Luis Carlos Pérez: 'Nuestra música es testimonio de unión cultural y racial '

Actualizado
  • 09/01/2021 00:00
Creado
  • 09/01/2021 00:00
El saxofonista panameño desviste su pasión por el 'jazz' y el entramado sociocultural que acompaña al género, durante una entrevista de antesala al Panamá Jazz Festival que arranca este 11 de enero

Luis Carlos Pérez es saxofonista y compositor, también un enamorado del jazz. Durante su viaje musical, además de acompañar a artistas como Celia Cruz, Rubén Blades, Cheo Feliciano o Willie Colón, se ha dedicado a rastrear los orígenes e identidad del género, a través de la investigación. Actualmente es miembro del proyecto Salsa Big Band de Rubén Blades y Roberto Delgado, así como profesor en los programas educativos de la Fundación Danilo Pérez. Durante una entrevista de antesala al inicio de la décimo octava edición del Festival de Jazz de Panamá, describe nuestra herencia musical como un legado con raíces comunitarias donde se entrelazan las culturas, en una manifestación de unidad. Sin titubeos, asegura que la chispa de Luis Russell sigue viva y que Panamá siempre ha sido una plaza importante para el jazz, a escala internacional. Además, confiesa que la herencia musical panameña ha sido capaz de unir y crear puentes, “yo me quedo con la música como una expresión de unión humana y comunitaria, más que una exaltación del ego o del yo. Es una exaltación del swing”.

Te formaste fuera de nuestras fronteras, con el compromiso de volver y retribuir esos conocimientos desde la música. Así ha sido. ¿Cómo evalúas la plataforma educativa de nuestro país, en materia musical, hoy?

Es bastante diferente a cuando inicié en la música como carrera. Yo estudié saxofón clásico en el antiguo Conservatorio Nacional de Música, mientras estaba en la escuela secundaria. También hubo una escuela muy importante que fue la Escuela Contemporánea de Música fundada y dirigida por Tille Valderrama, el primer panameño que estudió en Boston en el Berklee College of Music. Luego estudié licenciatura en música en la Universidad de Panamá, hasta que gané la beca internacional de la Fundación Danilo Pérez, para estudiar una maestría en composición de jazz en el Conservatorio de New England, Boston. Al regresar fui coordinador de los programas educativos por alrededor de siete años, ahora soy profesor de la Fundación Danilo Pérez y lo interesante es que el corte de esta siempre ha sido emplear la música como herramienta de cambio social y en el desarrollo humano, así que trabajamos de una manera diferente no solo en materia de formación musical, sino brindando herramientas, valores y demás a niños que viven en riesgo social y a jóvenes que aspiran a tener una carrera musical, de manera que ofrecemos una formación completa, para ejercer o para quienes deseen seguir estudiando dentro o fuera de Panamá. Hemos tenido resultados increíbles y ha habido una inversión muy alta internacionalmente.

Has tocado en diversas ediciones del Panamá Jazz Festival en Cuba, Chile, Estados Unidos y Europa. ¿Qué tanto se han enriquecido nuestros ritmos a partir del intercambio cultural que se propicia desde estas plataformas?

El Panamá Jazz Festival definitivamente ayuda al intercambio de músicos de Latinoamérica y de Panamá con otros lugares, desde el Medio Oriente hasta Europa y Estados Unidos. Es bonito ver cómo en Panamá somos un reflejo de lo que ha pasado en nuestra historia, que ha estado llena de estos intercambios y puentes culturales, donde ha habido mucha conectividad y creatividad. Remontándonos al período afrohispánico vemos cómo pasa la cultura congo, producto de toda esta solidaridad que había en los palenques del cimarronaje, donde se desarrollaron también ritmos que se enriquecen de diferentes zonas de África, hasta la cultura congo que conocemos hoy. Muy importante, en el período de las bananeras a finales del siglo XIX, el siglo XX y hasta después de la construcción del ferrocarril interoceánico y el Canal, estas migraciones generaron un intercambio entre el sur de Estados Unidos, Panamá, las Antillas y el Caribe, y sobre todo con las bananeras y los barcos de la United Fruit Company que seguro venían cargados de músicos; así que lo que pasaba en New Orleans se reflejaba en Bocas del Toro y en Colón, que eran los puertos del Atlántico. Cuando veías las oficinas principales de la United Fruit Company, había alemanes, ingleses, afropanameños, y Luis Carl Rusell, el primer panameño del jazz en hacer una carrera en Estados Unidos era de Bocas del Toro. Muchos historiadores creen que el jazz no hubiera sido igual sin Rusell y su colaboración con Louis Armstrong, padre del jazz.

Que momento tan interesante y nutritivo para nuestra historia musical... Panamá protagonizó parte de la época de oro del jazz entre 1930 y 1950, con orquestas pujantes y numerosas salas dedicadas al género, también con la presencia de figuras internacionales como Duke Ellington y Ella Fitzgerald. ¿Qué tan determinante fue la influencia de Estados Unidos en el movimiento del jazz en Panamá?

Había un intercambio y se nutrían unos de otros. A todo lo que venía de Panamá, el Caribe, Cuba y las Antillas se le llamaba the latin thing. Jelly Roll Morton, por ejemplo, un gran pianista de jazz, en sus composiciones y en su forma de tocar, hablaba de Luis Carl Russell increíble y de cómo introducía el tambor. Realmente era un intercambio y en los años 50 llega un nuevo movimiento llamado 'tambo jazz', creado por afropanameños, descendientes de familias que emigraron para la construcción del Canal o las bananeras; este empieza a unir todo, el jazz, el calipso, que es la parte antillana, y el son cubano tradicional, que es la caribeña, además del elemento panameño como es la tamborera, un género que viene de la cumbia típica del interior y el tambor norte o tamborito, y surge la tamborera con grandes compositores como Ricardo Fábrega, Gladys de la Lastra y cantantes como Silvia De Grasse. De todo ello surge el movimiento de 'tambo jazz' a finales de los 50 y 60, con el maestro Víctor Boa McRae que era un gran pianista y compositor, también figuras como Clarence Martin, un gran bajista que tocaba en la Orquesta Sinfónica música clásica, dirigía orquestas de baile de corte afrocubano, hacía jingles, dirigía programas de televisión y tocaba jazz, estaba en todas las áreas y tenía un gran desarrollo auditivo, según lo que nos cuentan y las grabaciones que quedaron. Durante este período, los músicos que se encontraban en las bases militares iban a las jam sessions, donde estaban los músicos panameños tocando y se enriquecían. Panamá era un buen centro de jazz, siempre lo ha sido. Vinieron grandes personalidades a Colón. Decía el maestro Víctor Boa en una entrevista que se le hizo en los años 90, antes de que muriera, que Colón se parecía a la calle 52 de Manhattan, donde había una gran riqueza musical.

El saxofonista y compositor se inició en la música a la edad de 9 años. Se formó en suelo patrio y en el Conservatorio de New England, Boston.
¿Esa magia se ha perdido?

Siento que está vigente. Tal vez hubo una generación o unas décadas en las que mermó un poco. Se podía ver a la orquesta de Duke Ellington venir a Panamá, Ella Fitzgerald con Oscar Peterson y Ray Brown y grandes figuras del jazz, ni hablar de Sonny Stitt, pero no había un Panamá Jazz Festival (risas), ni una Fundación Danilo Pérez. Entonces, actualmente es apoteósico y el festival de jazz es como Disneyland para los que nos formamos en la música. Desde el punto de vista educativo, es mucho más enriquecedor hoy, y en cuanto a escenarios y exposición artística, mucho más grande. Los mejores músicos de jazz actuales, del mundo, han venido a Panamá e internacionalmente se conoce al país como un centro de jazz.

'La Herencia del Tambo Jazz' es una investigación de tu autoría, que constituye un recorrido musical por la historia del 'jazz' panameño, con todas sus riquezas. Cuéntanos sobre ello.

Sobre el 'tambo jazz' no hubo mucha documentación, lastimosamente. Había numerosas presentaciones en vivo. Hay un documental en video excelente, del profesor Gerardo Maloney. En cuanto a partituras, cómo era el ritmo y cómo se tocaba, profundicé en la investigación, sobre todo para los jóvenes. El documento surgió con el apoyo de PNUD y la Alcaldía de Panamá, a propósito de las actividades de los 500 años. Es un documento bien extenso que está en mi página web, con más de 70 ejemplos musicales, a los que pueden acceder y enriquecerse. El 'tambo jazz' rompió barreras sociales; era escuchado por todos y abarcaba la tamborera del interior ejecutada por afropanameños, escuchado por todos los estratos.

El Panamá Jazz Festival fundado en 2003 se ha convertido en un catalizador de turismo educativo en Latinoamérica. ¿Cómo ha sido para ti este viaje al estar vinculado a la experiencia?

Para mí empezó mucho antes, a mis 13 o 14 años, en unos festivales a los cuales Danilo Pérez asistía y enseñaba; ahí lo conocí, lo que marcó mi decisión de estudiar música y afianzar el jazz y de no ver la música como una expresión del ego, sino con todo lo que conlleva en materia de desarrollo humano. Mi relación con Danilo ha sido estrecha en la parte educativa y personal; desde la plataforma de la Fundación Danilo Pérez ha habido un aprendizaje grandísimo, sobre todo en la pandemia, con el trabajo comunitario y en equipo, en torno a lo que cada uno puede aportar y traer, con constantes retos. Siempre está evolucionando para mejor y para el crecimiento.

La historia señala que Luis Russell fue el panameño más representativo e impulsor del 'jazz' en los años 20 y 30, y que además desarrolló técnicas novedosas de arreglos en el piano, con una orquesta muy conocida en Estados Unidos. ¿Qué crees que permanece de esa huella en los exponentes del género en la actualidad?

Es una muy buena pregunta (risas). He tratado de traer con la investigación de la herencia del 'tambo jazz' un poco de Luis Russell y ahora quiero profundizar más, analizando toda la conexión musical del sur de Estados Unidos, lo cual Russell tenía muy claro porque su mamá había estado allí estudiando y su papá venía de las Antillas, era un maestro de Jamaica. Hay ciertas claves y elementos musicales rítmicos heredados de África, como un patrón en común, que es la clave congo, como le llamamos, que también viene un poco de la contradanza caribeña de herencia europea y más que todo en la parte africana, todo converge en un mismo tiempo, con ritmos binarios, siempre en el tiempo 4, que hace que todo se una en ese mismo punto, la cumbia, el jazz, el calipso... Luis Russell tiene eso y lo mantenemos activo hoy. Sí quisiera profundizar más en la música de Russell, es un proyecto que tengo en pie.

Has dicho que “la música eleva al ser humano”, ¿cómo describes la herencia musical de Panamá para el resto del mundo?

La herencia musical panameña tiene raíces comunitarias y de pensar en el conglomerado, unir y crear puentes, más que divisiones culturales. Nuestra historia ha estado enriquecida por ello, pese a la colonización. Me quedo con la música como una expresión de unión humana y comunitaria, más que una exaltación del ego o del yo, es una exaltación del swing, como le llamamos en el jazz, se trata de que todos en el grupo sonemos bien.

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