Hiperpaternidad, un mal infligido en nombre del amor

Actualizado
  • 05/02/2020 06:00
Creado
  • 05/02/2020 06:00
La sobreprotección parental es una práctica que por años ha sido catalogada como dañina para las familias, ya que obstruye el crecimiento integral de los hijos, además de perjudicar el ambiente familiar, creando un espacio de inseguridad
Hiperpaternidad, un mal infligido en nombre del amor

La nueva generación está aumentando cada día, con cada nuevo bebé que nace y cada niño que es casi asfixiado por la protección intensiva de los padres. Estos crecen con el 'yo no puedo' incorporado, porque en cierto modo han recibido la mayoría de las cosas en bandeja de plata. Esta generación crece siendo poco resolutiva y poco tolerante a la frustración, la ansiedad o el estrés.

En un intento por evitar que los hijos tengan complicaciones a temprana edad, los padres desarrollan un afán por despejar su camino, tomando control -quizás demasiado- sobre casi todo lo que su niño tendrá que enfrentar, sea en el área académica, social, e incluso personal e íntima. La generación, bautizada como 'blandita' en los nuevos conceptos de crianza, se define “cuando los padres evitan a toda costa que los jóvenes y niños sufran frustraciones”, según la psicóloga Yasmicelis González. “Cuando los padres les brindan a sus hijos el mayor confort en casa, causan que el hijo se acostumbre a la comodidad constante, por lo que al salir al mundo real sin la supervisión parental, el proceso de independización se complica y se muestran signos de estrés más altos que en otros jóvenes”, explicó.

La hiperpaternidad, un concepto moderno que ha surgido en tendencias de crianzas autoritativas, es sinónimo de dependencia extrema, obstrucción de crecimiento integral y mal manejo de las etapas de desarrollo del niño o joven.

Hiperpaternidad, un mal infligido en nombre del amor

González expresó que esta práctica “trunca y afecta el crecimiento emocional” de los hijos, ya que “todo ser humano tiene que hacer frente a la sociedad, sus peligros y situaciones. La burbuja que crean los adultos evita que los hijos desarrollen una capacidad de autonomía”.

Y es que los padres son los responsables de la formación del carácter de los individuos que serán, en un futuro, actores clave en la sociedad. Sin embargo, como cada ser humano responde a las situaciones de forma diferente, la vulnerabilidad emocional y física es inevitable, pero la formación de carácter contrarresta esta vulnerabilidad con la concientización de la adquisición de responsabilidades, y la resolución de problemas de manera creativa. Aunque las figuras parentales deben estar pendientes de las amistades, educación y entorno social de niño, también deben crear un sentido de iniciativa proactiva, sin atentar contra su integridad emocional.

La experta comprende los cambios sociales que están presentes a diario, pero no devalúa el rol esencial de una buena crianza en la vida de un menor. “La sociedad se complica más y siempre se elevan los niveles de estrés, que no excluye a los pequeños, por esto la crianza sobreprotectora es malsana para el progreso psíquico, emocional y físico de los hijos. Las limitaciones que esta crianza conlleva, obstaculizan y hacen pensar al niño que no puede tomar decisiones por sí mismo, sino que necesita la presencia de un adulto válido, a la vez que ocasiona un vínculo traumático hacia los padres que puede llegar a ser irreversible”.

Hiperpaternidad, un mal infligido en nombre del amor

Para Eva Millet, periodista y autora del libro Hiperpaternidad, los niños están llegando al punto de “caer y no levantarse sin la mano de papá o mamá”. Esto abarca más que un instinto infantil, pues muestra el verdadero impacto de la sobreprotección de los padres: la anulación de la identidad creciente del infante.

El mimo se transforma en perjuicio

“La intervención de los padres se vuelve contraproducente cuando abarca todo lo que es su hijo(a), en sus gustos, opiniones, puntos de vista, decisiones y problemas”, indicó González. Mientras que el padre o madre ve su involucramiento como positivo para el menor, en realidad está desarrollando una dependencia extrema que podría llevar al menor a crecer siendo “tímido, retraído, poco comunicativo, inseguro e inestable” porque se le limita socializar, desarrollar habilidades, y a ser asertivo, una cualidad muy importante porque es la que se necesita para transmitir incomodidades.

Cuando se habla de 'hiperpaternidad' se abre un abanico de características, siendo una de las principales la demostración excesiva de atención hacia los hijos, lo que impide un sano desarrollo. Esta crianza se determina por presentar una similitud con la crianza helicóptero, la cual presenta a padres demasiado controladores con respecto a los comportamientos naturales de niños pequeños, lo que conduce a [la formación de] jóvenes incapaces y con deficiencias sociales.

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“Tras este tipo de crianza, vemos niños con actitudes demandantes, engreídos, perjudicados en el ambiente educativo y social. Son susceptibles, todo en el entorno llega a afectarles de diversas formas y pueden llegar a ser víctimas de bullying”, puntualizó González, “pero varía dependiendo de la personalidad del niño. No hay un patrón estándar y cada caso es diferente; para determinar la causa de la ansiedad de los padres se requieren estudios de larga duración”.

Vivir a través del niño

A menudo, la psicóloga enfrenta casos donde padres tratan de diseñar la vida de sus hijos según lo que ellos no lograron obtener y se implantan las creencias y métodos a 'la antigua' en una juventud -naturalmente- radical. “Lo 'blando' es una personalidad débil y dependiente, que se deriva de establecer muchos límites y no crear un espacio familiar seguro”, señaló.

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La constante presión que se vive en las sociedades actuales es un factor que abre la puerta a este tipo de crianzas incorrectas, porque marcan la sobreprotección basada en inseguridad pública, miedos irracionales y falta de tiempo de calidad con los hijos debido a largas horas de trabajo externo. “El nivel de seguridad está muy bajo y la delincuencia aumenta cada vez más, por lo que querer dejar al niño bajo la supervisión constante se ha vuelto una mentalidad 'normal' cuando en realidad se debe aumentar la capacidad de adaptabilidad y autonomía”, sostiene González.

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“En Panamá hay un alto índice de niños sobreprotegidos, que presentan desórdenes psicológicos por la falta de conciencia de los padres”, enfatizó la experta, “además, los padres desarrollan ansiedad a causa de no 'poder satisfacer' a su hijo, sin saber que estas acciones crean un desajuste en la familia dada la complacencia”.

Para evitar un punto sin retorno en la hiperpaternidad, las figuras parentales deben establecer responsabilidades básicas para los hijos, independientemente de sus edades, pero adaptadas a sus capacidades y habilidades. Y, en caso de que el niño o joven ya se encuentre en esta situación, se debe acudir a un profesional para salir del estancamiento en el que se encuentra y la familia debe asentar un plan estratégico para llevar a cabo cambios significativos y una dinámica saludable.

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