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- 16/06/2024 00:00
- 15/06/2024 16:57
El canto popular y las expresiones artísticas del campo forman parte de un legado importante para las tradiciones panameñas. La décima, una de sus versiones más populares en el folclor panameño, sigue siendo una de las formas de entretenimiento autóctono que siguen vivas entre la población.
Sin embargo, las estrofas usualmente compuestas por diez versos octosílabos llegaron al istmo como herencia española durante la época colonial. Al igual que muchas otras de las tradiciones folclóricas esta llegó al istmo debido a que Panamá era un punto principal del tránsito continental durante muchas de las misiones colonizadoras.
De acuerdo a la Doctora en Educación con énfasis en investigación, Vielka Argelis Gutierrez, a lo largo de este proceso tradiciones de los pueblos indígenas panameños así como las corrientes de otros pueblos colonizados se mezclaron con esta tradición de canto popular española y dieron como resultado lo que hoy conocemos como décima panameña.
“Tanto la décima, como otros elementos, llegan de España, transportados en galeones comandados por los conquistadores. La décima era producto de una experiencia diaria y de una necesidad social en los juglares, cuyo oficio se desarrollaba y se nutría del diario vivir del pueblo. Se ha mantenido durante el tiempo a través de diferentes generaciones y aún sigue vigente”, explicó Gutierrez en La décima en Panamá.
Esta autora también destaca que la décima panameña tiene varios matices y dimensiones debido a su evolución y desarrollo, pero la esencia es siempre la misma: recoger lo que sucede en los paisajes del devenir diario mediante la expresión cantada.
Sin embargo, en el entorno istmeño no se escapan los aportes de otras culturas, ya que Panamá desde tiempos inmemorables ha sido un país de paso y de estadía para otras culturas del continente.
Otra cualidad interesante sobre la décima panameña y los otros tipos de cantos populares que rescata el libro La décima y la copla en Panamá, de Manuel F. Zárate y Dora Pérez de Zárate, es que es el mismo pueblo el que se encarga de juzgar los versos de los trovadores y dar su veredicto “de inmortalidad” a las “creaciones que lo merecen”. Esto se debe a su espontaneidad así como poder sintético e incisivo, además de la elocuencia y sinceridad de las rimas.
Según estos autores, ningún instrumento o elemento ha podido capacitar de nivel superior en materia de cultura a los individuos como la poesía y sus derivaciones en el canto popular, pues es una herramienta para expresar cuitas, emociones, reflexiones y filosofía.
“Es un privilegio exclusivo de la asonancia o consonancia y de la métrica y ritmo poéticos, lograr que el hombre iletrado pueda, como de un surtidor inagotable, hacer fluir su pensamiento y su emotividad. De allí que la poesía popular tenga ese tan acentuado carácter de documento inédito, revelador del alma íntima del pueblo”, destaca La décima y la copla en Panamá.
A pesar de que la décima llegara al país debido a la herencia española y forme parte importante de la cultura vernacular panameña, también se han documentado partes de la geografía panameña que carecen de esta tradición, como lo son Darién, Bocas del Toro y Colón.
Esto se debe a que no existe una distribución geográfica homogénea de la tradición gracias a factores como la densidad de población o naturaleza étnica de quienes viven en estas zonas del país.
En otras partes del país como Chiriquí existe esta tradición, sin embargo, no está tan marcada como en Veraguas y Coclé, aunque en estas provincias la práctica de la décima también está delimitada a regiones y a grupos particulares.
Sólo las provincias de Los Santos y Herrera puede decirse que son provincias dominadas completamente al “cultivo” de la décima sobre toda la superficie y sobre toda la población, desde los centros más urbanizados hasta las aldeas más dispersas.
Esto da como conclusión que sólo los grupos de población en donde predomina fuertemente el elemento hispánico, o por lo menos su influencia espiritual, se hallan identificados con el amor a la décima.
De acuerdo a La décima y la copla en Panamá, la tradición del canto popular no es única del istmo. De hecho, en casi todos los países latinoamericanos, como Cuba, Perú, Puerto Rico y Venezuela se compone y canta la décima llamada Espinel o Espinela, que recibe su nombre del español Vicente Gómez Martínez Espinel, creador de la décima con la estructura con la que se conoce hoy en día.
Además, es gracias a la influencia de la población del norte de África, quienes mantuvieron y a los clásicos europeos de Italia, se inspiró y contribuyó para que los países hispanos tomaran la décima como la composición poética por excelencia.
Durante esa época Espinel se mantuvo contacto con poetas y músicos de los que aprendió y tomó parte de su cultura, que, aunado a su personalidad combativa y rebelde, lo llevó a ser perseguido por sus composiciones y sus cantos.
Es debido a esta razón que la décima dé ese sentimiento y se haya convertido en el vehículo adoptado por los trovadores para transmitir la rebeldía contra la injusticia, más que nada en los pueblos hispanoamericanos, posteriormente.