Roberto Manrique: ‘Operar desde la vulnerabilidad es un acto de rebeldía en un mundo que privilegia la dureza’

  • 07/07/2025 01:00
El actor ecuatoriano presentará su monólogo ‘El juego de ser perfecto’ en Panamá desde el 23 hasta el 25 de julio. Conversa con el diario sobre sus inicios, sus demonios y cómo ha roto cadenas llenas de etiquetas hasta alcanzar su propia liberación

Del 23 al 25 de julio, Panamá será escenario de una puesta en escena distinta: un monólogo crudo, divertido y profundamente humano. Una cita con la risa, la verdad, y sobre todo, con uno mismo. Se trata de El juego de ser perfecto, obra escrita y protagonizada por el reconocido actor ecuatoriano Roberto Manrique. No es solo una pieza teatral; es la condensación de un viaje emocional, espiritual y artístico que el actor ha venido recorriendo durante años.

Una conversación íntima con La Estrella de Panamá revela a un Manrique alejado de los reflectores vacíos y las etiquetas mediáticas, y cada vez más comprometido con una actuación que nace desde la verdad y la vulnerabilidad.

Epifanía

Aunque muchos lo identifican por sus papeles en telenovelas internacionales como “Sin senos si hay paraíso” y “El clón” o su activismo social, Roberto Manrique no siempre soñó con ser actor. A los 23 años, luego de estudiar publicidad y fundar una exitosa agencia de diseño gráfico, decidió cerrar ese capítulo para dar paso a algo que en su interior siempre había estado latente.

“Tuve una innegable sensación de que ese no era el camino, a pesar del éxito”, recuerda. Bastó un taller de actuación para que todo hiciera clic. Mirando hacia atrás, entendió que siempre había buscado el escenario: desde los actos escolares hasta su forma de comunicar emociones.

Antes de subirse a cualquier escenario, Manrique tuvo que enfrentar una lucha interna: su propia oscuridad. A los 21 años vivió una crisis profunda que lo llevó a reconocer lo que él llama su “sombra”.

“Tenía una máscara de felicidad constante... Roberto tenía que ser sinónimo de estar bien, cumplir normas y ser feliz”, relata. Pero esa imagen pulcra escondía heridas no resueltas: la sensación de no merecer, de no ser suficiente.

Ese despertar lo condujo a la terapia, a ceremonias y a un camino constante de autoconocimiento. “Ha sido fundamental para sanar. Y para reconocer mis virtudes y fallas. No se trata de eliminar lo malo, sino de aprender a escuchar lo que necesito.”

Vulnerabilidad como acto de valentía

Para Manrique, la vulnerabilidad no es una debilidad, sino una elección valiente y consciente.

“Operar desde la vulnerabilidad es un acto de rebeldía en un mundo que privilegia la dureza”, dice, con la claridad de quien ha convertido sus heridas en herramientas de conexión.

Y lo dice con responsabilidad: “No se trata de regalarle tu vulnerabilidad a tu ex tóxico”, bromea. “Hay que saber con quién y cómo, pero vivir desconectados de nuestras emociones solo nos aleja de quienes somos.”

Después de años de trayectoria en televisión, cine y teatro, hoy Roberto busca proyectos que resuenen con su alma. Más que fama o reconocimiento, desea autenticidad.

“Que el proyecto me haga feliz, me rete, me conecte con algo profundo”, afirma. Y si mañana siente el llamado de hacer una telenovela ligera, también lo abrazará, pero solo si escucha ese “sí, es por ahí” que le dicta su interior.

El mayor reto actoral, dice, ha sido “hablar desde la más profunda verdad”. Para él, actuar no es fingir: es desnudarse emocionalmente. “Este trabajo me ha enseñado a verme a mí mismo con mayor honestidad.”

Cuando la fama es una trampa

Contrario a lo que muchos imaginan, la fama no fue liberadora, sino que creó más etiquetas que el ecuatoriano seguía tumbando. “Me convirtió en esclavo de un título”, reconoce al recordar el impacto de ser considerado el primer actor internacional de su país.

Cuando dejó de obtener papeles, sintió que su identidad tambaleaba. “Fue duro, pero también un regalo. Me obligó a soltar el ego y reencontrarme con quien soy más allá de los aplausos.”

Nace “El juego de ser perfecto”

Tras años de introspección, Roberto sintió que era hora de compartir lo vivido. Así nació El juego de ser perfecto, una obra gestada por décadas en las vivencias de Roberto.

“Es mi historia, la de mis demonios, las máscaras que me impuse. Quería compartir ese proceso con humor, con verdad, sin pretensiones.”

La obra explora los estándares imposibles que la sociedad constantemente se impone: el deber ser, el deber lucir, el deber agradar. Uno de los primeros juegos que Manrique tuvo que abandonar fue el de estar siempre feliz. “No sabía decir que no, no me daba permiso para estar mal.”

Aunque la obra tiene momentos profundamente conmovedores, no deja de ser una comedia. “Yo uso el humor para atravesar mis tormentas”, asegura. Es un legado familiar que lleva con orgullo.

El juego de ser perfecto busca, ante todo, entretener, pero también dejar preguntas flotando en la mente del espectador. “¿Estoy fingiendo ser alguien que no soy? ¿Estoy atrapado en un juego que no me permite ser auténtico?”, señaló el actor.

“Mientras más personal, más universal”

Una frase guía todo el proceso creativo de Manrique: Mientras más personal, más universal. Y es justo eso lo que la obra promete.

“No intenté contar una historia que abarcara a todos. Conté mi historia. Y confío en que, al hacerlo con honestidad, cada quien verá reflejado algo suyo en ella.”

Al hablar del futuro, Roberto no tiene un plan a cinco años. Ni falta que le hace. Lo único que tiene claro es su deseo de vivir más cerca de la naturaleza y menos conectado a las pantallas.

“Me ilusiona una vida con menos redes sociales, más bosque, más silencio. Ahí es donde mi alma me pide estar.”

“Menos definiciones, más esencia”

Después de tantos años quitando capas, Roberto prefiere no definirse. “Las definiciones nos limitan. Creo que en la medida en que menos nos definimos, más nos describimos.”

Hoy se considera un ser en evolución constante. Un adulto con alma de niño, un hombre que no pretende tener todas las respuestas, pero que ha aprendido a hacerse las preguntas correctas.

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