Registran tradiciones de cada región

  • 02/06/2015 02:00
El patrimonio inmaterial cultural panameño es listado por el MICI. El proyecto ha cumplido con su programa, ahora pide continuidad

Por muchos años, botánicos y enfermos —provenientes de las diversas islas que conforman la comarca de Guna Yala— viajaron hasta Armila, un pueblo guna costero que se encuentra cerca de Colombia. Llegaban hasta allá buscando conocimiento o remedio a sus males.

En esta comunidad pegada a la densa selva, se encontraban los mejores maestros botánicos, según cuenta Simion Brown, investigador y traductor de la cultura Guna. Este historiador trabaja en el Proyecto Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), que está bajo el paraguas del Ministerio de Comercio e Industrias (MICI). Su labor es facilitar la comunicación entre originarios y el PCI, de manera que la entidad pueda tener un acceso más claro de estas prácticas y tradiciones indígenas.

El nombre del proyecto deja clara su misión. Coordinado por la profesora Emma Gómez, el PCI tiene como objetivo hacer un inventario de todas las tradiciones, lenguas y prácticas que hay en cada región o pueblo. Historias que se transmiten de boca en boca, técnicas artesanales, idiomas que se manejan, conocimientos; es decir, todo aquello que conforme la identidad de lugar y grupo de personas, debe ser registrado por ellos.

Este plan de registro del patrimonio inmaterial del país inició en el 2011, luego de que Panamá firmara la convención de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, 2003). Con esto, explica Gómez, los países miembros se comprometen a la custodia, amparo y garantía del PCI de las comunidades y grupos tradicionales, así como a la sensibilización local e internacional.

EL TRABAJO DE REGISTRAR

El jueves 14 de mayo, cerca de las 11 de la mañana el equipo del Proyecto Salvaguardia llegó a Armila. Del bote bajan siete personas, una enorme caja negra y muchas maletas. Ahí guardaban cámaras de vídeo, fotográficas, micrófonos y todo aquello que se requiere para una producción audiovisual. Es que el trabajo del PCI no es solo listar los patrimonios. La labor consiste en documentar de forma escrita, fotográfica y audiovisual cada hallazgo.

Ya en tierra firme, Emma Gómez y su equipo hacen un sondeo. Establecen contacto con personas claves del pueblo. Es primordial entrevistar al saila principal, deja ver la coordinadora. Lo que no demora. El camarógrafo saca su herramienta, mientras que Brown ubica al señor Fidel Martínez, quien lleva el título. En su lengua (pues así debe hacerse la grabación) el señor Fidel comenzó a narrar la historia del Armila, el último pueblo indígena de la costa hacia Colombia.

La máxima autoridad del pueblo contó de la relación de los gunas con las tortugas marinas, animales que son vistos como hermanas para ellos. Explicó que sus ancestros le enseñaron que debían protegerlas, le indicaron que era importante que ellas siguieran arribando a esa playa. También le advirtieron que si un día nos las veían más, algo no estaría bien.

Las baula son una de las razones por las que los funcionarios del MICI estaban en Armila. La comunidad lleva seis años celebrando el Festival de la Tortuga Marina, fiesta que tiene como objetivo la protección de estos enormes reptiles, ya que este sitio es el cuarto más importante de desove en el mundo de las canal, como también se le conoce.

La celebración es un patrimonio inmaterial importante, de hecho, buscan ser reconocidos por la Unesco en la lista de Buenas Prácticas de Salvaguardia.

Y aunque importantes, las baula no son el único tesoro que guarda Armila. La destreza de las manos de sus artesanas es otro factor admirable. Las molas que ahí se realizan están compuestas por puntadas muy finas plasmadas sobre sus varias capas de tela. Es un pueblo muy tradicional. Cada una de sus artistas de la mola son registradas por el PCI. Toman sus datos generales y listan sus habilidades, incluso la lengua que hablan.

LOS BENEFICIOS DE SER DETECTADOS POR EL PCI

A través del proceso, estas artesanas pueden tener acceso a una identificación que les permita comercializar de forma legal su trabajo, deja ver Gómez, lo que puede significar un beneficio económico para ellas.

Así como es un primer paso para identificar la mano de obra artesanal, el proyecto detecta las situaciones en las que encuentran los diversos patrimonios. Algunos, como los diablos Cucuá de San Miguel Centro (Coclé) y los diablicos de espejo de Colón están en riesgo de desaparecer, informa el personal del MICI. Con ese tipo de prácticas tienen más celeridad al momento de organizar sus recorridos. Muchas veces hasta regresan para continuar el trabajo. Justo en esas dos tradiciones trabajan elaborando un compendio detallado de sus danzas para que el registro sea lo más fiel.

La exactitud de la recopilación de las tradiciones es fundamental para que cumplan con uno de los compromisos adquiridos al firmar la convención de la Unesco, que es ‘la custodia, amparo y garantía del PCI de las comunidades y grupos tradicionales'. La coordinadora de estas tareas informa que este material debe volver a la comunidad en un formato que pueda ser apreciado por los lugareños y por quienes los visiten.

Por ejemplo, volviendo al caso Armila y sus tortugas, sería de gran ayuda en cuestión de logística poder proyectar el documental a quienes llegan a avistar las baula, para que puedan tener claro el protocolo requerido para una observación responsable.

VIAJES SIN FIN

El equipo del PCI es casi nómada, según analiza sus funciones. Semanas atrás estaban en la comarca wounaan, antes en la emberá, han pasado por los ngäbes, por las comunidades afrodescentientes, por los pueblos interioranos. Han platicado con hacedores de tambores, de polleras, de tembleques.

Ya llevan cerca de 5 años en esa labor y aún les falta mucho que recorrer, reconocen. De hecho, la profesora Gómez describe la primera etapa como ‘muy ambiciosa', pues comprendía el inventario nacional, las leyes de protección y los centros culturales para ingresar la información. Esto no se pudo lograr.

El equipo ha pedido continuidad en el programa. En la nueva etapa que comienza, les toca establecer alianzas estratégicas con bibliotecas, mercados y otros puntos que permitan la fácil distribución de todo el material investigado y que quede como legado a las presentes y futuras generaciones.

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