Los y las contestatarias

Actualizado
  • 13/09/2020 00:00
Creado
  • 13/09/2020 00:00
Muchas mujeres hasta ahora no se han atrevido a denunciar el acoso o el acecho, sobre todo en los estamentos de seguridad, ya que la verticalidad jerárquica del ambiente militar las intimida
Los y lascontestatarias

No nos podemos quedar callados. La ciudadanía es la que debe determinar lo que quiere leer y oír de parte de los medios masivos de comunicación. Somos los que determinamos el rating de los medios, por lo que tenemos no solo el derecho, sino la responsabilidad de no quedarnos callados, sino de refutar la desinformación, las falsedades y las agresiones que aparecen en los medios, por parte de los grupos antiderechos que quieren volver para atrás la evolución de la sociedad que tiende hacia un entorno más amigable y democrático. Muchos tildan las nuevas ideas de radicales, pero lo cierto es que todas las ideas fueron nuevas y se consideraron radicales, hasta que dejaron de serlo. Debemos ser contestatarios a todo ataque, porque el silencio otorga.

Muchas mujeres hasta ahora no se han atrevido a denunciar el acoso o el acecho, sobre todo en los estamentos de seguridad, ya que la verticalidad jerárquica del ambiente militar las intimida. Desde un principio se les inculca que las órdenes se cumplen “sin dudas ni murmuraciones”. Eso está muy bien en tiempos de guerra, sobre todo cuando había muy pocas mujeres policías. Pero ahora han salido a flote los abusos que las féminas han tenido que soportar de parte de sus superiores hombres, con las denuncias de dos valientes mujeres contestatarias. Y vendrán más. Sospecho que estos casos solo son la puntita del iceberg. En el año 2000 las autoras del libro Acoso sexual: un problema laboral realizamos una encuesta entre 400 mujeres en el área metropolitana de la ciudad de Panamá, que trabajaban en el sector público y privado, en diferentes tipos de oficios y profesiones, tanto tradicionalmente femeninas como tradicionalmente masculinas. El propósito fue investigar cuántas mujeres habían sido acosadas u hostigadas en su sitio de trabajo, el tipo de hostigamiento, y sus efectos. Llamó la atención que el grupo de mujeres policías sintió tanto temor a llenar el formulario de la encuesta, que se negó, a pesar de que se le aseguró que era anónimo. Esto ya nos indica que todas habían sido acosadas.

De eso hace ya 20 años y esperemos que poco a poco todas nos convirtamos en contestatarias. Sobre todo, ahora que la fuerza laboral femenina ha aumentado considerablemente, hay que identificar el acoso, la violencia y los machismos, y sobre todo, denunciar. La época en que los perros se amarraban con longaniza ya pasó, felizmente. Tenemos el ejemplo de la diputada Kayra Harding, que ha denunciado y contestado con firmeza la violencia de que ha sido víctima por parte de otro diputado. Pero el delito no ha sido solo del diputado agresor. Hay delitos por acción y delitos por omisión. El silencio de los demás hombres presentes, con una sola excepción, es vergonzoso. También lo son los comentarios en las redes sociales criticando a la víctima y tratando de ridiculizarla. Hasta divulgaron un video falso, de una niña malcriada a quien le daba una pataleta y dijeron que era ella. Aparentemente, con la mayor participación de las mujeres en la vida pública, la falta de respeto hacia las mujeres se ha incrementado en vez de disminuir.

El 3 de septiembre participé en un conversatorio virtual sobre violencia mediática con el tema “Las mil caras de la violencia”. El joven moderador me hizo una pregunta muy interesante: ¿Qué podemos hacer los hombres en favor de la lucha por la igualdad? Yo diría que contestar. Cada vez que otro hombre dice o escribe algo que podría considerarse una agresión contra una mujer, contestarle, refutar, dar opinión en contrario. De esa forma se puede ir de-construyendo la ideología patriarcal, que pretende volvernos a la situación histórica de inferioridad que vivimos las mujeres hace unas pocas décadas.

Los y lascontestatarias

Existe un video que algunas veces utilizo en mis charlas sobre igualdad de género. Dos hombres conversan mientras toman unos tragos y comen algunas boquitas. Al terminar, el dueño de la casa se para y lleva las copas y los platos a la cocina para fregarlos. El amigo se extraña, y le dice “Yo no ayudo a mi esposa, porque nunca me lo agradece”. El anfitrión le contesta: “Yo no la estoy ayudando. Yo también vivo aquí, como aquí, y tengo que mantener mi casa limpia. También paseo y atiendo a los niños, porque son tan hijos míos como de ella. La responsabilidad es de ambos, así que ella no tiene porqué agradecérmelo”.

A eso me refiero con ser contestatario.

La autora es abogada, escritora y defensora de derechos humanos.

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