que el istmo quedara bajo la tutela de potencias extranjeras.
Los razonamientos de Obaldía surtieron efecto. Consciente de la fragilidad de su movimiento y de la falta de respaldo popular amplio, Espinar aceptó desistir.
Teller, aunque más radical, tampoco contaba con la fuerza suficiente para sostener la independencia proclamada.
Así, en cuestión de días, la Cuarta Separación de Panamá se disolvió, y el istmo retornó a la soberanía de la Nueva Granada.
El episodio dejó claro que, aunque el sentimiento autonomista estaba vivo, la coyuntura no era favorable.
Los istmeños querían mayor control de su destino, pero también reconocían las limitaciones prácticas de un proyecto independentista en medio de tensiones internacionales y carencias internas.
Aunque fallida, la separación de 1850 dejó lecciones que resonarían medio siglo después. Cuando en 1903 Panamá logró finalmente consolidar su independencia, fue gracias a un contexto muy distinto:
Existía ya una obra de infraestructura monumental en marcha, el canal interoceánico, Estados Unidos tenía un interés directo en garantizar la independencia panameña, lo que modificó el equilibrio de fuerzas y el istmo había acumulado experiencia política a través de décadas de intentos y fracasos.
La madrugada del 29 de septiembre de 1850 quedó inscrita como un episodio efímero, pero significativo. El general José Domingo Espinar, con su arrojo militar, y José de Obaldía, con su visión política, encarnaron el dilema central del istmo en el siglo XIX: ¿arriesgar una independencia inmediata o esperar el momento oportuno?
La respuesta que entonces prevaleció fue la de Obaldía, y el istmo continuó bajo la bandera de la Nueva Granada. Pero el sueño de Espinar no se extinguió: permaneció latente, aguardando hasta que, medio siglo después, Panamá encontró la coyuntura adecuada para hacerlo realidad.