Educación, huertos urbanos y covid-19

Actualizado
  • 26/02/2021 00:00
Creado
  • 26/02/2021 00:00
Con el inicio de clases surge la interrogante: ¿cómo lograr que nuestro tiempo de aislamiento siga siendo de calidad durante la pandemia? La respuesta puede estar en desarrollar alguna actividad que impulse nuestra calidad de vida y a la vez nos permita disfrutarla
Los huertos urbanos son espacios públicos gestionados colectiva y participativamente, destinados a la agricultura y la jardinería.

El primero de marzo empieza el año escolar 2021 en Panamá. Esta vez será diferente; en la mayoría de las escuelas se dictarán las clases a distancia a través de la modalidad virtual.

Nuestros hogares se convertirán en aulas de clases en donde pasaremos al menos un tercio de las horas del día. Cinco horas en clases y unas tres más repasando el aprendizaje y consolidando conocimiento al realizar las tareas en casa.

Al llegar la escuela podemos preguntarnos, ¿cómo haremos para que nuestro tiempo de aislamiento siga siendo de calidad durante la pandemia?, ¿cómo logramos que nuestros estudiantes, niños, jóvenes o adultos tengan un balance entre las exigencias del colegio y su descanso mental?

Los huertos urbanos estimulan el aprendizaje y ayudan combatir el estrés cotidiano.

La respuesta puede estar en desarrollar alguna actividad que impulse nuestra calidad de vida y a la vez nos permita disfrutarla. Los huertos urbanos son proyectos que en sí mismos generan este tipo de actividades, puesto que requieren de nuestra mente para desarrollarlos.

Agricultura urbana

Fernando Ritcher, miembro de la Universidad de Deusto en España, considera que la agricultura y el desarrollo urbano constituyen dos realidades estrechamente relacionadas.

Para él, los primeros asentamientos humanos fueron posibles gracias al perfeccionamiento de una tecnología agrícola que impulsó el desarrollo de los principios básicos del cultivo de la tierra.

El contacto con la naturaleza permite minimizar la ansiedad y propicia el logro de metas.

Lo que apunta Ritcher en su publicación 'La agricultura urbana y el cultivo de sí. Los huertos de ocio a la luz de las dinámicas neorurrales' es que, al lograr la estabilidad territorial por medio del cultivo de la tierra, se erradicó el nomadismo como forma de vida mayoritaria y se constituyeron las primeras ciudades del mundo antiguo en donde los huertos urbanos eran el soporte de la estabilidad social.

Huertos urbanos

Como soporte del desarrollo de las sociedades, los huertos urbanos o huertas urbanas se definen según Karen Carrero, autora de la publicación 'Las huertas urbanas comunitarias como espacios generadores de servicios ecosistémicos en la localidad de Fontibon y su contribución al bienestar', como espacios públicos gestionados colectiva y participativamente destinados a la agricultura y la jardinería, recuperando espacios abandonados o degradados, solares temporales o zonas verdes infrautilizadas que juegan un papel fundamental a la hora de conseguir trazar una continuidad del paisaje productivo.

Para Carrero, existe una amplia gama de huertas urbanas, que van desde huertas escolares, huertas terapéuticas, huertas familiares hasta huertas comunitarias.

La prevención de contagios frente a la covid-19 ha causado que nos aislemos, que dejemos de socializar de manera presencial, lo que ha logrado que niveles de estrés se incrementen en los ambientes familiares y/o en los ambientes en que vivimos.

Este desafío de estar aislados nos motiva a innovar en el uso del espacio en casa, que nos permita socializar a través de plataformas virtuales o implementar actividades para entretenernos.

Al llegar el año escolar 2021 es importante que adecuemos espacios para los niños en los que puedan realizar actividades que además de desestresarlos, propendan al aprendizaje cognitivo y al desarrollo motriz de sus manos. Actividades que les permitan disfrutar de la naturaleza a la vez que socializan con sus familiares.

Los huertos urbanos estimulan ambas metas. Un ejemplo de ello es el proyecto 'El huerto de uso docente como herramienta de formación e Investigación y un espacio de encuentro en la Universidad', de Landete-Torno, en Málaga, donde el objetivo es acercar los fundamentos de la agricultura urbana a los alumnos y a cualquier persona interesada en un entorno abierto y distendido.

Es posible que en nuestro hogar creemos ese espacio de encuentro.

¿Cómo lo hacemos?

Marta Rosique, ambientóloga, lo explica en planteaenverde.es, un sitio dedicado a promover la sostenibilidad.

Lo primero es escoger el mejor recipiente para su huerto urbano, dependiendo del espacio que tenga en casa; puede decidirse por jardineras y macetas, jardines verticales (los venden en los supermercados) o macetas colgantes.

La inversión para lo materiales del huerto urbano es de bajo costo, siempre y cuando reciclemos los envases que tenemos en casa, como cartones o botellas plásticas de leche o jugo, cartones de huevos para los semilleros antes de trasplantar las matitas, y hojas secas del patio o cáscaras de huevos o frutas para el abono.

La ubicación del huerto requerirá de mucha luz directa, al menos seis horas, por lo que es necesario que busquemos el lugar más apropiado para ello. Observemos por dónde entran los rayos de sol en el lugar que escojamos y cuántas horas irradia el espacio.

Podemos ingeniárnosla al colocar una tela para que le demos sombra a las plantas en el huerto cuando hayan recibido la cantidad adecuada.

Las semillas deben ser ubicadas en sustratos que les permitirán a las macetas o potes retener el agua y traspasarle los nutrientes a las plantas; que sea ligero y poroso para que las raíces crezcan adecuadamente.

El riego en el huerto urbano debe ser realizado de forma dosificada y delicada, que suministre el agua en la cantidad adecuada sin generar sobresaturación en el pote. Aunque en los supermercados venden medidores de humedad para saber cuándo es necesario regar, también podemos establecer rutinas de riego, mañana-tarde, que nos ahorren medir la humedad en las macetas.

En cuanto a las semillas, su elección dependerá del gusto gastronómico del hogar y del gusto de los niños. Se pueden sembrar desde semillas hasta plantas recolectadas. Los cultivos del huerto urbano son rotativos porque dependen de las semillas que se obtienen según los meses del año.

Aprendizaje y entretenimiento

Una vez iniciadas las fases de cultivos en el huerto urbano, contaremos con una fuente extraordinaria de enseñanza para los integrantes de la familia. A los niños les podemos estimular el contacto con la naturaleza y el aprendizaje de ciencias naturales. Inclusive, podemos desarrollar la responsabilidad como una competencia de su educación al encargarlos de una planta en específico, su favorita quizá.

En los adultos el estímulo generado por el proceso de cultivo y cosecha apoya la concentración en una actividad específica, lo que apoya la pertenencia al grupo familiar y despeja la mente por un rato de las preocupaciones o afanes del día.

En los adultos mayores, los huertos urbanos se convierten en aliados terapéuticos por el efecto que causan sobre la salud cognitiva, emocional y física. En Costa Rica, Vanessa Aguilar-Castillo ha probado que un huerto modular y apilable, para el cultivo de especies hidropónicas y orgánicas, permite potenciar el uso del tiempo libre del adulto mayor en espacios reducidos.

Desafíos de la educación virtual

El proceso de enseñanza y aprendizaje requiere que los alumnos cuenten con un ambiente propicio; un ambiente que les permita, además de aprender y concentrarse, relajarse y divertirse. Si la educación ha cambiado en su modalidad, es importante que propiciemos nuevos espacios para el estudio en casa, espacios ricos en actividades que brinden al alumno todos los elementos para su desarrollo cognitivo y emocional.

Los huertos urbanos complementan la educación durante esta pandemia porque propician el contacto con la naturaleza a través de los ambientes simulados en los balcones, cocinas y patios de nuestros hogares.

Al crear una huella verde en casa generamos riqueza natural que nos conecta con el ambiente y protege nuestra salud cognitiva, física y emocional.

La autora es investigadora científica en recursos hídricos e ingeniera civil. También es doctora en ingeniería agrícola con mención en recursos hídricos en la agricultura (Chile).

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