Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...

- 29/07/2025 08:51
En el lobby del hotel nos espera el guía turístico. Son las 9:00 de la mañana, el sol brilla y se nota en la temperatura, pero también en los alegres colores del mar, de la arena y las flores que circundan el área de Playa Dormida en Santa Marta.

El denominado oficialmente Distrito Turístico, Cultural e Histórico de Santa Marta es capital del departamento del Magdalena en la Región Caribe colombiana. Fue fundada el 29 de julio de 1525 por el español Rodrigo de Bastidas. Hay dos elementos a destacar en esta última oración. Hoy Santa Marta celebra sus 500 años de fundación y su fundador es un personaje conocido en la historia panameña. Rodrigo de Bastidas fue el primer español en arribar a las costas panameñas en 1501.
Pero de vuelta a Santa Marta, es la ciudad en pie más antigua de Colombia y la segunda más antigua de Sudamérica. Es uno de los principales destinos turísticos de Colombia por sus numerosas playas, reservas naturales, su patrimonio cultural e histórico y por ser uno de los accesos a la montaña más alta del mundo en zona costera, la Sierra Nevada de Santa Marta y a sus antiguas comunidades indígenas.
Nuestra gira se inicia en una de sus mayores atracciones por su importancia histórica: la Quinta de San Pedro Alejandrino, última morada del Libertador Simón Bolívar.

Con jardines bien mantenidos con grandes ceibas y tamarindos, habitadas por iguanas que se pasean por todo el lugar, iniciamos el recorrido por la hacienda, cruzamos un puente colonial y entramos a la Casa quinta y el sector de labores de la propiedad cuya principal actividad era el cultivo de la caña de azúcar y la producción de ron. Edificaciones de un amarillo ocre albergan mobiliario y algunas pertenencias del libertador: uniformes, armas y utensilios, pinturas que hablan de una época de revolución.
Al fondo, destaca el Altar de la Patria, monumento con el que se marcó el primer centenario de la muerte de Bolívar en 1930. Mientras caminamos, músicos locales dan la bienvenida a grupos de turistas con alegres cumbias.

La música continúa, ya sin nosotros que partimos hacia la siguiente parada de nuestra gira, el monumento a Carlos ‘el pibe’ Valderrama, frente al antiguo estadio Eduardo Santos. La estatua, que luce el icónico cabello rizado rubio del futbolista, es una parada obligatoria, sobre todo, por los fanáticos del fútbol colombiano que ven en ella al máximo exponente de este deporte en su país. Hay que hacer cola para tomarse una foto. Vendedores aprovechan para colocar su mercancía entre los visitantes.

Avanzamos y cada vez nos vamos acercando más al centro de la ciudad, emplazada justo frente a la bahía de Santa Marta, con un movido puerto donde no solo arriban mercancías sino grandes cruceros del que desembarcan turistas deseosos de recorrer sus calles y bañarse en sus playas.
El centro de Santa Marta es entrañable. Edificios coloniales, calles estrechas, comercios coloridos que ofrecen cervezas -perfectas para acompañar al astro rey- refrescos o agua. Además un sinfín de recuerdos y artesanías y también café. Hay variados restaurantes y pequeños puestos que ofrecen el consabido coctel de camarones, los ceviches frescos y otros antojos.

Frente a la Plaza de Bolívar está la Catedral Basílica Menor de Santa Marta. Allí se marca el espacio que desde 1830 a 1842, albergó los restos del Libertador Bolívar y donde permanecen los del conquistador Rodrigo de Bastidas. A unas calles, el Parque de los enamorados, sitio que de noche se viste de luces para recibir a locales y visitantes que buscan diversión.
Estamos muy cerca de la bahía de Santa Marta donde nos asomamos desde la Carrera 1c donde un colorido letrero y fondo azul del Caribe sirve de escenario para las fotos del recuerdo. Luego del ritual, subimos a nuestro vehículo para avanzar por las calles que bordean las playas públicas abarrotadas de bañistas que disfrutan de las aguas, resguardados con sombrillas o coloridos sombreros.

Nos alejamos del centro, en busca de un mirador panorámico y, Taganga, es el lugar. Desde su mirador hay una espléndida vista al Caribe y permite divisar la playa de Taganga, menos concurrida, en la que apetece mucho refrescarse. En días claros, se puede incluso divisar el Parque Natural Tayrona. Dicen los lugareños, es el mejor lugar para disfrutar de un atardecer. Por el camino, una interesante oferta de souvenirs no nos dejará quedar mal con nuestras amistades.
La mañana está por finalizar, se acerca el mediodía y con ello, la hora del almuerzo. Es hora de hacer pausa, la ruta es hacia las playas de Rodadero, lo que nos permite ver las instalaciones del sendero peatonal, recreativo y deportivo Ziruma, un parque lineal de 3.8 km, que nace de la necesidad de salvaguardar la vida de deportistas y transeúntes que diariamente utilizan esa vía para desplazarse, hacer deporte o simplemente disfrutar de la impactante vista a la bahía de la ciudad.

Edificios modernos, hoteles, casas de veraneo, la vista es similar por kilómetros de playas Puerto Gaira, Salguero, Cabo Tortuga, Pozos colorados... hasta acercarnos nuevamente a Playa Dormida, al Hotel Marriott donde nos hospedamos.
La gira no concluye, el hotel Marriott tiene una historia interesante. Se erigió tomando como referencia un árbol, muy cercano a la playa. Se trata de un árbol sagrado que incluso fue bendecido por un mamo, líder espiritual de las comunidades indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, especialmente los Arhuacos y Koguis. El mamo le garantizó al propietario del hotel que si él erigía su negocio alrededor de ese árbol. Sería un negocio abundante pues el árbol representa para ellos abundancia, sombra, cobijo y alimento.
En el lobby del hotel se exhiben los tejidos de estos pueblos indígenas. Los tutusomas, gorros de una fibra blanca que utilizan los arhuacos sobre sus cabelleras largas negras, representan la nieve y la sierra, donde habitan.

Un mural en el área de salones de reuniones tiene como protagonista a la guacamaya dorada-azul. El motivo se repite en pinturas y accesorios en todo el hotel y las salas están nombradas con los nombres de las comunidades indígenas. El salón principal, el Tayrona.
Llegamos a Cayeye, el restaurante de playa del hotel que lleva el nombre del plato tradicional elaborado con plátano y acompañado ya sea camarones, pollo o chicharrón. También se pueden degustar algunos otras delicias costeñas como el pescado frito o los ceviches acompañados de una refrescante limonada de coco. Qué bonita y deliciosa es Santa Marta.
