Manos que hacen florecer semillas

Actualizado
  • 13/04/2015 02:00
Creado
  • 13/04/2015 02:00
De una mujer con necesidades pasó a ser una hábil artesana, que con la naturaleza es capaz de hacer verdaderas obras de arte

Se le atribuye a Platón la célebre cita: ‘La necesidad es la madre de la invención’, y podemos afirmar que fue eso lo que llevó a Anayansi Vernaza a convertir sus manos en tierra fértil para que diferentes semillas de nuestro suelo patrio florecieran convertidas en collares, aretes, pulseras y otros objetos decorativos que ya han traspasado las fronteras.

En efecto, todo inició cuando ella se quedó sin trabajo, y como quiera que la almohada es la mejor consejera, se acostó con ese pensamiento: ‘Qué haré sin empleo’.

Un despertador natural le anunció la llegada del alba, una voz que en su interior la impulsó a levantarse temprano, repitiéndole que ella era capaz de hacer muchas cosas, que la voluntad estaba en sus manos.

El llamado fue aceptado y esa mañana, cual si fuese un anuncio divino, Sabina Barrios, la que fue su maestra en la Escuela del Alto, en Santa Fe, Veraguas, le ofreció ayudarla. La invitó a un centro comercial para comprarle una aguja mágica para que con ella bordara el talento que poseía.

Fue infructuosa la búsqueda de la citada aguja. En uno de esos locales Anayansi vio un letrero que decía: ‘Gane dinero, trabaje con semillas naturales’. Casi sin pensarlo, de inmediato le propuso a la maestra que en vez de la aguja mágica le regalara las semillas y lo necesario para aprender a hacer un collar.

Ahí nació el capital primario para hacer producir sus manos. Además de comprar lo necesario para hacer el collar, la maestra pagó los veinticinco dólares que costó el curso.

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