Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 20/01/2013 01:00
PALABRA. P areciera que no le bastasen los más de 50 discos que tiene en su haber, ni los 63 años que tiene dominando al mundo de la música. Herbert Jeffrey -mejor conocido como Herbie- Hancock, supera todo eso con el número de los gestos que marcan la alegría de su rostro.
Con su genial capacidad para narrar historias y su destreza para cautivar, maravillar y sobre todo hacer reir, Herbie mantuvo en vilo al auditorio 108 de Ciudad del Saber en pleno, contándole a músicos, periodistas, aficionados y entusiastas de este arte, la fabulosa historia de un ídolo que le bastó media vida para conocer con certeza que antes que todos los adjetivos, cargos y distinciones que lo sitúan en el Olimpo musical, es sobre todo un ser humano.
Nadie menos especial que Danilo Pérez, emblema del progreso social a través de la música en nuestro país, para hilar la historia del catorce veces ganador del Grammy y un Óscar de la Academia.
LA PRIMERA CANCIÓN QUE ESCUCHO EN MI VIDA DE ESTE SEÑOR ES ESTA (SUENA SEVEN STEPS TO HEAVEN) Y YO DIGO ¿!DE DÓNDE VIENE ESTE HOMBRE!? AHORA QUE ESTÁS AQUÍ HERBIE, CUÉNTANOS ¿DE DÓNDE VIENES?
Yo nací en Chicago, ¿quieres que vaya tan atrás? Bueno... vivíamos en un barrio muy pobre en el gueto. De hecho no conocía a ningún blanco... ¡hasta que llegué a la secundaria a mis doce años! Pero cuando tenía 7 años, mis padres compraron un piano para mi cumpleaños, aunque ahora que lo pienso, en verdad era para la familia (risas) pero como mi cumpleaños estaba cerca se aprovecharon de la oportunidad para dármelo. Entonces mi hermano mayor y mi hermana menor empezamos a tomar lecciones de piano, unos tres meses luego de tenerlo. De esa forma, mis hermanos y yo tuvimos una relación con el piano antes de tomar las clases... bueno debo retomar esta historia para cuando era más pequeño. En ese entonces mi hermano me llevaba tres años y eso era una buena diferencia: yo era un pequeñín y él era de estartura normal y le gustaban los deportes y me llevaba a sus partidos... ¡pero yo era terrible porque era muy pequeño! ¡Yo era su mascota! (se ríe). Eran buenos conmigo, pero solo me dejaban jugar si iban ganando 20 a 0. Si la pelota de softball apenas lograba llegar al plato ya era motivo para que me aplaudieran. Eran muy buenos conmigo, pero yo en el fondo sabía que no era lo suficientemente bueno. ahora volviendo al piano, mi hermano tras las lecciones salía a la calle a jugar y yo me quedaba sentado en el piano. Yo dejaba ya de jugar con ellos. Con el piano me sentía normal. Y así seguí tocando por 65 años. Es muy extraño como pequeñas circunstancias pueden afectar la historia de tu vida. Creo que lo importante de la vida es no quedarse atrapado por el pasado, sino usarlo a tu favor para crear un nuevo futuro.
¿CÓMO SE CONECTAN TUS LECCIONES DE PIANO Y EL MOMENTO QUE ESCUCHASTE POR PRIMERA VEZ EL JAZZ?
Volvamos a la historia cuando yo conocía a chicos blancos por primera vez. Mis padres nacieron en Georgia en 1910 mi padre y en 1916 mi madre. en esa época había mucha discriminación contra los afroamericanos y tenían terribles historias de su infancia y luego se mudaron a Chicago, donde también tenían discriminación. Las historias que me contaban de sus escuelas, yo esperaba que me sucedieran a mí. Recuerdo que al terminar el primer día de clases salí corriendo a casa y cuando ví a mi madre le dije gritando y brincando ¡son iguales a nosotros! Ese es un aspecto de mi vida. La escuela estaba formada en un 30 % entre afroamericanos y latinos, 10 % asiáticos y el resto blanco, la mayoría de ellos, judíos... Pero cuando era chiquito, mi curiosidad siempre era mucha. Me gustaba romper las cosas para ver cómo trabajaban. Relojes, aparatos y ¡hasta el tren eléctrico que me regalaron mis padres! aunque mi papá no estaba muy feliz por eso... ¡me pegaba! (risas). En fin, esa curiosidad siempre estuvo en mi ADN, por eso hago los discos que hago, con combinaciones y experimentos. Pero volvamos a la secundaria. Con toda esa mezcla de personas con muchos antepasados que no conocía, notaba que había una polarización. Cada grupo estaba cómodo reunido con su raza. Pero y quiero saber de los judíos y su cultura, de los asiáticos y su cultura y así lo hice. Yo escuchaba rhythm and blues y música clásica, porque mi mamá pensaba que eso era cultura por su generación. Pero yo ahora pienso totalmente diferente a eso... Noté que los chicos blancos escuchaban jazz y que en la escuela había un concierto semestral llamado el Senior Variety Concert. Ahí había una sola banda de jazz y su pianista estudiaba en mi clase. Yo escuchaba jazz por mis padres, pero no me interesaba, pensaba que era para mayores de edad (se ríe). Pero yo veo a este chico de unos 15 años y está improvisando. Su nombre era Dan Goldberg y me gustaba su beat. Y veía que las chicas lo bailaban (risas). Incluso cuando yo no entendía lo que estaba haciendo podía ver que él sí sabía lo que estaba haciendo y sonaba organizado. Quería aprender eso. A ver, ¡él estaba haciendo algo en mi instrumento que yo no sabía! (se ríe). En el show fui a hablarle a este chico y le dije que quería aprender a hacer eso y me dijo que fuera a escuchar discos de George Shearing, un pianista ciego de Inglaterra. Y le dije a mi mamá que quería esos discos y ella me dice que yo tengo esos discos. ‘¿De qué hablas?’ le dije y ella me dijo que eran discos que no quise cuando me los regaló para Navidad y que todavía estaban en el gabinete. Y ahí lo encontré. Lo puse en el tocadiscos y sonaba exactamente como el piano de mi amigo de clases. Así fue que entré al jazz, gracias a un buen chico judío blanco (risas).
¿CÓMO CONOCISTE ENTONCES A MILES DAVIS?
Donald Byrd, pasaba por la ciudad de Chicago y su pianista se había complicado en la gira de ellos y entonces me pidió que lo ayudara a tocar en Milwaukee, a unas dos horas de Chicago. Me probaron en una sesión de jam (improvisación) y me aceptaron para solucionarles el problema. Luego vino y me dijo ‘todos queremos que te quedes con nosotros, pero te tendrías que venir a vivir a Nueva York’. Yo les dije ‘¡esto es como un sueño! pero tienes que preguntarle a mi madre’ (risas). Ella aceptó la idea y tomé entonces mi primer avión de mi vida, rumbo a Nueva York. La verdad es que es curioso pensar de estos días... Donald me cuidaba. En Nueva york conocí a Jimmy Cobb, un gran baterista que tocaba con Miles D avis y a Kareem Abdul-Jabbar -estrella de la NBA, máximo anotador en la historia- cuando apenas él estaba en la secundaria, porque era amigo de Jimmy. Mientras, trabajé principalmente con Donald, pero también grabé con otros músicos de Nueva York. Ya en 1963 empezaban a circular rumores de que Miles Davis estaba buscándome. Decidí no prestarle atención a esos rumores ‘¡bah... si son mentira! (risas). De repente, llega Donald Byrd y me dice: ‘cuando Miles Davis te llame tú dile que no estás trabajando con nadie’. Yo le dije a Donald ‘Miles Davis no va a llamar y yo no te haría eso, a nadie se lo haría porque llevo trabajando contigo por dos años’, a lo que el me dice ‘¡te callas! y le dices lo que te digo... Al día siguiente suena el teléfono y era Miles Davis y dijo (cambia la voz, imita a Davis) ‘¿Estás trabajando con alguien?’ (risas) y dije asustado ‘¡no!’ y dijo (cambia la voz) ‘ven a mi casa mañana a la 1:30 p.m.’ ¡y cuelga! ¡Yo no sé dónde queda la casa de Miles Davis!.. Luego llegó otra llamada de un baterista joven, Tony Williams y me dijo ¡Me acaba de llamar Miles Davis! (risas) y yo le grité ¡a mí también! Lo mejor era que Tony sí tenía la dirección de Miles... Ya el primer día, en casa de Miles, nos recibió él mismo junto a otros músicos como Ron Carter (bajista) y George Coleman (saxofonista). Así que Miles, en su sala musical en el sótano de su casa, tomó una trompeta, tocó la parte de una canción y la tiró contra un sofá y se fue para arriba. No lo vimos en el resto del día, tampoco los próximos días, hasta el tercero que empezamos a tocar canciones suyas y finalmente Miles nos dice (cambia la voz) ‘El lunes nos vamos a Columbia Records Studios a las 3:00 p.m.’, a lo que yo le pregunto: ‘¿¡Eso significa que estoy en la banda!?’. Y el me mira y me dice (cambia la voz) ‘Estás grabando el disco’ junto a otra palabra que no diré acá (risas, aplausos). Así fue como nació la grabación del disco ‘Seven Steps To Heaven’. Cuando Teo Macero, el productor del disco, nos escuchaba al otro lado del estudio, Miles le dijo ‘Ey, Teo, escucha esto’ y empezamos a tocar. ¡Teo se terminó callendo de la silla! !Estaba impresionadísimo! (risas y aplausos).
Y ASÍ COMIENZA TU PASO POR LA BANDA DE MILES DAVIS. AHORA CUÉNTANOS ¿CÓMO LA BANDA SE EXPANDIÓ Y CÓMO FUE LA INFLUENCIA DE WAYNE SHORTER CUANDO LLEGÓ?
Era 1963 y en Estados Unidos sucedían muchas cosas. La guerra de Vietnam, Martin Luther King y sus movimientos de derechos civiles y la juventud que estaba radicalizada en contra de la guerra, hacía mucha experimentación con una nueva droga llamada LSD y todo aquello que envolvía a la filosofía del amor libre. Además estaba el movimiento Avant-Garde, que era desconocido pero muy fuerte. Era un movimiento que influía mucho en el mainstream -corriente principal- jazz. Somos productos de nuestras épocas y esas influencias seguían en la vida del músico... John Coltraine ya estaba muy influenciado por esa movida y hacía discos muy distintos y yo junto a Tony Williams escuchábamos mucho esos discos. Ya un día tocando con Miles, él se dio cuenta de los cambios que teníamos por esa corriente y nos dijo (cambia la voz) ‘Por qué no tocan ustedes de la misma forma que le tocan a George (Coleman)’. Miles era un tipo un poco convencional y queríamos que se sintiera cómodo pero así aceptamos y empezamos a tocar de maneras distintas a como acostumbrábamos con Miles. Él estaba un poco incómodo con la nueva forma, pero con el tiempo encajó. Con los días ya Miles estaba asimilado con el nuevo ritmo y lo había llevado a un nuevo nivel. Eso fue una gran lección para mí en cuanto a la relación de un mentor y su pupilo. Miles era un gran mentor, pero también se dejó influenciar por nosotros, que a la vez nos dejamos influenciar de vuelta con un nuevo espíritu y un nuevo enfoque. De ahí nació el disco E.S.P... Pero yendo un poco más atrás, Tony y yo habíamos intentado tener a Wayne Shortet -saxofonista- en la banda y lo conseguimos. Miles le preguntó si se sabía sus canciones y luego de eso pasó cinco años en la banda.
LAMENTABLEMENTE, SE NOS ESTÁ POR ACABAR EL TIEMPO, PERO QUEREMOS QUE SALGAN DOS PREGUNTAS DEL PÚBLICO. A VER, LA PRIMERA: ¿SIENDO USTED TAN PROLÍFICO, CUÁLES SON LAS COSAS QUE LO INSPIRAN A CREAR?
Yo me inspiro por la vida. La música es la historia de la vida. Claro que debemos aprender la mecánica, la estructura de la música, lo que la gente ya ha creado. Pero esas son las herramientas básicas. La música es una expresión de la vida y mientras más abierto y más curioso que seas para buscar cosas en el mundo que ustedes viven, más tendrán para expresar. A los músicos presentes les digo: si lo único que hacen es escuchar música, nunca serán músicos. Hay que vivir una vida abierta, curiosa por absorber, aprender, escuchar, respetar. Mientras los músicos más experimentan, más posibilidades tienen de tocar la vida de una persona a través de la música.
OTRA PREGUNTA DEL PÚBLICO, UNA CHICA ESTA VEZ: HOLA, EL ASPECTO ESPIRITUAL ES MUY IMPORTANTE, REALMENTE SE NOTA EN TODO LO QUE USTED HACE PERO, ¿CÓMO TÚ MEDITAS O CANALIZAS ESA FUERZA?
De hecho, he practicado el budismo durante 40 años. La naturaleza del budismo es realmente acerca del humanismo y realmente habla de la grandeza y maravillosa belleza de cada ser humano. De hecho, la práctica del budismo es en base al sonido. Sé que este no es el mejor lugar para hablar del budismo, pero todas las ideas que fueron parte de mi evolucíon fueron ideas que me hicieron avanzar y a aprender y absorber más, y todo se apoyó en la práctica del budismo. Mientras más practico el budismo, más puertas abro; tengo más revelaciones y más fuerte me siento como ser humano... Incluso en la percepción que tengo de mí mismo ha cambiado. Desde que practico el budismo siempre me consideré un músico. Pero hace unos 15 años se me ocurrió que para mi hija soy su padre, yo no soy un músico para ella. Mi esposa me ve como su esposo. Me dí cuenta de que toda mi vida me he definido por algo que hago. Pero ser padre, músico, vecino, ciudadano afroamericano, todas esas cosas que son parte de mí ¿qué las conecta? Hay una sola cosa... y esa es ser un ser humano... Me dí cuenta que cuando pienso de mí como un músico excluyo a los que no son músicos, pero cuando me defino a mí mismo como ser humano, no hay ningún tipo de separación entre mi y todas las personas. Todos tenemos un gran propósito, que es hacernos felices y ayudar a otros a ser felices. Por eso tocamos música. No es solo satisfacerte a tí mismo sino para inspirar a otros y aprender de la gente con la que tocas. Como la Fundación Danilo Pérez que no solamente toca música sino que habla de valores humanos. Eso va justo en la parte del budismo. Así que toca preguntarse ¿qué es valioso en la vida? El coraje, la sabiduría, la compasión, la honestidad, la justicia y muchas virtudes como estas. Son todas características del ser humano que no pueden ser compradas. Son tesoros sin precio y nacimos con eso. Puedes comprar cosas, pero no puedes comprar coraje, sabiduría y compasión. Todos los días pido por eso.