Anafrodisia, trastorno que impide el apetito sexual

Actualizado
  • 30/01/2020 00:00
Creado
  • 30/01/2020 00:00
El individuo que lo padece evita de forma activa todas las conductas sexuales con la pareja. La condición afecta más a las mujeres que a los hombres, afirman especialistas. Para que el proceso terapéutico sea efectivo, es necesario el seguimiento de un profesional

Conocida también como anorexia sexual, la anafrodisia es la aversión o repulsión al sexo en general o a ciertas conductas o prácticas sexuales concretas, así lo plantea Luis Alberto Ramírez, psicólogo clínico y terapeuta individual, de parejas y familia.

Las personas con fobia sexual suelen acostarse temprano, viajar en exceso, descuidar el aspecto personal, con el fin de evitar el contacto.

El especialista añade que debido al escaso nivel de apetencia por el acto sexual, esta condición puede originar problemas en la vida íntima de quien la padece, especialmente si tiene pareja. “La dinámica sexual en la pareja necesita de ambos y el hecho de que la persona no tenga interés por el otro, crea dudas, baja la autoestima, lo que impide continuar la relación”, señala Ramírez.

El psicólogo agrega que este trastorno, que afecta más a las mujeres que a los hombres, puede responder a diversas causas, que marcarán el tratamiento más adecuado para cada caso. Advirtió que la anafrodisia no se debe confundir con “la falta de deseo sexual”.

David Barrios Martínez, médico cirujano y educador de la sexualidad por la Sociedad Mexicana de Sexología Humanística Integral, explicó que el efecto de repulsión y pánico recurrente a cualquier forma de erotización o encuentro íntimo no es más que un síndrome de aversión al sexo.

“El componente central de la aversión al sexo es la ansiedad, en diversos grados. Incluso, puede implicar manifestaciones de somatización, es decir, de manera eventual podría generar en el paciente respuestas físicas como “erupción cutánea, colitis (inflamación del intestino grueso y recto), dolores de diversos tipos, trastornos menstruales, disnea (dificultad para respirar), palpitaciones (latidos fuertes e irregulares) y sudoración fría, entre otros”, agregó el también psicoterapeuta sexual.

Pero, ¿a quién afecta más? El galeno aseveró que existen evidencias científicas que demuestran que la incidencia de este trastorno es mucho más alta en mujeres que en hombres y suele representar entre el 3% y el 4% de los motivos de consulta médica, por lo que es considerado como una alteración infrecuente de la conducta sexual.

Este trastorno está descrito en el Manual Estadístico de Diagnóstico de Desórdenes Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, y en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud como anafrodisia, mas no como “anorexia”. En ambos organismos, el término se utiliza como referencia en el mundo de la salud para el diagnóstico de condiciones médicas conocidas y estudiadas, acotó Ramírez.

Perfil habitual y causas

“El perfil habitual en la consulta de sexología es el de una mujer de entre 25 y 30 años”, señaló Jesús Eugenio Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano a la plataforma Cuidate Plus.

Afirmó que la sintomatología empieza a gestarse mucho antes, con las primeras experiencias sexuales y con la educación recibida durante la infancia y la adolescencia. “Una educación afectivo-sexual muy estricta actúa como caldo de cultivo para la aparición del problema”, añadió.

Rodríguez confirma que persisten “ciertos modelos educativos en los que existe un excesivo tabú hacia la conducta sexual o, directamente, esta se considera algo sucio o negativo, lo que genera que las personas sean más propensas a padecer este trastorno”.

Otro factor que influye es el machismo que sigue imperando en muchas relaciones de pareja. “Muchas chicas se sienten obligadas a tener relaciones sexuales porque si no su pareja les va a dejar”, reflexionó Rodríguez. Y, yendo un paso más allá, las mujeres víctimas de violencia de género también suelen sufrir maltrato sexual.

Los abusos sexuales y otros eventos traumáticos son, de hecho, una causa directa fundamental de la aversión al sexo. “El hecho de sufrir agresiones sexuales, los abusos continuados o las creencias religiosas extremas suelen estar detrás de la mayoría de los casos”, zanjó el sexólogo.

Formas clínicas

Según el psicólogo Ramírez las formas clínicas de cómo se presenta el pánico sexual es la endógena: aquella que se crea debido a aspectos anatómicos o fisiológicos, es decir, cuando hay un problema en el desempeño del acto sexual. Y las exógenas, que son de carácter psicológico y social.

Mientras que, para Barrios “el síndrome de aversión sexual como cualquier disfunción erótica, puede darse de forma primaria (presente desde el inicio de la vida erótica) o secundaria (ha existido antes un período de funcionamiento sexual satisfactorio y adecuado). También puede ser selectiva (se presenta con algunas parejas y con otras no) o situacional (surge sólo ante determinadas circunstancias o factores)”.

Como terapia el psicoterapeuta sexual propone hacer una revisión personal y honesta de la calidad de la vida sexual, individual y de pareja. Además, platicar al respecto entre ambos, con franqueza y asertividad (respetándose a sí mismo y al otro).

También invita a ambos miembros de la relación a tener la disposición de resolver el problema y que participen en un proceso de psicoterapia, a cargo de un profesional ético especializado en salud sexual.

Asimismo, el sexólogo explica que en ambiente de confianza y seguridad emocional se provee a los consultantes de los medios necesarios para incrementar la calidad de su erotismo y revertir la disfunción que esté presente. Para ello, recomienda métodos y técnicas específicos como el trabajo psicocorporal, cápsulas teóricas. En general, si hay disposición de los pacientes, así como destreza y profesionalismo del terapeuta, “el pronóstico de superar la aversión sexual será muy satisfactorio”, acotó el sexólogo.

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