¿Qué era la literatura?

¿Está muerta la literatura?Sucumbió al fin a la avalancha tecnológica precipita por los ebooks, los chats y las redes sociales. Esta fue...

¿Está muerta la literatura?Sucumbió al fin a la avalancha tecnológica precipita por los ebooks, los chats y las redes sociales. Esta fue la pregunta que Justo Arroyo hizo durante el discurso que pronunció en ocasión a su presentación como nuevo académico.

El novelista colonense planteó que mientras algunos eruditos han proclamado la muerte de las expresiones literarias en Estados Unidos y en los países del primer mundo, la misma continúa encontrando terrenos fértiles en los países del tercer mundo, abonada por las realidades insospechadas que muchas veces pasan desapercibidas para las élites literarias.

El literato apuntaló su argumento con máximas de los autores Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. ‘Lo único que está muerto es la forma de narrar’, sentenció en una oportunidad el desaparecido escritor mexicano, mientras que para el Nobel peruano la literatura continúa ‘siendo una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo’.

Para el novelista parte del problema radica en el ‘boom’ editorial que se ha venido registrando en los últimos años, que ha propiciado que cada minuto se publique una obra en el mundo. ‘La Biblioteca del congreso cuenta con 80 millones de libros... A un lector le tomaría 30 años leer lo que se publica en un solo día’, subrayó.

‘El futuro de la literatura es una terra incognita, llena de oportunidades’, manifestó Arroyo. Considera que el reto principal es convencer a los jóvenes de que abandonen el hábito de leer en aparatos digitales y ‘transfieran esa energía hacia el libro impreso’.

El literato no concuerda con lo expuesto por los eruditos internacionales, quienes afirman que, debido a las facilidades que ofrece la tecnología, los escritores se han convertido en una especie en extinción y que los temas literarios se han agotado. Asegura que solo basta una mirada a las realidades que tienen lugar a lo interno de nuestros países para encontrar en flagelos como la corrupción y la violencia temas con potencial literario.

Arroyo plantea que actualmente el cine y la televisión se inspiran en temáticas similares, que mantienen su vigencia e importancia en el mundo contemporáneo, pero que a los ‘sepultureros de la literatura’ les resulta inconcebible que los escritores exploten estos temas.

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