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- 01/09/2025 09:23
Hace pocos días la ciudad de Panamá celebró su 506 aniversario, una festividad que no solo debe llevarnos a recordar el asentamiento de Panamá Viejo, porque si bien fue allí que tuvo sus inicios ese centro vital, en cinco siglos Panamá ha crecido no solo en extensión territorial sino en historia.
Para recordarnos esa ciudad en la que habitamos todos, con aquellas características algunas queridas, otras rechazadas, algunas añoradas, el Urban Sustainable Lab llevó a cabo la actividad denominada Expo Ciudad, con la cual celebró su primer año de existencia y que incluyó una serie de exhibiciones sobre sus investigaciones y proyectos y conferencias referentes a estos espacios que habitamos.
Una de estas conferencias fue presentada por la historiadora e investigadora Marixa Lasso quien nos lleva a reflexionar sobre lo que consideramos el centro histórico de Panamá y ofrece una propuesta sobre su ampliación.
“Esto que les voy a decir hoy lo voy a decir con algo de ambigüedad porque a diferencia de mis libros que se basan en años de investigación y archivos, estas son más bien reflexiones basadas en la observación de la historia de la ciudad y lo que he leído sobre ella, pero también en mi propia identidad como ciudadana. Amante de esta ciudad, además no solo de lo bueno, porque no todo es bueno y a veces nos da rabia, pero siempre es nuestra ciudad”, advierte la historiadora en su introducción. “Los invito a pensar un centro histórico que vaya mucho más allá del Casco Antiguo y del arrabal de Santa Ana”.
Lasso parte por establecer qué es un centro histórico. “Es un lugar en el que los habitantes de una ciudad encuentran identidad, la memoria y el corazón de su ciudad y de su país, si se trata de una ciudad capital como la nuestra”. Pero la fuerza de los centros históricos la ofrecen algunas características un poco más evidentes como edificios de alto valor histórico y cultural. Son también espacios de memoria, sostiene la historiadora. Son lugares que fueron protagonistas de acontecimientos importantes en la vida de una ciudad y de una nación. Los centros históricos, además, contienen una alta concentración de museos, edificios públicos, parques y espacios comunitarios. Estos espacios suelen ser caminables, fácilmente conectados por transporte público y, por último, no solo pertenecen a quienes los habitan, sino a todos.
“Son estos lugares a los que vuelven los habitantes de toda la ciudad e incluso de otras ciudades para encontrarse con su historia, la historia de su país, la historia de su ciudad y también por lo que ofrecen en sus espacios culturales, espacios públicos y además, en estas ciudades nuestras, que cada vez tienen menos espacios públicos, son los centros históricos los que todavía los preservan, los que todos los días los guardan y en los que todavía nos podemos encontrar en sociedad juntos compartiendo”.
“Lo que les vengo a proponer es que nuestro centro histórico empiece sí, en San Felipe, pero termine en la Vía España con Vía Brasil. Lo que era el antiguo Camino de Las Sabanas, que conectaba la ciudad de Panamá desde la Puerta de Mar que quedaba en Presidencia hasta lo que hoy es El Cangrejo, Obarrio y La Zona Bancaria”.
El Camino de Las Sabanas era el que conectaba la ciudad con las fincas que estaban a su alrededor. Y ese viejo Camino de La Sabana todavía hoy se puede caminar y recorre buena parte de la Vía España. Una caminata que inicia en Obarrio y nos lleve a atravesar Calidonia y el área peatonal de la Central puede tomar unos 60 minutos, a paso ligero o un poco más despacio, una hora y media. A través de esa caminata se pueden ver las diferentes etapas arquitectónicas de nuestra ciudad.
¿Qué espacios incluirían este centro histórico? El primero, que ya está regulado, protegido por leyes patrimoniales, incluye a San Felipe y Santa Ana. A esta área, Lasso le agregaría el cerro Ancón. “El Ancón ha sido parte de San Felipe desde siempre, aunque se divide de manera artificial por la Zona del Canal”. Y esta división es también parte de la historia del país.
Lasso destaca la continuidad en el uso del espacio para espacios simbólicos importantes como la Presidencia, la Catedral Metropolitana, la Plaza de Francia, anteriormente cuartel del Chiriquí, donde se dieron momentos importantes como el fusilamiento de Victoriano Lorenzo. San Felipe también fue un importante centro de comercio. En la Puerta del Mar entraba toda la mercancía desde los barcos que anclaban en las islas cercanas ya que por la poca profundidad de la bahía no podían llegar hasta la ciudad. De allí se trasladaban al Camino de Cruces, centro comercial importante por mucho tiempo y hoy todavía con una economía floreciente del turismo.
El centro histórico es un centro cultural importante, contiene lugares como La Manzana, el Museo del Canal, el Museo de la Mola, el Teatro Nacional y guarda importantes memorias de centros de debate político como la Plaza de Santa Ana y el Café Coca Cola. “Todos espacios estos que nos invitan a pensar en la República que somos, cómo se fue formando, en qué espacio se fue formando, con qué debates, con qué eventos”.
El segundo espacio que es reconocido, aunque no cuente una ley patrimonial, incluye a Calidonia y Bella Vista. “Se crea a principios del siglo XX, más o menos hasta los años 40, tiene edificios icónicos de alto valor patrimonial, esta vez de arquitectura neocolonial, sobre todo, y también art deco, así como espacios de memoria colectiva”, resume.
Plaza Porras, al igual que la Plaza de Francia, es un reconocido espacio de protestas, de encuentros ciudadanos. “Este es el barrio de La Exposición que crea Belisario Porras como parte de muchas de las obras públicas que él hizo para decir, “Esta ruta, este país no es norteamericano, este es otro país con su propia identidad, su propia cultura que es distinta”.
También importantes para nuestra memoria, los primeros suburbios de la ciudad de Panamá, así como espacios dedicados a la ciencia y la historia, como el Laboratorio Gorgas y el Hospital Santo Tomás.
Sugiere Lasso que El Cangrejo, Obarrio, la Zona Bancaria y El Carmen sean también considerados parte de nuestro centro histórico. ¿Por qué?
Esta área alberga el patrimonio arquitectónico de los años 50, 60 y 70. “Igual que los otros espacios, tiene edificios icónicos de gran valor arquitectónico y monumental. Tal vez el más famoso, el Hotel Panamá”. Una imagen del recién inaugurado Hotel el Panamá puede darnos una idea de lo innovador que fue para la época.
“Si en San Felipe y Santa tenemos la arquitectura colonial y en Bella Vista la neocolonial y art deco, aquí tenemos la arquitectura tropical moderna”, estilo que se populariza en la Feria de Nueva York, en el pabellón de Brasil en 1939, una arquitectura internacional adaptada al trópico y su cultura. “Una arquitectura que nos recuerda que es posible dentro de la arquitectura moderna tener espacios que vayan de acuerdo con nuestro clima y con nuestro ambiente”, dice Lasso.
El Panamá fue diseñado por Edward Stone, arquitecto responsable también del diseño del Kennedy Center, en Washington D.C. Hoy, mientras el Kennedy Center mantiene todo su esplendor, el Hotel Panamá perdió su fuente y sus amplios jardines y los edificios que lo rodean impiden que la brisa circule a través de sus balcones y aleros creados para facilitar la ventilación cruzada.
Pero este edificio es solo parte de un conjunto arquitectónico que está en toda esa área y que incluye diseños del arquitecto Holzer, como el Hotel Continental (hoy Rennaisance), el edifico Universal y el Avesa. Algunos edificios de la Universidad de Panamá, el edificio de la Caja del seguro Social (1962) y otros edificios no solo públicos sino también viviendas, tanto edificios de apartamentos como residencias fueron construidas en ese estilo.
“¿Por qué no podemos recuperar nuevamente esta arquitectura que encajaba tan bien con nuestro mundo, que es el mundo tropical, el mundo del calor, que necesita ventilación cruzada, que necesita protegerse del sol, que disfruta tanto las brisas?” cuestiona la historiadora.
Al igual que el Casco Antiguo, al igual que Bella Vista, no se trata de un solo edificio, es un conjunto de edificios que representan una época, que representan el estilo tropical moderno, con características propias y que se pueden encontrar en muchos espacios. Pero para que se logre este reconocimiento es vital que los propios ciudadanos conozcan estos elementos y los valoren en lugar de considerarlos edificios viejos o pasados de moda. Lasso aboga por una política que ayude a proteger lo que todavía está allí, lo que todavía no se ha dañado, para lo que todavía podemos mantener.
Más allá de la arquitectura, el área cuenta con espacios de memoria. “Igual que la Plaza Porras, igual que la Plaza de Francia, en cada uno de sus diferentes momentos, la iglesia del Carmen, el espacio de Vía España con la Federico Boyd se ha convertido desde los años 80 en lugar de protestas, así como la Calle 50 y la Cinta Costera”. Y a estos se suman los espacios donde los ciudadanos acuden en busca de actividades culturales, ya que, aunque no haya muchos museos, hay teatros, parques y otros espacios de esparcimiento.
Si escogemos proteger solo un pedacito, advierte Lasso, tendremos una ciudad con menos capas y menos riqueza histórica, cuando se podría contar con “un espacio histórico amplio con todas sus riquezas en los diferentes momentos de la historia y arquitectura nacional” “¿Queremos un centro histórico que se pueda caminar en hora y media y no en 20 minutos?,¿Queremos un centro histórico más grande para que los ciudadanos de toda la ciudad puedan regresar a encontrar con su memoria?
A través de estos espacios Panamá puede presentarse como un país que “además de tener una historia colonial rica, puede hablar también de lo que fue y representó La Exposición en la época de Porras, que también ha sido innovador en la medicina tropical, con un laboratorio Gorgas, y recordarle al mundo que también fuimos, al igual que Brasil, un lugar importante para el desarrollo de la arquitectura tropical moderna. ¿Cómo nos queremos presentar al mundo? El tipo de centro histórico que escojamos nos va a llevar a eso”, afirma.
Otro elemento que no hay que perder de vista es que estos espacios, por ser “de los pocos espacios públicos donde diferentes personas de diferentes clases sociales todavía conviven, son esenciales para la democracia”.
Esta propuesta, asegura la especialista, es simple, con una meta compartida, pero que debe llevarse a cabo con estrategias distintas. “No puedes tener las mismas estrategias para una casa del Siglo XVIII ó XIX que para un edificio de los años 70 o 60 o 50. Y el hecho que no puedas tener las mismas leyes patrimoniales que en el Casco Antiguo no significa que no se tenga ninguna. “Hay intermedios, hay otros mecanismos que se pueden pensar, que se pueden desarrollar para tener una estrategia diferente para cada uno de estos sectores con la meta compartida de preservar, de recordar y de darle aún más riqueza a nuestra ciudad y recordar toda su gran riqueza histórica”, concluyó.