El padre Cataldo, el exorcista que combate al diablo por teléfono

  • 08/09/2016 17:05
El sacerdote ha llevado su labor exorcista hasta las casas de los feligreses, a los que acude para empapar muebles y paredes con agua santa

El padre Cataldo recibe cada día en su pequeña parroquia siciliana a numerosos fieles que alegan estar poseídos por el demonio y las peticiones son tantas que el anciano sacerdote ya practica exorcismos hasta por vía telefónica.

Así lo muestra el documental "Liberami" de la cineasta y antropóloga italiana Federica di Giacomo, que compite en la sección Horizontes del Festival de Cine de Venecia, dedicada a las nuevas corrientes creativas. Encerrado en su sacristía, el padre Cataldo, teléfono en mano, invoca a Dios, a la Virgen y a Cristo mientras profiere a su interlocutor insultos como "serpiente maligna" o "demonio perverso". Al otro lado de la línea únicamente se escuchan gruñidos y balbuceos, uno de los síntomas atribuidos tradicionalmente a una supuesta posesión demoníaca.

Las filas de personas se suceden cada martes en una iglesia palermitana y todas buscan a la misma persona: el padre Cataldo, famoso por haber combatido a Lucifer durante toda su vida.

El sacerdote ha llevado su labor exorcista hasta los domicilios de los feligreses, a los que acude para empapar muebles y paredes con agua santa y para recomendar la quema de objetos, según él, sensibles a atraer al Maligno, como los juguetes de peluche.

El documental de De Giacomo trata de constatar "el regreso de los exorcismos al mundo contemporáneo, nuestro mundo", en el que cada vez más personas atribuyen su malestar físico o psicológico a supuestas posesiones.

Con cierta ironía, De Giacomo invita así a descender hacia esta realidad e introduce su cámara hasta "las misas de liberación" que preside el padre Cataldo, mostrando cómo decenas de personas acuden a ellas desesperadamente, en busca de una solución a sus males.

Mientras el padre predica una oración, los feligreses convulsionan, gritan con todas sus fuerzas e insultan al sacerdote, que con sorna llega incluso a dialogar con ellos.

Entre las historias que incluye está la de la familia de Giulia, que recorre cada semana un largo trayecto en coche únicamente para llevar a su joven hija ante el sacerdote, ante el que gruñe, escupe e insulta con los ojos en blanco. O de Enrico, un joven muy conflictivo y agresivo, que solo encuentra consuelo ante el exorcista y al que llega a filmar esnifando cocaína en la calle.

La cineasta ha señalado que el documental "es fruto de un largo periodo de investigación" y que ha sido elaborado desde el punto de vista de "quien lo vive cada día", por lo que se adentra también en los domicilios y en los coches de los fieles. La idea es reflejar este tema como "un puzzle posmoderno en el que el exorcista es un nuevo curandero, a menudo el último recurso tras un viacrucis de magos, psiquiatras y remedios alternativos".

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