Panamá 1942: Tiempo de guerra y emociones de Patricia Pizzurno

Actualizado
  • 19/11/2023 00:00
Creado
  • 19/11/2023 00:00
El libro explora la manipulación política, la militarización de la sociedad y la escasez de recursos en Panamá durante la Segunda Guerra Mundial
Panamá 1942: Tiempo de guerra y emociones de Patricia Pizzurno.

Leer hoy este libro de la doctora Patricia Pizzurno, profesora en historia de la Universidad de Panamá, en medio de las protestas contra la minería en Panamá, en las que hemos presenciado movilizaciones jamás vistas, muestra el salto cuántico que hemos dado como país, un salto que ha tenido sus hitos históricos, en 1947 (después de la Segunda Guerra Mundial), con el rechazo del tratado de bases Filós-Hines, y en 1964, la gesta nacionalista contra la ocupación militar en la Zona del Canal.

Si revisamos nuestra historia moderna, no hemos sido necesariamente un país despreocupado que, con música, desfiles y fiestas, uniformes, serpentinas y aguardiente, se le ha querido distraer, una y otra vez, con la frivolidad tropical de que aquí no ha pasado nada. Pero, precisamente, lo que muestra este libro, que “busca situar al lector en el ambiente de conflicto y crisis que vivieron los panameños”, es cómo el año 1942 —que fue el año en que Panamá, tanto panameños, como norteamericanos, vivió con el temor de ser atacado por los japoneses, tras el bombardeo de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941— reaccionó para movilizar a toda una población que, atrapada por el miedo y las emociones, fue objeto de toda una política de manipulación, extorsión y despojo que afectó a los panameños y a los “extranjeros enemigos” (japoneses, alemanes e italianos) quienes llevaron, como afirma la autora, "la peor parte", pues sus bienes fueron decomisados y deportados a los campos de concentración.

No hay que olvidar que el país, como otros en el Caribe y en América Latina, le declaró la guerra a Japón el 8 de diciembre del 41 (y “después lo hizo a Alemania e Italia”) y se instalaron bases militares por toda la geografía del país.

Hubo prácticamente un estado de sitio donde se militarizó a la sociedad panameña y, en este sentido, se lee del texto, lo siguiente: “Acostumbrada a consumir más allá de sus posibilidades, a no pensar en ahorros, a vivir sin prever el mañana, la guerra puso a prueba la cordura de los panameños. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, se vieron amenazados por un bombardeo, sometidos a oscurecimientos, a racionamientos, con escasez de alimentos, sin pan con el correo suspendido y sin emisoras disponibles para enviar mensajes a las provincias, sometidos a censura, sin materiales de construcción, gasolina y llantas, con el azúcar racionado, los viajes al extranjero restringidos, con el territorio militarizado por temor a los ataques aéreos o desembarcos enemigos, con las comunicaciones al interior semi interrumpidas, sin libertad de movimiento, con censura sobre las cartas y envíos, con la propaganda insistiendo que estaban rodeados de enemigos y no debían confiar en nadie”.

En efecto, valga la pena leer este párrafo para imaginarse el estado de zozobra de la población (que estaban sometidos al humor de la soldadesca), donde aparecen los grandes déficits y distorsiones de la economía, la salud pública, la educación, el ocio y la cultura del país, temas que la autora va describiendo capítulo por capítulo, en un libro que está dividido en ocho capítulos, bien escritos y leíbles, sin la pesadez que pueda tener un libro escrito por alguien de la academia.

A pesar de que la autora nos confiesa en la introducción que lamenta no poseer “dotes literarias porque la trama de esta historia proporciona el material perfecto para una novela de intrigas y aventuras”, hay que decir que también hemos disfrutado la lectura de este libro, porque nos describe además las picardías de la época donde, en medio de la oscuridad, abundaban los pillos y pintorescos personajes como el alcalde de la ciudad capital, cuyo apellido, nada más y nada menos, era Alegre, quien le informa a la ciudadanía que se celebrarían los carnavales, pero que se prohibirían, entre muchas cosas más, “ejecutar danzas groseras o bailes impúdicos”.

En efecto, en medio de un país y de una ciudad, donde había cientos de soldados y de cabarets, y en donde la gente fue perdiendo el miedo y la disciplina a medida que se disipaba el peligro del inminente ataque japonés y alemán, se desarrollaba la ejecución, por las autoridades nacionales, de las “Listas Negras” para perseguir, confiscar y entregar a los “extranjeros enemigos” sin incluso “pedir explicaciones” a Washington o “abrir una investigación”.

La autora subtitula este tema como “El capítulo más oscuro de la guerra en Panamá” y no puedo dejar de mencionar que posiblemente sea hasta mi generación que escuchamos directamente de nuestros padres que recordaban cómo eran sacados, en medio de la noche, esos llamados y estigmatizados “extranjeros enemigos” de sus casas y, en este caso, una familia de japoneses en la Av. Ancón, quienes sufrieron la pillería criolla, como se describe muy bien el caso de uno de los comerciantes más prósperos del país, Yoshitaro Amano, que lo único que pidió fue que no se subastara su colección de cerámica incaica y se entregó al depósito del Museo Nacional.

Este libro, como muy bien afirma la autora, forma parte del interés de los historiadores por las emociones, pues la modernidad había preferido la “racionalidad por encima de los sentimientos”. En este sentido, el primer capítulo comienza con una cita de Max Weber, en la cual afirma que el político debe gobernar con la razón y la cabeza fría, y me parece que habría que comprender esta frase del sociólogo que fue escrita en 1919, un año después de finalizada la Primera Guerra Mundial, una guerra que estuvo llena de emociones patrioteras y militaristas, emociones que arrastraron a las derechas e izquierdas por igual a esa masacre que le costó la vida a millones de seres humanos. En fin, Panamá 1942, tiempo de guerra y emociones, es un estudio contemporáneo de una de nuestras historiadoras más incisivas, originales y lúcidas que tiene este país que, con sus preguntas de investigación, nos presenta una serie de problemáticas que merecen ser analizadas y desarrolladas.

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