José Jerí Oré, prometió en su primer discurso en el cargo empezar a construir las bases de la reconciliación del país, que atraviesa “una crisis constante...
- 13/09/2025 00:00
Hoy, mi alma sanchista trasciende el pregonar desde las tabernas, a lo largo de la Interamericana. Aquella que evoca las ricas viandas hechas con maíz, que se vendían en la entrada de estos recintos. Un recuento de prosas se escuchaba en el callejón contiguo al mercado. El mismo que, entre sueños, recordaba el calor de la brasa con una buena sopa en el restaurante Shangai.
El caminar junto a mi abuela en aquellos años pueriles se iniciaron junto a los inhaladores y mis problemas de asma. Fueron atentas las consultas del pediatra Rolando Ríos. Recuerdo su consultorio, con tonos puros y una luz tenue, pero a la vez viva, por la calidez humana de aquellos doctores.
Una infancia rodeada por los anhelos de dulces y caminos de tosca, a las que fieras con colmillos de alambre negaban jugar con soltura. Fue frecuente los episodios en verano, junto a la carretilla y un mandil dibujado con figuras de cartón, cargado de toronjas. Un dinero que usaba en rodear de cariño mi bicicleta, que corría con suerte, ya que casi siempre sus llantas y rayos contaban historias de ladrones del barrio.
Sin embargo, el camino de la periferia, a pesar de duro, siempre es real. Un camino que vio el pastorear de ganado por las llanuras cubiertas de lino, y que aflora el sentir de una provincia trabajadora. En otrora, los ratos de ocio en verano se complementaban con ver buenas películas o caminar el barrio en la tarde.
En la adolescencia, recuerdo las aventuras al cine Moderno, como también comer buena pizza cerca de la entrada a la avenida Mariano Rivera. Mis años como sanchista no estuvieron lejos de la buena trova o la desafiante orden del profesor de Educación Física. Lejos de desanimarme, estos episodios rudos evocan seguir hoy algunos ejercicios prácticos con buena dieta.
Estos colores que se pintan sobre la periferia, lejos de dominar círculos vacíos, trasladan mi alma de niño a aquellos años cuando la carretera Interamericana trajo prosperidad. Ese despertar floreció como un piñal, después de una malintencionada intervención. En medio del sentir bizarro por frenar la presencia en bases, está dinámica trajo un avance económico a la vida en zonas contiguas. Una coyuntura que emergió con cajetillas húmedas, pero que recuerda el éxtasis de todo vaquero al escuchar a Ñato Califa y Chía Ureña.
Especialidad: Geografía Regional de Panamá. Licenciatura en Geografía e Historia. Maestría en Geografía Regional de Panamá. Docente en el Ministerio de Educacióny en instituciones de educación superior. Artículos de opinión en “El Panamá América”, “La Estrella de Panamá” y revista cultural “Lotería”. Autor de los libros “Memorias de un bardo” y “Escritos de un sobreviviente”.