Ante la compleja situación social y política que atraviesa nuestro país la Conferencia Episcopal Panameña, el Comité Ecuménico y el Comité Interreligioso,...
- 25/03/2014 01:04
Actualmente, hay más de dos mil conflictos ambientales en el mundo, fundamentalmente generados por la creciente demanda de energía y de recursos naturales. De ellos, más de 300 se originan en Latinoamérica y la mayoría se producen en Colombia (72), Brasil (58), Ecuador (48), Argentina (32), Perú (31) y Chile (30).
Sin embargo, Panamá no escapa a estas situaciones. En el país se registran tres grandes conflictos ecológicos que tienen que ver con la extracción de minerales y materiales de construcción, los cuales se producen específicamente en tres provincias. En Colón, la empresa Petaquilla Minerals LTD explota dos minas: una de oro en Morejón y otra de cobre en Donoso; mientras que en Veraguas, en Soná, la empresa canadiense Oro Gold extrae minerales metálicos como oro, entre otros; por su parte, en Los Santos, en Tonosí, existe un conflicto con la concesión minera del Cerro Quema. Dichos proyectos amenazan con provocar repercusiones en la ecología, el ambiente y por ende en la población, por los riesgos que existen en la contaminación de las fuentes de agua para el consumo humano, en las actividades agrícolas y de ganadería, así como también en la biodiversidad (flora, fauna y vida silvestre).
Lo antes mencionado son algunas de las conclusiones a las que ha llegado un Atlas Global de Justicia Ambiental, una plataforma interactiva de mapas que analiza los conflictos ambientales y ecológicos de la Tierra.
La cartografía virtual es el resultado del proyecto europeo Environmental Justice Organizations, Liabilities and Trade (EJOLT), desarrollado por expertos internacionales de 23 universidades de 18 países del mundo, entre activistas y académicos, coordinados por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Joan Martínez Alier, profesor de Economía de UAB y director del proyecto europeo de EJOLT, aseguró que este trabajo aporta evidencias sobre ‘los desequilibrios estructurales de poder en la economía global’.
‘El Atlas muestra cómo los conflictos ecológicos están aumentando en todo el mundo, por demandas de materiales y energía de la población mundial de clase media y alta’, manifestó Alier, recalcando que "las comunidades que reciben el mayor impacto de los conflictos ecológicos son pobres, a menudo indígenas, y no tienen poder político para acceder a la justicia ambiental y a los sistemas de salud’.
SITUACIONES REGISTRADAS
Según el catedrático, ‘el mapa muestra tendencias preocupantes, como la impunidad de las compañías que cometen delitos medioambientales o la persecución de los defensores ambientales, pero también inspira esperanza’.
De acuerdo con Leah Temper, investigadora del ICTA UAB y coordinadora del Atlas, entre las historias de destrucción ambiental y de represión política que se analizan se describen un 17% de los casos en los que se han ganado juicios legales, proyectos que se cancelan y bienes comunes que han retornado a la comunidad.
Los movimientos sociales de justicia ambiental ‘son clave para conseguir que las formas de consumo y producción sean más justas, equitativas y menos perjudiciales’, dijo la investigadora, añadiendo que ‘sólo cuando las comunidades se planten contra la contaminación, gobiernos y empresas cambiarán su comportamiento’.
El proyecto tiene como objetivos hacer accesible la información y dar más visibilidad a las disputas en temas ambientales, por lo que sus creadores esperan que nuevos organismos civiles y expertos en áreas específicas contribuyan para ir cubriendo de puntos los espacios y regiones que aún están vacíos, indicando las situaciones que amenazan la superviviencia.
La plataforma online del atlas permite buscar y filtrar entre un centenar de campos para visualizar los conflictos por tipo de mercancía, compañía o país (nucleares, de residuos tóxicos, de agua o mineros). El inventario de los casos de conflicto facilita, según sus autores, la búsqueda de información, la interacción entre grupos de trabajo afines y el aumento de la visibilidad de los conflictos.
El Atlas fue presentado la semana pasada en Bruselas, ante una Delegación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.