‘Mariposas Negras’, el filme hispano-panameño que ganó un Goya

  • 05/05/2025 13:08
La cinta documental animada dirigida por David Baute se estrenó en Panamá durante el IFF y narra la historia de la cruel realidad de migrar por el clima y no encontrar un refugio seguro en otros horizontes.

El medio de la animación nos adentra en un mundo fantástico donde todo puede ser cualquier cosa y los personajes pueden expresar sus emociones, pensamientos y acciones de formas menos limitantes que en acción viva. En momentos en los que la desesperación, el luto y la incertidumbre son las emociones primordiales, la animación crea un espacio amplio para explorarlos y descubrir lo que se cierne más allá de los rostros angustiados.

Esto lo conoce el cineasta David Baute, quien con su primera cinta de animación, Mariposas Negras, ha alcanzado el Premio Goya a Mejor Película de Animación y está nominado a los Premios Platino como Mejor Película de Animación. Baute, quien se destaca en el género documental, lleva a tres mujeres de distintas latitudes (África, India, Francia) a la pantalla grande contando sus historias como migrantes climáticas buscando una forma de sustentar a sus familias cuando sus gobiernos les dan la espalda ante los desastres naturales.

Entre huir de los tornados, inundaciones y sequías, las tres mujeres se embarcan en diversos viajes para encontrar refugio en otros horizontes. Baute indicó en una conversación con La Estrella de Panamá que “todas las historias son reales y mantuvimos contacto con las protagonistas”.

La cinta nos muestra a Valeria, una madre de dos que vive en San Martín, una isla mitad francesa y mitad holandesa, que fue azotada por el huracán Irma en 2017. Ahí, Valeria y su esposo César llegan a la conclusión de que deben buscar otro paraje al que llamar hogar. Por su parte, en la isla de Ghoramara, en India, Shaila se enfrenta a una cosecha perdida más a consecuencia de los ciclones continuos en la isla. En busca de una manera de obtener ingresos y ayudar a su familia, es enviada a Dubái para trabajar como sirvienta de una familia, pero pronto descubre que nada de lo prometido es realidad.

En Turkana, un condado de Kenia, vive Tanit, una madre que se enfrenta a la sequía en su región y ve cómo se secan los pozos de agua y las guerras entre tribus dejan sangre en el suelo sin soluciones. Cargada de incertidumbre, se refugia en un pequeño pueblo de Nairobi con sus hijos, en donde recurre a oficios nocturnos para obtener dinero y mantener a su familia.

La implementación de la animación 2D y tradicional hace que la cinta brille y nos atrape desde el primer momento, creando instantes de tensión y otros de calma desesperada que se entrelazan con la incertidumbre de lo que pasará después. Caminamos junto a Tanit y sus hijos, vemos la creciente preocupación de Valeria por obtener una visa para su esposo y reunificar a su familia, y sufrimos en silencio con Shaila por el giro oscuro de su situación cargada de violencia y abusos.

Y detrás de todas estas situaciones se mantiene el mensaje que Baute busca mostrar: no existe ayuda para los migrantes climáticos. “No puede pedir asilo por el clima”, comenta una funcionaria en escena, “eso no existe”. A través de la cinta, la frustración e impotencia es una de las fuerzas motoras de las protagonistas, en medio de numerosos rechazos y viendo cómo se avecinan las inclemencias de la naturaleza, exacerbadas por el cambio climático.

A momentos, la cinta retrata una textura vidriosa, opaca, difuminada, en la que los trazos de rostros se pierden y solo las siluetas se mueven del otro lado de lo que pareciera ser una ventana, impidiendo ver con claridad la violencia, pero transmitiendo emociones vivas, como si estuviéramos presenciando en directo las situaciones.

Las mariposas vuelan lejos

Para Baute era importante mostrar la realidad climática y sus efectos en la humanidad desde una óptica profunda, más que si hubiera sido una filmación de acción viva, y esto incluye su título, que fue marcado por la investigación de Baute sobre el movimiento de las mariposas desde hace más de cuatro décadas. “El primer artículo que leí hablaba del ciclo que estaban realizando las mariposas, un estudio de hace 30 o 40 años, y decía que fueron los primeros insectos registrados que se movían hacia otros lugares, hacia otras distancias, y era por la consecuencia climática”, comentó a este diario.

“Entonces, la palabra ‘mariposas’ también hace alusión a nuestras tres protagonistas, quienes son como mariposas, son como seres que son muy frágiles dentro de la sociedad, y como no las tratemos de cuidar se destruye todo su mundo”, indicó Baute. “El elemento de las mariposas negras también significa cambio, lo que vemos mucho a través de la película”.

Para Tanit, Valeria y Shaila, moverse lejos no significa estar mejor, lo que descubrimos a través de los trazos intencionales en sus rostros, en sus movimientos e incluso en el trabajo actoral de doblaje de sus hijos, quienes miraban con confusión y resiliencia inocente los movimientos de sus madres día a día. Basada en historias reales, Baute comentó que Tanit, Valeria y Shaila realmente existen y el equipo de producción de la cinta siguió sus historias por más de seis años mientras se realizaba la cinta.

“Conocemos bien sus luchas y sus historias, e incluso aparecen sus rostros luego en la cinta, pero lo más importante es recalcar la falta de regulación que existe sobre los migrantes climáticos como ellas, quienes huyen de sus hogares porque la vida es insostenible debido a los desastres naturales y que, por no estar detallados en la Convención de Ginebra, no pueden buscar asilo legal en otros países”, subrayó Baute.

Una vez que vemos hacia dónde se dirigen las tres mujeres, es imposible no preguntarnos: ¿Y ahora qué? ¿A dónde irán? ¿Seguirán viviendo en estas condiciones para siempre? La realidad de quienes migran nunca es segura y es un hincapié en lo que Baute, junto con la guionista Yaiza Berrocal, destacan en Mariposas Negras.

“Esta película lo que intenta es ponerles rostro a todas esas personas migrantes, para ver si somos capaces de entender la situación de todas ellas y buscarles una solución, darles la dignidad de ofrecerles un espacio, un lugar, un futuro”, señaló Baute a La Decana. “En este caso son mujeres las protagonistas de nuestras películas, mujeres con sus hijos que terminan siendo maltratadas, que se dedican a la prostitución, con niños que son utilizados para cualquier cosa o robados. Y buscamos dar a entender que es necesario darles un futuro y seguridad”.

Mariposas Negras es una investigación de campo tejida por los cuentos de las abuelas, las tradiciones religiosas y culturales, el aroma a café de hogar y los cantos de la patria que se deja atrás –incluso el salsero Rubén Blades cuenta con créditos en la cinta con la canción Inmigrantes– para no volverla a ver.

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