Al menos 12 personas murieron y centenares de miles se encuentran afectadas a causa del fuerte temporal causado por un frente monzónico y el tifón Gaemi,...
- 08/01/2012 01:00
- 08/01/2012 01:00
A mi lo que me da rabia es que cuando uno quiere andar refunfuñando a sus anchas, y lo dice públicamente, viene un amigo a demostrarte que la vida tiene sus vainas buenas por las que vale la pena celebrar. Y lo peor es que lo consigue, ofreciéndote un regalo que no tiene precio. Guido Bilbao logró alinear los planetas y organizó un almuerzo con dos grandes figuras de la literatura y el periodismo: Richard Koster y don Guillermo Sánchez Borbón, también conocido como Tristán Solarte, el escritor panameño vivo más importante.
Fue lo mejor que me ha pasado en muchísimo tiempo. A Richard lo conocí por Guido cuando volví de Buenos Aires hace tres años ya; y la verdad es que nos hemos visto dos o tres veces por año, coincidiendo en la redacción de La Estrella o en alguno de esos asados con sabor a gloria que el Bilbao sabe hacer (ciertamente, no sé si es mejor asador que escritor, pero sin duda es un genio en ambos campos). Pero a Tristán no lo veía desde hace mucho tiempo, quizá 10 años pero siento que fue más; cuando yo era un estudiante de periodismo aún y caí por La Prensa a entrevistarlo para el trabajo final de la materia Periodismo Especializado. Aún recuerdo el susto y la tartamudez nerviosa que revelaba cada una de mis preguntas. Y me parece mentira, más bien un sueño, que hace solo tres días estuve almorzando amenamente y compartiendo una copa de vino con él. Aunque honestamente fue mucho más que eso.
Los nervios de entonces y la alegría de ahora no son gratuitos. Para mí Tristán Solarte es Dios, sencillamente principio y fin. Y no lo digo solo por reconocer su importancia como intelectual, artista y periodista panameño; sino porque es mi héroe literario y periodístico, la más fuerte influencia que he tenido. Fue tal el impacto que dejó en mí su novela El Ahogado cuando era un adolescente, o la agudeza e increíble sentido del humor de su columna En Pocas Palabras, que suelo creer que si él no hubiese existido, yo nunca me hubiese dedicado a la escritura. Sabiendo esto, imagínense el gusto de tenerlo sentado a mi lado, charlando como si fuésemos viejos amigos. Elevado a la enésima potencia gracias al vínculo y la camaradería que existe entre él y Richard, amigos y coautores del famoso libro Tiempo de Tiranos. Fuera del placer de poder compartir este encuentro de casi cuatro horas con Bilbao, un tipazo con el que comparto el cariño y la admiración por estas dos leyendas vivientes.
Hablamos de ese Panamá antiguo al que solo se puede acceder a través de sus recuerdos, de sus inicios en el periodismo y la literatura, de novelas que se escriben de un solo tirón y esas míticas salas de redacción donde abundaban periodistas que lo que querían realmente era escribir un libro. De escribir con furia y dolor, de escritores obsesivos y la obsesión que impulsa la escritura, de sus apasionadas diatribas literarias y políticas con escritores tan renombrados como Graham Greene o Gabriel García Márquez. Guillermo de su amistad con Ernesto Sábato durante sus años en Buenos Aires, Richard de aquel día inolvidable en que conoció a Ernest Hemingway. De Torrijos, Noriega y Martinelli, los tiranos de entonces y los de ahora. Del último libro que nos impresionó, de los versos que no hemos escrito aún y los personajes que pronto vendrán. También de esos dragones muertos que no volverán.
Hay algo más. Antes de despedirnos, don Guillermo nos regaló a cada uno un ejemplar de su nuevo libro, llamado Discursos. Yo me llené de valor y le pedí que me lo autografiara, es que soy fan. Y al dedicármelo puso en la primera página ‘Para mi sucesor y amigo nuevo’, junto a su firma. Aquí entre nosotros, tuve que hacer grandes esfuerzos por no llorar. En la primera entrevista que di luego de ganar la pasada edición del Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró, dije que lo realmente valioso de ganar el premio era tener algo más que compartir con ese escritor de apellido Sánchez Borbón a quien debo tanto. Pero juro que jamás pensé que la vida me lo demostraría en tan corto tiempo y de una forma tan especial. No hay 15 mil dólares que puedan superar nuestro almuerzo, muchachos. Mil gracias y que se repita.
PERIODISTA