El desafío de montar un cine rural

Actualizado
  • 06/12/2012 01:00
Creado
  • 06/12/2012 01:00
PANAMÁ. La posibilidad que tienen los panameños en las urbes y la ciudad capital para ir a una sala de cine cada vez es mayor y eso se r...

PANAMÁ. La posibilidad que tienen los panameños en las urbes y la ciudad capital para ir a una sala de cine cada vez es mayor y eso se refleja en la asistencia.

El año pasado —según cines comerciales referentes como Cinemark y Cinepolis—, la asistencia fue de aproximadamente de 4.7 millones de personas; en 2010, de 4 millones y 2009 de 3 millones.

En tanto la oferta de cine alternativo como festivales y cine al aire libre también está atrayendo más espectadores. Por ejemplo, sólo en el primer Festival Internacional de Cine de Panamá realizado en abril pasado, la asistencia fue de 17 mil personas, y en el Festival de Cine Francés en octubre pasado fueron aproximadamente 2 mil personas.

Sin embargo, esta realidad no es la misma que viven muchas personas en las comunidades apartadas de Bocas del Toro, Colón, Guna Yala, donde el encuentro con el séptimo arte es casi imposible.

Ante esta realidad de años, Jorge Martínez y su equipo de trabajo, bajo el proyecto de Cosmovisión, se esfuerzan por acercar el valor, riqueza y bagaje cultural que puede ofrecer el séptimo arte a las personas que no tienen esta opción.

El fin que persiguen es instalar en esas comunidades rurales microsalas de cine para que las personas puedan tener su propio cine autosostenible y donde se puedan proyectar películas comerciales, independientes y documentales.

UN DÍA EN PORTOBELO

Pedro Brown es un chiquillo inquieto de 10 años de esos que sólo esperan salir de la escuela para reunirse con sus compinches y jugar fútbol en la ‘plazita’ del pueblo de Portobelo, esa que está frente al viejo edificio de Aduana, el monumento que es patrimonio histórico. Pedro vio llegar a un equipo de cinco personas que se bajaban de un carro doble cabina color gris con carpas, sillas, bolsas y un equipo audiviovisual.

Se acerca para saber quiénes son los extraños, pero no dice nada. Con sus piecitos descalzos y unos pantalones azules percutidos, sale corriendo y al rato regresa, pero con una banda de vecinitos que preguntan si ese es el cine que van a poner en la noche.

En efecto, ese es cine rural que se instaló la noche del sábado 1 de diciembre en Portobelo, la tierra del baile Congo y el Cristo Negro.

Llegaron a las 12:00 del mediodía y el equipo se dispuso a colocar afiches que anunciaban la función de cine intinerante caribeño.

El cielo de Portobelo estaba gris, pero no llovió fuerte, sólo dejó caer unas gotas para remojar el suelo.

A las 6:30 p.m. empezó el cine rural que se instaló dentro del edificio de Aduanas. El equipo de Cosmovisión corría la voz a los vecinos. ‘Hay millo gratis’, vociferó Martínez. El millo acaparó la atención de los niños, quienes fueron los primeros en llenar la sala. Allí estaba Pedro en primera fila.

Este trabajo conlleva coordinación, una tarea que parece fácil, pero que en la práctica no lo es. Eso se demostró durante el momento en que se montó el equipo y la logística para atraer a las personas.

LA TANDA

Una cómica de Jamaica abrió la tanda para contagiar a los chiquillos, adultos eran pocos. Posteriormente, el primer corto de ficción de 12 minutos fue La Costa del director jamaiquino Nile Saulter, que trata sobre una joven pareja turista asaltada por un pescador. Luego se proyectó otro corto ficción de ocho minutos, llamado El Guardián.

El desorden y algarabía de algunos niños no permitía que otros prestaran atención a la película. Pedían millo a cada rato, entraban y salían de la sala.

‘Esto no pasa en todos los pueblos, es parte de la idiosincrasia de algunos lugares y no es fácil. Por eso estamos es tudiando las necesidades de la comunidad, porque queremos que niños, jóvenes y adultos conozcan la importancia del cine para su formación educativa y cultural’, expresó Jorge Martínez, mientras se agarraba la cabeza. El director de Cosmovisión cuenta que en dos años de proyectos han tenido buenos y malos momentos. ‘Personas moralistas, algunos que no prestan atención, otras que sólo piden que le regalen cosas y otras con mucho interés por conocer otras realidades’, agregó.

7:45 p.m., la jornada de películas continuaba, se proyectó el filme La Lluvia de la directora María Govan, que narra la historia de una niña con un don para correr. Esta película se robó los aplausos de los espectadores. La noche terminó con el documetal Rise Up, que trata sobre la vida de las mujeres en Jamaica y las complicidades de llegar a ser artistas en un ambiente donde cantar reggae es sólo para hombres.

Resultados buenos en un lugar y no tan buenos en otros, dijo Gianni Bianchini director de Cine del Instituto Nacional de Cultura, quien estuvo en la gira que termina el próximo 9 de diciembre en la ciudad de Colón, que fue aplazada del calendario tras las inundaciones a finales de noviembre en esa provincia.

Bianchino señaló que el interés del público en asistir responde a lo que pide su gente. ‘Por ejemplo, lo que para las personas en la comarca Guna Yala sea relevante, para la gente en Portobelo, Colón o Bocas del Toro puede ser otra cosa’, explicó.

Arianne Benedetti, directora de la comisión de Cine del Ministerio de Comercio e Industria (Mici), afirmó que a partir de 2013, con la implementación de la Ley de cine, le solicitarán a los cines que proporcionen al Mici dos informes (junio y diciembre) sobre sus ingresos y la asistencia del público. Según Benedetti, con esa iniciativa se podrá medir las necesidades del panameño y cuánto cine consume. Benedetti también indicó que necesitan conocer dónde se requieren construir más salas de cine.

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