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- 15/03/2021 00:00

En este siglo XXI son muchos los temores e inseguridades que preocupan tanto al hombre como a la mujer, sobre todo si se trata de las expectativas creadas por la sociedad actual. Para el sexo masculino la presión sigue siendo aún mayor, especialmente con la pandemia.
Eliécer Pérez Rivera, psicólogo clínico y psicoterapeuta de familia y parejas, comparte que los hombres, especialmente los más jóvenes, compiten con la mujer en términos de apariencia.
Por ejemplo, hoy vemos a muchos que llevan un cuerpo atlético, unos más que otros se dejan la barba, usan una melena o se rapan la cabeza. La idea es conservar una personalidad y una autoestima alta, según explica.
Otro de los aspectos que más preocupa a los varones, según explica Pérez, es la crisis económica producto de la pandemia, puesto que a muchos esto les ha dificultado la posibilidad de emprender, y a otros que están sin trabajo, la posibilidad de proveer para sus familias. “Todas estas incidencias negativas tienen un fuerte impacto en la autoestima de la persona, ya que no puede sentirse útil en su hogar. Pero hay que resaltar que no a todos los hombres les preocupa la misma situación, ya que hay diferencias entre lo que preocupa al adulto joven (20 a 45 años) en comparación con el adulto mayor (50 y más)”, detalla el psicólogo.
En ese sentido, en el caso del hombre joven, la estética es primordial. “Desde hace un par de años vemos a los gimnasios saturados de personas haciendo ejercicios, lo que es algo muy positivo para la salud. La mayoría son hombres jóvenes, preocupados por su apariencia física. Así mismo sucede en las estéticas; el hombre busca ayuda ya sea para definir su abdomen o cualquier otra parte de su cuerpo”, enfatiza Pérez.
Un estudio realizado por la revista científica Body Image entre más de 12 mil adultos y basado en los sentimientos y la percepción personal de los entrevistados, así como en la importancia que le dan a su físico, descubrió que a los hombres también les preocupa este tema.
De acuerdo con la investigación, hasta un 15% de los entrevistados estaba muy inconforme con su peso, en comparación con el 20% de las entrevistadas. Y hasta un 6% de ellos sufría porque no le gustaba su aspecto, en comparación con un 9% de mujeres.
Pero una de las cosas más relevantes del estudio es que el aspecto físico ocupa un lugar vital en la escala de aspectos que consideramos fundamentales para ser felices.
Según el doctor David Frederick, autor del estudio y profesor de psicología en la Universidad de Chapman, California en Estados Unidos, los hallazgos obtenidos demuestran lo mucho que afecta el exceso de peso o el aspecto en las relaciones sexuales, pero también en las posibilidades de sufrir ansiedad, inseguridad, miedo o de padecer trastornos tanto a hombres como a mujeres por igual.
Pérez también señala que a los hombres jóvenes les ocupa de manera considerable todo lo asociado a la sexualidad, con temas como el tamaño del miembro viril y los problemas de eyaculación precoz.
Mientras que al adulto mayor le preocupan la infertilidad, los problemas con la próstata y la disfunción eréctil, es decir su salud sexual y reproductiva, temas que al final pueden dañar las relaciones de pareja, en las diferentes etapas de la vida.
El psicólogo explica que las preocupaciones que afectan a los hombres son cambiantes con el paso de los años, debido a los cambios fisiológicos que se experimentan con la edad, y sostiene que unas pautas simples en el estilo de vida pueden dar como resultado a largo plazo una protección en la salud masculina.
De acuerdo con una publicación del grupo especializado de profesionales de la salud mental en psicoterapeutas.com, la preocupación ha sido considerada durante mucho tiempo como un componente más de la ansiedad e incluso, como un agente inseparable de ella.
El hecho de que se haya identificado como el elemento característico para el diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada ha disparado los estudios sobre ella, sobre todo en los últimos 20 años. Esto ha permitido entender algunas de sus características y plantear alternativas que abren nuevas perspectivas en el tratamiento cognitivo conductual de ese trastorno.
“La preocupación aparece en general y sin que se pueda considerar patológica, como un intento de resolver un problema que amenaza, fijando un curso de acción adecuado y se convertirá en problemática cuando no llegue a buen término su función”, añaden.
Además, “cuando detectamos la presencia de un problema, comenzamos de inmediato su afrontamiento. Si las circunstancias lo permiten, nos ayudamos del lenguaje interno (pensamiento) para resolverlo”, describe el sitio.